Día 22 (91) - Gn 30:1-24

1 Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. 2 Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? 3 Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. 4 Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. 5 Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob. 6 Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan. 7 Concibió otra vez Bilha la sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob. 8 Y dijo Raquel: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llamó su nombre Neftalí. 9 Viendo, pues, Lea, que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por mujer. 10 Y Zilpa sierva de Lea dio a luz un hijo a Jacob. 11 Y dijo Lea: Vino la ventura; y llamó su nombre Gad. 12 Luego Zilpa la sierva de Lea dio a luz otro hijo a Jacob. 13 Y dijo Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre Aser. 14 Fue Rubén en tiempo de la siega de los trigos, y halló mandrágoras en el campo, y las trajo a Lea su madre; y dijo Raquel a Lea: Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo. 15 Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo. 16 Cuando, pues, Jacob volvía del campo a la tarde, salió Lea a él, y le dijo: Llégate a mí, porque a la verdad te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo. Y durmió con ella aquella noche. 17 Y oyó Dios a Lea; y concibió, y dio a luz el quinto hijo a Jacob. 18 Y dijo Lea: Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido; por eso llamó su nombre Isacar. 19 Después concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob. 20 Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón. 21 Después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina. 22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. 23 Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta; 24 y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo. Génesis 30:1-24

Ya estamos de lleno en el pasaje que hemos llamado extenso por las cosas que suceden y el resultado de las mismas. Jacob ocupa un lugar céntrico en ellas y de ambos lados encontramos a las hermanas Lea y Raquel. Es un pasaje en el que pocos se detienen. Le he preguntado a varios jóvenes, hace un tiempo atrás, y la mayoría me decía que nunca lo había leído. De éste podemos ver como se fueron dando los nacimientos de los hijos de Jacob.

En días anteriores vimos que los primeros cuatro, Rubén, Simeón, Leví y Judá, fueron concebidos por Lea. Los primeros tres para tratar de ganar el corazón de Jacob, pero no lo logró. Pero el cuarto fue para agradecer a Dios, por haberla mirado en su tristeza por ser menospreciada por su esposo.

El pasaje de hoy comienza hablando de Raquel. Ella era la mujer que Jacob amaba. Pero como dice Génesis 29:31, Raquel era estéril. Ella comete un error. Ante éste problema no busca a Dios, como había hecho su suegra, sino que fue contra Jacob diciéndole que si no le daba hijos, ella moriría. El sentimiento de Raquel era igual que el de Rebeca, pero la diferencia enorme entre ambas fue que la segunda buscó a Dios, en medio de su dolor. Jacob se enoja con Raquel respondiéndole, seguramente con severidad, que él no era Dios para impedir el fruto de su vientre.

Estaba por un lado el ejemplo de los padres de Jacob, que buscaron la guía de Dios, tanto en su unión como en el dar a luz hijos. Pero también estaba el ejemplo de los abuelos de Jacob, que hicieron varias cosas según las costumbres de entonces, aunque éstas estaban en contra de lo que Dios quería.

Raquel elige imitar el mal ejemplo. Pidió a Jacob que tuviera un hijo con su sierva Bilha, y entonces ese hijo sería como de ella. (Según la tradición de aquel momento los hijos dados a luz por la sierva sobre las rodillas de su ama era como si fuese de su ama naturalmente).

Jacob accede al pedido de Raquel y Bilha primero da a luz a Dan. Nos dice que lo llama así porque entiende que Dios la escuchó y le dio un hijo. Luego Bilha da a luz a Neftalí y lo llama así porque entiende que Dios le ha hecho ganar a su hermana. Remarco la palabra entiende. ¿Realmente Dios ha obrado? Sin lugar a duda, cada vez que nace un niño/a, Dios ha obrado, él es el que da la vida. Pero no creo, personalmente, que lo haya hecho de la manera que creyó Raquel. ¿Está de acuerdo con el método usado? Ya hemos hablado sobre lo que Dios permite, pero que no significa que esté de acuerdo. ¿Era para Dios una competencia para ver quien ganaba? De ninguna manera. Por eso creo que lo que piensa Raquel no tiene ninguna razón. Ella no buscó a Dios, pero lo pone en medio para justificar sus malos actos, en los cuales también estaba involucrado Jacob. Es como cuando una persona está perdiendo el dinero en apuestas o azar y cuando alguna vez gana algo, dice que Dios lo ayudó ese día, tratando de justificar su error, no entendiendo que lo que ganó es menor a todo lo que ha perdido.

Pero la lucha no quedó ahí. Lea, que había tenido cierto acierto al tener a Judá, ahora se mete nuevamente en la pelea. Ella también le dio a Jacob a su sierva Zilpa para que tenga hijos para ella. Y al nacer el niño le puso por nombre Gad, porque pensó que era afortunada por eso. Y luego nació Aser, que significa “feliz”, porque dijo que ahora las mujeres me llamarán dichosa.

¿Se puede hacer una disputa o competencia donde los hijos era el puntaje a obtener? ¿Cual era el premio al ganador? ¿Jacob?.

Volvemos a ver la bajeza del corazón del ser humano, donde por alcanzar lo que cree que le da ganancia, hace cualquier cosa. ¿No me crees? Fijate como sigue la historia.

Aparece el hijo mayor que trae algo del campo, en el tiempo de la cosecha. Trae mandrágoras. La primera vez que escuché de ellas fue justamente aquí, en esta historia. Las mandrágoras son, en su formato, parecidas a las manzanas verdes. El fruto produce un efecto narcótico, y se sabe que fue usada como medicina en tiempos remotos. Los antiguos creían que la mandrágora poseía cualidades que estimulan el deseo sexual y fomentan la fertilidad. El supuesto valor afrodisíaco está implícito en el uso bíblico del término (Gen 30:14-16; Cant 7:13) Rubén, como dice el pasaje, se las trajo a su madre, Lea. Raquel se las pidió. (relea el diálogo entre ambas y verifique la disputa que había entre ellas desde sus propias palabras) Y entonces fueron cambiadas por un noche con Jacob. Lea, entonces, salió al encuentro de Jacob cuando volvía del campo y le dijo que te he “alquilado” por las mandrágoras de mi hijo. ¡Qué difícil es entender la mente humana! ¿Se puede “alquilar” al esposo? Es increíble adonde pueden llegar las personas cuando el deseo de “ganar” está sobre todo lo demás.

Lea dio a luz a Isacar y luego a Zabulón. Éste se llamó así porque ella pensó: ahora si morará conmigo mi marido. Luego Lea dio a luz una niña: Dina.

El pasaje termina diciendo que Dios se acordó de Raquel. No es buena la traducción al español, en el sentido que para nosotros acordarse es posterior a olvido. No es el sentido cuando se usa en la Biblia en varias oportunidades. Fíjense que dice. “La oyó Dios”. Raquel, seguramente ya dada por vencida, pues la competencia contra su hermana había dado por resultado: Lea=9 (7 dados a luz por ella y dos por su sierva Bilha) Raquel=2 (dados a luz por su sierva Zilpa), busca a Dios y Dios la oye, Él estaba esperando eso desde hace mucho tiempo. Y ahora, aunque era estéril, Raquel concibió y dio a luz a José.

¿Por qué no buscamos a Dios desde el comienzo? Qué diferente serían nuestras vidas si alguna vez aprenderíamos la lección.

Sin lugar a dudas, esa es la razón por la cual la humanidad pasa por cosas tan difíciles. Lamentablemente la historia vuelve a repetirse, hacemos la nuestra antes de buscar a Dios. Él nos está, aun así, esperando.

  • ¿Qué autocrítica haría usted hoy? ¿Cuál sería la autocrítica que tendría que hacer la humanidad hoy mismo?

Oración:

Querido Padre Dios, gracias porque siempre estás esperándome. Ayúdame a no perder el tiempo y no caer en egoísmos que solo ponen en riesgo mi vida y la de los que me rodean, sino a buscarte en primer lugar. En el nombre del Señor Jesús, Amén.