Día 33 (102) - Gn 32:22-30

22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23 Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. 27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Génesis 32:22-30

Esa noche hizo que todos cruzaran un arroyo que había en ese lugar, llamado curiosamente Jaboc, y él se quedó solo. No sabemos exactamente porque quiso quedarse solo. No sabemos si vio a un varón y entendió que tenía que hacer ésto solo. Pero el hecho es que estuvo luchando toda la noche con ese varón hasta que estaba por amanecer. Podríamos pensar: ¡qué fortaleza tenía Jacob! O ¡Qué terco que era Jacob!. Me inclino más por la segunda, pero sin desestimar la capacidad natural que Dios le había dado. Toda su vida había sido una pelea constante. Y esa pelea había sido fundamentalmente contra Dios mismo.

La Biblia dice que ese varón cuando vio que no lo podía vencer tocó en el encaje del muslo de Jacob y ése se descoyuntó. (descoyuntar significa dislocar o desencajar un hueso de su articulación). De diferentes maneras Dios le había hablado a Jacob, pero él nunca quiso escuchar. Cuando Dios nos avisa y no escuchamos, tiene que elevar el nivel de prueba o llamada de atención, para justamente cautivar nuestra atención. Ese varón le estaba mostrando de que podría haberlo aplastado en un instante. Es llamativo ver que no lo golpeó sino que simplemente lo tocó para descoyuntar su muslo y entonces Jacob no pudiese seguir en pie.

Jacob se agarró del varón al caer . Fue, seguramente, un movimiento rápido pues no podía recuperarse rápidamente y aquel varón se iría. El varón entonces le dijo que lo suelte y Jacob le respondió que no lo haría hasta que lo bendijese.

El varón entonces le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y el le respondió: Jacob. Y el varón le respondió: No se dirá tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios. Jacob… mejor dicho Israel, llamó a ese lugar Peniel, que significa: el rostro de Dios, pues había visto a Dios cara a cara.

Jacob había peleado desde el vientre de su madre. Primero con su hermano, luego contra su padre, pero siempre contra Dios. Siempre elegía hacer la suya y después, si hacía falta, hablar con Dios. Muchos hacemos lo mismo. Creemos en Dios o no, pero continuamente estamos peleando contra él. Constantemente no queremos hacer lo que él nos manda y pensamos que lo que nosotros decidimos es mejor. Lo mismo pensó Jacob y así le fue. Pero ahora tenía la gran posibilidad, Dios le dijo basta y él podía dejarse caer o aferrarse a Dios. Se aferró a Dios y dijo: ahora fue librada mi alma. De nada sirvió el engaño, de nada sirvió hacer la suya , de nada sirvieron todas las riquezas que tenía, ninguna liberó su alma. Pero aferrarse, abrazarse a Dios con fuerzas, ¡eso sí que liberó su alma!

  • ¿Qué vas a decidir? ¿Te vas a aferrar a Dios o te dejarás caer?

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque cada día quieres llegar a mi vida. Gracias porque aunque muchas veces no te presté atención tu seguiste hablándome. Te pido que me bendigas, que liberes mi alma del pecado, quiero estar aferrado a ti, quiero sentir tu abrazo. En el nombre del Señor Jesús, Amén.