Día 23 (92) - Gn 30:25-30

25 Aconteció cuando Raquel hubo dado a luz a José, que Jacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra. 26 Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho. 27 Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa. 28 Y dijo: Señálame tu salario, y yo lo daré. 29 Y él respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha estado tu ganado conmigo. 30 Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número, y Jehová te ha bendecido con mi llegada; y ahora, ¿cuándo trabajaré también por mi propia casa? Génesis 30:25-30

Hace unos días vimos el momento en que Jacob empezó a cosechar lo que sembró. ¿Qué había sembrado y que cosechó? Si, había engañado a su padre y se había aprovechado de la necesidad de su hermano y ahora él había sido engañado por su suegro, Labán.

La relación familiar de Jacob era bastante difícil de entender. Ya hemos visto que Dios no estaba de acuerdo con la forma en que Jacob obró. Tampoco estaba de acuerdo con que tuviera dos esposas. Luego de que fue engañado por Labán hizo un nuevo trato para trabajar otros siete años por Raquel, la persona que el realmente amaba. La historia nos cuenta que tuvo que esperar unos siete días y se pudo casar con Raquel, pero tenía por delante siete que trabajar para pagar la dote por ese matrimonio.

Fue un instante lo que le llevó en convencer a Esaú que le cambie la primogenitura por un plato de guiso. Fue un ratito que le llevó engañar a su papá al hacerse pasar por su hermano y recibir la bendición. Pero fueron 14 años que tuvo que trabajar duramente para pagar su deuda. Podemos ver como el mal siempre tiene consecuencias negativas, y la mayoría de las veces por mucho tiempo.

Cuando pasaron los catorce años ya no tenía deudas, pero tampoco tenía nada de él. La casa dónde vivía (recuerdan que eran tiendas) era de Labán. Las tierras dónde vivía eran de Labán. La comida que comían era la misma que comían los demás trabajadores, y ¿De quién era? Si, de Labán. Hasta la ropa se la daba Labán. Para ese momento ya tenía 11 hijos varones y una nena. Entonces Jacob fue a hablar con Labán y le dijo que se quería volver a su casa y a su tierra. Que lo dejara ir con sus esposas y sus hijos. Pero Labán no quería que se vaya, le era de mucha ayuda; además tenía a sus hijas y nietos cerca. Entonces arreglaron por un salario, un sueldo. ¡Después de catorce años de trabajo Jacob iba a tener un sueldo!

Pero debemos fijar nuestra mirada en el diálogo de suegro y yerno/sobrino. Labán le dice que había experimentado que Jehová lo había bendecido por el trabajo de Jacob. Es notable ver que eso era verdad. Primero quiero detenerme en que Dios, más allá de nuestra conducta siempre cumple su promesa. Si bien todas las cosas eran de Labán, de ellas comía y vestía toda la familia de Jacob. Dios estaba cumpliendo la promesa dada en Betel, aunque Jacob no había cumplido muy bien su parte. No se si Labán se expresó esa verdad por fe o conveniencia. (Posiblemente haya un poco de cada una) Pero fue una buena oportunidad para Jacob las palabras de su suegro. “Tú sabes que bien cuidé tu ganado” - Dijo Jacob, y continuó - “Cuando llegué acá tenias muy poco, pero ahora ha crecido un montón todo tu ganado, pues Dios te ha bendecido con mi llegada”. Si no conociera a Jacob pensaría que es un gran hombre de fe. Pero después de haber leído sobre todo lo que hizo y aun hará, no puedo creer que hable de Dios de esa manera. Hoy hay mucha gente que usa a Dios igualmente. Hay muchas autoridades políticas y religiosas en el mundo que hablan como grandes creyentes de Dios, pero sus conductas y decisiones muestran lo contrario.

Después le hace una pregunta. ¿Cuándo trabajaré para hacer mi propia casa? Es decir, ¿cuando tendré lo mio? Son preguntas lícitas. Pero siempre lo importante es la intención, que puede hacer que una cosa aparentemente lícita se convierta en lo contrario.

Además continuaba el mismo problema… Jacob seguía tomando decisiones sin consultar a Dios. Seguía poniendo en primer lugar sus intereses y no la voluntad de Dios.

  • ¿Qué pones primero en tu vida, tus intereses o la voluntad de Dios?

Oración :

Querido Dios Padre, gracias porque sé que tienes en tu voluntad un plan maravilloso para mí. Ayúdame a no poner en primer lugar mis intereses sino a buscar siempre primero tu voluntad. En el nombre del Señor Jesús, Amén.