Día 32 (101) - Gn 32:11-21

11 Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. 12 Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud. 13 Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: 14 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 15 treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. 16 Y lo entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. 17 Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De quién eres? ¿y adónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti? 18 entonces dirás: Es un presente de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros. 19 Mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú, cuando le hallareis. 20 Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto. 21 Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento. Génesis 32:11-21

Ayer vimos sobre el temor que tenía Jacob pues su hermano Esaú venía con 400 hombres a recibirle. Dividió todas sus cosas en dos campamentos y luego oró a Dios pidiendo protección. Pero por las dudas preparó un buen regalo para Esaú. Jacob no había aprendido a tener la fe de su padre Isaac y de su abuelo Abraham. Dice que separó Jacob para enviar de regalo a Esaú: 200 cabras, 20 machos cabrios, 200 ovejas, 20 carneros, 30 camellas con su cría, 40 vacas, 10 novillos, 20 asnas y 10 borricos. ¡550 animales sin contar las crías de las camellas! Y mandó a cada grupo de animales con sus siervos adelante de la caravana dónde estaba él, sus esposas, hijos, siervos y demás animales. Pensó que con semejante regalo a Esaú se le pasaría el enojo.

Fue mandando a sus siervos de a uno con cada grupo de animales y les dijo que cuando vayan llegando a dónde estaba Esaú le digan: “Es un presente de tu SIERVO Jacob, que envía a mi SEÑOR Esaú, y él viene atrás de nosotros.” Los siervos se fueron alineando uno tras otros con sus manadas. Sería una larga fila por la cantidad de animales que cada uno llevaba. Pero.. ¿Dónde estaba Jacob? Jacob estaba en el campamento.

Dios le había dado cuatro promesas. Se estaba por cumplir la cuarta y última . Para eso tenía que llegar a su casa. Mucho antes estaba Esaú con 400 hombres más. En aquel lugar del campamento había ángeles de Dios. ¿Qué más necesita para confiar en Dios?.

Cuando Jacob oró l e había dicho a Dios:

Dios de mi padre y de mi abuelo.

Me dijiste vuelve a tu casa y tu parentela.

Me fui con un cayado y vuelvo con dos campamentos.

Líbrame de la mano de mi hermano.

Tú me das dicho yo te haré bien.

¿Te fijaste el planteo que le hizo a Dios? Lo planteó desde el lado de la promesa. Le recordó a Dios que debía cumplir con que pudiera llegar bien a su casa. Pero él se quedó en el campamento. Mandó a sus siervos adelante. ¿Por qué no confió en Dios y fue adelante y arregló él mismo las cosas con Esaú? ¿Cuando va a entender que con Dios las cosas no se arreglan con dinero ni posesiones, sino con un corazón sincero y arrepentido?

Lamentablemente la historia se vuelve a repetir día tras día hasta el mismo día de hoy. Quién tiene más posesiones cree que pueden ser una herramienta para conseguir lo que desee. Que con ellas puede hacer alguna obra de bien que quite de su corazón la carga de haber hecho tantas cosas mal delante de Dios. Pero ninguna cosa puede alcanzar eso, excepto un corazón sincero y arrepentido.

Nos toca ver éste pasaje una semana antes del día en que recordamos a ese viernes santo en que Jesús entregaba su vida. El todopoderoso Dios, el Soberano de la creación, mostró el camino de la voluntad de Dios y a Dios. Él es el camino a Dios, pero nadie puede transitar ese camino si no hay un corazón sincero y arrepentido. El murió por toda la humanidad, pero solo podrán llegar a Dios los que con corazón sincero y arrepentido reconozca su pecado y pida el perdón de Dios y reconozca que Jesús entregó su vida por él.

  • ¿Qué piensas de Dios? ¿Es quién tiene que cumplir sus promesas, (como pensaba Jacob) o es quién ya las cumplió entregando su vida por vos?

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque en Jesús se cumplieron todas las promesas. Gracias porque ahora puedo disfrutar de la esperanza de la vida eterna. Ayúdame a que siempre lo pueda recordar, y así poder descansar en tí, aún en ésos días que se puedan presentar muy complicados. En el nombre del Señor Jesús, Amén.