Día 28 (97) - Gn 31:22-29
22 Y al tercer día fue dicho a Labán que Jacob había huido. 23 Entonces Labán tomó a sus parientes consigo, y fue tras Jacob camino de siete días, y le alcanzó en el monte de Galaad. 24 Y vino Dios a Labán arameo en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente. 25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob; y éste había fijado su tienda en el monte; y Labán acampó con sus parientes en el monte de Galaad. 26 Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que me engañaste, y has traído a mis hijas como prisioneras de guerra? 27 ¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa? 28 Pues ni aun me dejaste besar a mis hijos y mis hijas. Ahora, locamente has hecho. 29 Poder hay en mi mano para haceros mal; mas el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente. Génesis 31:22- 29
Ayer quedamos en el momento en que Jacob toma a todo lo suyo, y emprende el viaje de regreso a su casa después de 20 años, pero sin avisar a Labán. El pasaje de hoy comienza diciendo que Labán se entera que Jacob y su familia se habían ido camino a Canaán. Jacob había salido tres días antes. La Biblia dice que Labán tuvo que andar siete días para poder alcanzar a Jacob en el camino.
Cuando lo estaba por alcanzar Dios le habló a Labán y le dijo: Guardate de no hablar a Jacob descomedidamente. ¿Qué es descomedidamente? Le quiso decir que no lo trate a Jacob de forma irrespetuosa, descortés o en exceso. Se ve que Labán salió bastante enojado. Tal vez podemos pensar de que tenía motivos para estarlo. Cada día que pasaba sin alcanzarlo se pondría más nervioso y enojado. Pero Dios, antes de llegar a encontrarse, lo frenó y lo hizo tranquilizar y que dominara su enojo y no tuviese ira. Dios está en todos los detalles, ¿te das cuenta? Todo lo que había hecho Jacob y Dios le habla a Labán diciendo que lo trate mal. Claro, Labán no sabía que había pasado, pero Dios si. Labán no sabía que sus hijas se habían ido con dolor por sentirse vendidas por él, y cualquier enojo de su parte solo haría afirmar más el rechazo hacia él.
Labán obedeció a Dios. Cuando llegó, le habló a Jacob como Dios le indicó y le dijo: ¿Por qué me engañaste? ¿Por qué te trajiste a mis hijas como prisioneras? ¿Por qué te escondiste para huir, me engañaste y no me lo dijiste para que yo pueda despedirlas con alegría y fiesta? No me dejaste despedir con un beso a mis nietos y a mis hijas. Muy mal has hecho. Yo podría hacerte mal, pero Dios me advirtió anoche de que me cuidara y te tratara bien.
¿Te diste cuenta como fue cambiando el planteo? Empezó un poco fuerte, diciendo que había secuestrado a sus hijas. Y terminó diciendo que no había podido dar un beso de despedida a sus seres queridos.
Esta
parte nos lleva a pensar en ¿Cómo resolvemos los problemas que
podamos tener con los demás?
¿
Eres
de las personas como Labán cuando salió de su casa? Se había
llevado varios parientes, y si Dios le habló sería porque venía
con ganas de hacer justicia por su propia mano.
¿O eres como el
mismo Labán cuando Dios le habló?
Le
planteó con respeto lo malo que había hecho y le hizo ver con
cariño lo que lo había perjudicado por no dejar despedirse de su
familia. Tenemos que cuidar mucho el enojo, pues nos puede llevar a
hacer o decir cosas que pueden herir y mucho. Dios nos dice a
nosotros también que debemos arreglar nuestras diferencias con los
demás con respeto y cariño.
Q ue importante es poder escuchar los consejos de Dios. Piensa un instante. Labán viniendo en el camino, primer día, segundo día, la ira iba en ascenso, tercer día, cuarto día: “¡¿Donde está este Jacob?!” quinto día, sexto día, (a punto de explotar) séptimo día (habla Dios y calma su ánimo) Podría haber terminado realmente muy mal, hasta de manera trágica. Pero cuando escuchamos a Dios podemos actuar de otra manera. ¡Qué bueno es tenerlo en cuenta en estos días de cuarentena!
-
Piensa en una situación donde alguien hizo algo que te perjudicó. ¿Cómo solucionaste el problema?
-
¿Eres como Labán cuando salió de su casa, o como Labán cuando Dios le habló?