Día 29 (98) - Gn 31:30-35

30 Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses? 31 Respondió Jacob y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues pensé que quizá me quitarías por fuerza tus hijas. 32 Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tenga tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado. 33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló; y salió de la tienda de Lea, y entró en la tienda de Raquel. 34 Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán en toda la tienda, y no los halló. 35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos. Génesis 31:30-35.

Ayer vimos el encuentro entre Jacob y Labán y como Dios intervino para que todo sea para bien y no para más conflicto familiar. Que importante es que siempre busquemos el consejo de Dios cuando en nuestra familia se origina un conflicto. Dios puede obrar de tal manera que vuelva la paz, que tanto necesitamos en nuestro hogar y en nuestra familia.

Jacob, siguiendo la historia, le dijo que había tenido miedo, pues había pensado de que Labán le quitaría a sus hijas: Lea y Raquel.  Pero Labán le dijo: si tenías ganas de volver a la casa de tu padre, ¿Por qué te llevaste los ídolos que yo tenía? Entonces Jacob, aparentemente un tanto sorprendido, respondió rápidamente y sin pensar mucho (y sin consultar a Dios otra vez) y dijo: buscalos aquí y llévatelos y que muera quien los tiene. ¿Quién los tenía? Jacob no sabía. La persona menos pensada para él, pero la que más quería: Raquel. 

Labán empezó a buscar. Primero fue a la tienda de Lea y no encontró nada. Luego fue a la de las siervas, y tampoco los encontró. También fue a la de Jacob y nada. Llegó el momento en que entró en la tienda de Raquel. Uh! ¿Se dará cuenta que están ahí? Jacob había hablado de más y ponía en riesgo el viaje de Raquel. Cuando entró vio que Raquel estaba sentada sobre unas mantas. Ella le dijo que la perdonara pero que no podía pararse porque estaba en uno de esos días que tienen las mujeres todos los meses por su ciclo menstrual. Y entonces aunque Labán busco por todos lados no los pudo encontrar, pues Raquel los había escondido debajo de ella.

Lamentablemente ellos seguían haciendo las cosas muy mal. Ya no les importaba mentirle a su propio padre. ¡Que paciencia la de Dios! ¿Como hace para soportar tantas veces el mal que hacemos? No hay lugar a duda que en primer lugar está su amor por nosotros, pero que debe luego hacer justicia, es decir poner las cosas en su lugar. No debemos olvidar que Dios nos ama, pero que no admite nuestros pecados. Dios nos da oportunidades para cambiar, pero nos recuerda que todo lo que sembramos… lo hemos de cosechar. 

Además.. ¿porque se llevó los ídolos de su padre? ¿Pensaría que ellos tenían poderes para ayudarles? ¿Pensaría que la prosperidad anterior de Labán era gracias a ellos? ¿Durante esos años ella confiaba en esos ídolos y pensó que todo lo que ganó a Jacob era gracias a ellos? Son preguntas que no podemos responder, pero lo que podemos afirmar es que ella no había tenido aun un encuentro con Dios, el verdadero y único Dios. Y lamentablemente su esposo no había sido un buen ejemplo. Jacob usaba mucho  a Dios en sus conversaciones, pero nada en la práctica. Es muy triste cuando las personas ponen su fe en pedazos de madera o piedra tallada y se pierden la oportunidad de conocer al Dios vivo y verdadero que los está esperando para darles el perdón, si hay un verdadero arrepentimiento, y la vida eterna. No hagas cono Raquel, quita de tu vida todo ídolo que no te permite poner tu fe en el verdadero Dios. 

  • ¿Qué cosas crees que debes poner de tu vida en las manos de Dios?

  • ¿Qué estás sembrando en tu familia? ¿Qué cosas deberías cambiar?

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque siempre estás buscando mi bien. Ayúdame a sembrar siempre cosas que te agradan y que traigan paz a mi familia. Gracias porque tú me aseguras que si hago eso voy a cosechar paz. En el nombre del Señor Jesús, Amén.