2 Entonces
Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los
dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros
vestidos.
3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el;
y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi
angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. 4 Así
dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos,
y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió
debajo de una encina que estaba junto a Siquem. Génesis 35:2-4
Ayer quedamos en que Jacob con su familia salieron hacia Betel. Ante el pedido de Dios, no encontramos en el relato bíblico de que él ponga excusas u obre a su manera, cómo tantas veces había hecho a lo largo de toda su vida. Allí Jacob debería construir un altar. Pero antes de salir había tres cosas que hacer: quitar los dioses que tenían, (estatuas, figuras, etc) limpiarse (asearse muy bien) y cambiarse la ropa.
Todo ésto pidió Jacob a su familia que hiciera antes de ir a Betel. En ese lugar estaba Dios. Betel significa “casa de Dios”. Muchas veces pensamos que cuando vamos a la iglesia, o al templo mejor dicho, vamos a la casa de Dios, y eso es cierto. Pero la Biblia nos enseña que desde que aceptamos a Jesús cómo Salvador el Espíritu de Dios vive en nosotros, por eso la Biblia dice que nuestros cuerpos son la casa del Espíritu Santo.
Esta
historia nos enseña lo que Dios nos pide que hagamos para que el
Espíritu Santo puede obrar con poder y libertad en nuestras vidas.
Primero:
quitar dioses ajenos. Eso significa que muchas veces ponemos cosas en
el lugar de Dios. Aveces son cosas buenas y muchas otras cosas que
son malas. Jesús dijo que debemos buscar primero el reino de Dios y
su justicia y él se iba a encargar de que tengamos todo lo demás
que necesitemos. Raquel se había traído los dioses de su padre, ¿se
acuerdan? Pensaba que ellos la podían ayudar. Dios dice que son
dioses que tienen oído y no oyen, tienen boca y hablan, tienen manos
y no pueden actuar, son solo piedras. Dios es un Dios vivo y
verdadero que nos pide que le demos a él el primer lugar en nuestra
vidas para que pueda obrar con poder y autoridad sobre nosotros.
No
debemos olvidar, además, que también estaban todas las mujeres de
la comunidad de Hamor. Ellas tenían sus propias costumbres y dioses,
ahora era el momento de dejarlos.
Segundo:
limpiarse. Eso significa que cuando aceptamos a Jesús como Salvador
el nos perdonó y nos limpió de todos nuestros pecados. Pero
seguimos pecando. Esos pecados ya están perdonados pero van
ensuciado nuestra vida y corazón. 1 Juan 1:9 dice que si confesamos
nuestros pecados, Jesús es fiel y justo para perdonarnos, pero
también para limpiarnos de toda maldad, es decir, pecado. Debemos
confesar a Jesús nuestros pecados.
En medio de esas personas había
asesinos, (Simeón y Leví habían matado a todos aquellos varones)
había ladrones, (Los diez habían saqueado no solo las cosas de
allí, sino que también las mujeres y los niños) y había
mentirosos. (Los 10 habían mentido y planificado todo el desastre
que hicieron)
Tercero:
cambiarse de ropa. Eso significa que hay modales, palabras,
costumbres que debo dejar. No debo decir malas palabras ni frases
hirientes. Todas las costumbres que me puedan llevar a perjudicar la
salud física y mental debe ser dejada de inmediato. No debo ver los
programas que me enseñen cosas en contra de lo que Dios enseñe. Y
no debo escuchar, y mucho menos cantar, las canciones que dicen cosas
en contra de lo que Jesús enseña.
Ellos tenían aún sus ropas
manchadas de lo que sus manos habían hecho. En ellos había olor a
muerte.
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Menciona
las tres cosas que debes hacer para que el ES obre en tu vida.
Oración:
Querido
Dios
Padre
, gracias porque tu deseas obrar en mi vida a travez de tu Espíritu Santo. Te pido que me ayudes a cumplir los tres pasos, para que él pueda obrar con poder en mi vida. En el nombre de
l
Señor
Jesús, Amén.