Día 3 (72) - Gn 25:29-34

29 Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, 30 dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. 31 Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. 32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? 33 Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. 34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura. Génesis 25:29.34

Cómo vimos ayer Jacob y Esaú fueron creciendo y Esaú se dedicó a la caza. Un día, sigue contando la historia en la Biblia, volvió Esaú de cazar con mucha hambre. En ese momento Jacob estaba preparando un guiso de lentejas. Por lo que cuenta la historia, parece que le salía muy rico. Entonces Esaú le rogó a Jacob si le daba un poco de ése guiso pues estaba muy cansado, muy agotado.

Jacob, aprovechándose de la necesidad de su hermano, le dijo que le vendiese su primogenitura. ¿Sabes que era la primogenitura? Era el derecho especial del primer hijo, el hijo mayor. Heredaba el doble de los bienes de su padre que sus hermanos y ocupaba el lugar de jefe de la familia. Esaú entonces le respondió: ¿Para qué me servirá la primogenitura si me muero de hambre?. Entonces respondió Jacob, júramelo ahora mismo y Esaú se lo juró. De esa manera le vendió Esaú la primogenitura por un plato de comida. La Biblia remarca diciendo: Así despreció Esaú la primogenitura.

Nadie podía quitar de Esaú de que haya nacido primero. Eso no se podía cambiar. Pero él eligió no disfrutar de ese beneficio, de esa bendición, de la primogenitura. Esto me hace acordar de cuando aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador personal. Nada ni nadie puede quitarnos el hecho de que somos, a partir de ese momento, hijos de Dios. Cuando Jesús entró en nuestra vida, en ese mismo momento él nos adoptó como hijos con los mismos beneficios y bendiciones de cualquier hijo de Dios. En Romanos 8:17 dice que somos hijos y también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, es decir, herederos como Jesús que es Hijo de Dios. Sabes… eso no te lo puede quitar nadie.

Pero… vos decidís si vas a disfrutar de esa bendición acá en la tierra o no. Vos decidís si aceptás los guisos de lentejas del pecado que están en contra de Dios. Vos decidís si te dejás seducir por costumbres o pensamientos que están alejados de Dios y no te dejaran disfrutar del gozo de ser hijos de Dios. Jesús, en San Juan 15, enseñó que para que el gozo de ser hijos de Dios se cumpla en nosotros, debemos cumplir los mandamientos de Él. Muchas personas en algún momento de sus vidas, por diferentes motivos, se han acercado a Dios. Muchos también han reconocido su pecado y han pedido que Jesús los perdone y lo han aceptado como su Salvador personal. Empezaron a disfrutar de las bendiciones de ser un hijo de Dios. Pero, con el tiempo, empezaron a desear del guiso del mal. Extrañaban algunas cosas que hacían anteriormente de aceptar a Jesús y poco a poco empezaron a caer espiritualmente y dejaron de disfrutar de hermosa bendición de ser un hijo de Dios.

El Señor Jesús dio un ejemplo maravilloso de eso con la historia del hijo pródigo. Un joven que quiso hacer la suya lejos de su padre y de su casa y se fue y desperdició todo lo que tenía. Y estando en la peor miseria entró en razón y se dijo a si mismo: ¿Qué hago aquí muriéndome de hambre y en la casa de mi padre cualquier empleado tiene abundancia de pan?

Si te has alejado de los caminos de Dios, no esperes a tocar fondo. Que puedas pensar y volver a los pies de Jesús que está deseoso de recibirte y llenarte de las hermosas bendiciones que tiene guardadas para ti. Y si ya estás tocando fondo, no lo pienses más. Ahí dónde estás arrodíllate y pídele a Jesús que te perdone y que quieres volver a vivir como a Él le gusta.

  • ¿Qué vas a decidir? ¿Disfrutar de ser hijo/hija de Dios o vender ese privilegio?

Oración:

Querido Dios Padre, gracias por enviar a Jesús a morir por mí y yo poder ser tu hijo. Deseo elegir siempre tus bendiciones y no el pecado. Ayúdame a siempre elegir bien y cumplir con tus mandamientos, deseo sentir el gozo de ser salvo. En el nombre del Señor Jesús, Amén.