Día 36 (105) - Gn 33:5-20

5 Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. 6 Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. 7 Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron. 8 Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. 9 Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. 10 Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido. 11 Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó. 12 Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. 13 Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. 14 Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. 15 Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. 16 Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir. 17 Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot. 18 Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad. 19 Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas. 20 Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel. Génesis 33:5-20

Ayer vimos como hay que hacer las paces con los que nos rodean y no ser como Jacob y Esaú que pasaron toda su vida peleando, y no te olvides que contás con la ayuda de Dios. Volviendo a la historia, después que se abrazaron y lloraron, Esaú levantó la cabeza y miró y preguntó sobre quienes eran todos esos. Jacob le dijo que era toda su familia. Primero vinieron las siervas con sus hijos y se inclinaron ante Esaú, y luego vino Lea con sus hijos e hicieron lo mismo y por último Raquel con José e hicieron igual.

Entonces Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos? (No se refería solo a las mujeres y los niños, sino a todos los animales que Jacob había mandado adelante como regalos para Esaú) Jacob le respondió que solo buscaba que él lo recibiera en paz. Esaú le dijo , que ya tenía suficiente que no lo necesitaba. Entonces Jacob le insistió que recibiera todo ese regalo.

Acá es dónde nos ponemos a pensar y decir: mejor que lo acepte, haber si todavía se empiezan a pelear otra vez. Pero, no, quedate tranquilo que no se iban a pelear. Esaú entonces, ante la insistencia de Jacob, aceptó el regalo y le dijo: bueno, entonces yo voy a ir adelante por el camino y ven tu detrás de mi, y vamos junto hasta casa. Pero Jacob le hizo ver que tenía niños pequeños, que junto con las mujeres, los sirvientes y todos los animales, habían hecho un largo viaje a pie y entonces su andar iba a ser lento. Esaú entendió todo eso y le ofreció que se quedaran con él sus hombres para ser de ayuda en el camino restante, pero Jacob le mostró que no hacía falta.

Éste diálogo que acabamos de leer, parece un dialogo común de dos hermanos. Pero teniendo en cuenta todo lo que había pasado en la vida de ambos, entendemos que es un diálogo maravilloso. Nunca habían tenido un diálogo así. Estaban disfrutando no solo del perdón, sino de la amistad que siempre debieron tener. Primero disfrutaron del abrazo que nunca se habían dado. Ahora disfrutaron de una conversación que nunca habían tenido. Llegaron rápidamente a un acuerdo que nunca habían alcanzado.

A veces nos pasa a nosotros también. Queremos saber algo de Dios y entonces leemos la Biblia o escuchamos de ella. Ahí encontramos lo que Dios nos pide, y muchas veces nos enojamos pensando que él quiere lo malo para mí, pues me pide cosas que no puedo hacer, o no quiero hacer. Pero… cuando me acerco de corazón y veo cómo entregó Su vida por mí, me doy cuenta que el primer abrazo fue el de la cruz. ¿Por eso murió con los brazos abiertos? Sigue esperando tu abrazo, sigue esperando conversar contigo y te darás cuenta que su yugo es fácil y ligera su carga, como el dijo.

El capítulo termina contando que Jacob llegó a Sucot y luego a Siquem y compró tierra, como el abuelo Abraham. Pero lo más importante que hizo fue hacer un altar y lo llamó: El Dios de Israel. ¿te diste cuenta como lo llamó? No lo llamó el Dios de mi padre, ni el Dios de mi abuelo, ni tampoco el Dios de Jacob, el tramposo. Sino que lo llamó el “Dios de Israel”, el que había luchado contra Dios, pero ahora iba a luchar con Dios de su lado. ¡Qué importante es poder abrazarnos de los pies de Jesús! Como hizo Jacob en Peniel y dejar de ser Jacob para ser Israel.

  • Atrévete a abrazar a Jesús. No en la cruz, sino en su Palabra.

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque en la cruz Jesús murió por mi y me abrazó. Ahora yo quiero abrazarte y conocerte más. En el nombre del Señor Jesús, Amén.