Día 39 (108) - Gn 34:13-31
13 Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuanto había amancillado a Dina su hermana. 14 Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. 15 Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón. 16 Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. 17 Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos. 18 Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor. 19 Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre. 20 Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo: 21 Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. 22 Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados. 23 Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. 24 Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad. 25 Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. 26 Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron. 27 Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana. 28 Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo, 29 y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa. 30 Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa. 31 Pero ellos respondieron: ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera? Génesis 34:13-31
En los dos días pasados hemos estado viendo sobre la hija de Jacob y Lea, Dina. Vimos el cuadro terrible en que estaba. Pasó por el abuso y por el mercadeo de su propia persona, y cómo esa persona que había realizado todo ese ultraje, apañado por su padre, se había presentado delante Jacob y sus hijos pidiendo “comprar” a Dina.
El pasaje un poco extenso de hoy nos muestra la
reacción y el plan de los hermanos de Dina. Miremos un poco las
armas que usaron para conseguir su objetivo. Lo primero que dice es
que no mostraron su enojo, sino todo lo contrario, se mostraron muy
amables. La primera estrategia fue el disimulo, el aparentar algo que
no eran. Luego siguieron con algo que era sagrado, pues fue Dios
quien lo había establecido, y tiene que ver con la circuncisión.
Les dijeron que no podían formar parte de una familia incircuncisa.
Está muy claro que no había inquietud espiritual, sino que estaban
usando un elemento sagrado para poder concretar su plan. Si hubiese
habido inquietud espiritual les hubiesen ducho que no podían unirse
a ellos pues estaba prohibido por Dios y que Dios mismo se encargaría
de hacer justicia sobre lo que le habían hecho a Dina.
Que terrible cuando alguno usa cosas sagradas con intereses personales. ¿Podrá quedar impune semejante cosa? Podrá pensar que puede engañar al hombre, pero de ninguna manera se puede convertir lo santo en profano.
Pero era tal la “locura” de Siquem y Hamor su padre que aceptaron que ellos y todos los hombres de su comunidad se iban a circuncidar. Siquem y Hamor fueron a su comunidad y les dijeron que los hijos de Jacob eran pacíficos, que juntos podían habitar y les dijo cuales habían sido las pautas del trato. El relato dice que todos estuvieron de acuerdo. Cada uno estaría calculando como iba a ser ese trato, y que podría sacar de beneficio en varios sentidos. (recuerda que el trato era sobre la tierra pero también las mujeres) Así entonces fue circuncidado todo varón de esa comunidad. Pero… así sigue el relato, pero… Si, al tercer día, el día de mayor dolor, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron una espada cada uno y mataron a todos los varones, incluyendo a Siquem y Hamor. ¡Un verdadero desastre! Claro que el delito de Siquem había sido terrible y de Hamor como cómplice, pero la justicia debe ser dejada en mano de Dios, el cuál dará el justo castigo. Pero ellos, aparentemente los 10 mayores, se llevaron todo lo que les habían prometido, pues tomaron sus ganados, sus mujeres y los niños.
Pero hay un detalle. ¿Dónde estaba Dina en medio de todo ésto? Dina siempre estuvo en casa de Siquem. Estuvo cautiva en ese lugar. Ella fue el tema de conversación, pero ninguno pensó en ella, ni en cual era su decisión, si bien en este tema no había nada para elegir, pues había sido tomada y ultrajada.
Al final del capítulo aparece otra vez Jacob hablando. Sabemos que era bastante grande de edad, pero ¿Por qué no intervino antes? ¿Por qué no frenó las cosas de entrada pidiendo que traigan a Dina y que no podían tener familia con ellos, y menos por lo que le habían hecho a ella? Ahora, otra vez, había solo lamentos. Ahora estaban en la tierra que Dios había prometido, pero ellos eran abominables a los que vivían en esas tierras. Hasta pensó en que los demás se podrían agrupar y atacarlos y destruirlos.
¿Había necesidad de pasar por algo así? Claro que había sucedido algo terrible a Dina, pero en vez de pensar en la forma de ayudarla a ella y que Dios haga justicia, decidieron hacer las cosas según su parecer y odio, y el resultado fue aun más tristeza y muerte. ¿Qué pensaban todos esos niños y mujeres que fueron traidos? ¿Cómo puede ser que un pueblo que estaba naciendo para ser el escogido de Dios estaba en una posición tan desastrosa? Es la misma que hoy muchos hacen cuando usan el nombre de Dios para su ganancia egoísta y no piensan en realidad en la voluntad de Dios ni en las personas que necesitan realmente de Dios. Ellos son los que hacen que las personas se alejen de Dios o endurezcan sus corazones al mensaje el evangelio, pero el Señor Jesús fue muy claro sobre eso: “sería mejor que se ataren un piedra de molino y se arrojen a la profundidad del mar.”
Los hermanos en vez de pedir disculpas por su exabrupto solo pensaron en su hermana había sido tratada como una ramera, pero no pensaron bien en ella, quién presenció toda aquella matanza de aquel día. (Vale aclarar que en ese momento no había una justicia humana. Hoy si la hay, y en casos como el que le pasó a Dina, primero ponerlo en las manos de Dios para que él no solo imparte justicia para el que cometió el delito, sino que también ayude, sobre todo, a quien lo sufrió. Pero después ir delante de la justicia humana y hacer la denuncia correspondiente y exigir la justicia humana.)
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¿Cómo reaccionas ante una injusticia?