27 Y
crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del
campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. 28 Y
amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a
Jacob. Génesis 25:27-28
Esaú y Jacob fueron creciendo. Esaú se dedicó a la caza, y pronto aprendió a manejar las armas de ese entonces. (Arco y flecha, cuchillo y espada; no había armas de fuego aún) generalmente estaba en el campo y era muy activo. Pero Jacob era muy quieto y le gustaba más quedarse en casa. (En ese momento las casas eran en tiendas; como carpas, al menos era la forma en que ellos vivían) Cómo usualmente se peleaban, Isaac se hizo cargo de Esaú desde chiquito y Rebeca de Jacob, así evitaban que estén juntos y que hubiesen conflictos entre ellos dos.
El problema es que ambos fueron creciendo y sus padres empezaron a tener preferencias por uno o por el otro. Isaac prefería a Esaú y Rebeca a Jacob. Cuándo pasan esas cosas, empiezan a surgir muchos problemas ya que la familia se empieza a desunir, a partirse. Se pierde la objetividad y se defiende al que está de su lado, sin importar si tiene razón o no, o si está bien lo que hace o no.
Muchas
veces sucedió que nuestros padres han tenido otro hijo después de
nosotros, y por ser más chiquito necesitaba mayor atención que
nosotros que somos mayores. A veces pensamos que tienen preferencias
por ellos, pero después nos damos cuenta que solo es porque cuando
nosotros también fuimos pequeños necesitamos atención extra,
aunque no siempre nos acordamos de que fue así.
Lo
que sucedió en la familia de Isaac no fue eso. Lo que en principio
pareció ser una buena solución para que no pelearan, luego se
convirtió en un gran problema. La Biblia siempre hace referencia a
la importancia de la unión dentro de la familia, aunque muchas veces
no es fácil.
Jesús
dijo en Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.” También en Gálatas 2:6 dice que Dios no hace acepción de personas. Y en Santiago capítulo dos, dice que la fe en el Señor Jesús se muestra al no hacer acepción de personas, es decir, al querer a todos por igual, como el Señor Jesús nos amó a nosotros. Y agrega que el hacer acepción de personas es pecado. Sin lugar a duda, éste es un factor importante en la crisis moral y social que tenemos en nuestro país y el mundo entero. La gente se divide en grupos y combaten al que está en el otro grupo, en vez de tener una sana competencia. Pasa en los deportes, donde una parte de la hinchada enfrenta a otra parte de la misma hinchada, hasta en forma sangrienta, en vez de juntos alentar a su equipo y disfrutar de un espectáculo deportivo. Muchas veces escucho como los niños molestan hasta no poder más a sus compañeros porque el club de futbol de ellos le ganó al otro. Eso no lo inventan ellos, eso lo copian de sus padres. Es muy lamentable lo que sucede en un país cuando su población está enfrentada por una cuestión de partidos políticos. Jamás podrán prosperar, pues para eso hay que ponerse de acuerdo.
Isaac, Rebeca, Esaú y Jacob tendrían por delante grandes problemas por no haber logrado ser una familia unida bajo la voluntad de Dios. Hoy empezá a trabajar por la unión en tu familia, orá a Dios todos los días pidiendo su ayuda, trata de llevarte bien con todos los integrantes de tu familia, al menos en lo que de vos dependa.
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¿Qué cosas podemos hacer para lograr o mantener la paz y la unión en nuestro hogar?
Oremos:
Querido
Dios Padre, gracias por la familia que me has dado, aunque a veces
no nos llevamos bien. Ayúdame a hacer todo lo posible para cooperar
en la unión de todos nosotros, y sobre todo que haya paz y vos reines en el medio de ella. En el nombre del Señor Jesús, Amén.