Día 43 (112) - Gn 35:6-15
6 Y llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán (esta es Bet-el), él y todo el pueblo que con él estaba. 7 Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-bet-el, porque allí le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano. 8 Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada Alón-bacut. 9 Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. 10 Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel. 11 También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. 12 La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra. 13 Y se fue de él Dios, del lugar en donde había hablado con él. 14 Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite. 15 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Bet-el. Génesis 35:6-15
Ya quedamos en Betel, el lugar que Dios mandó a Israel. Ya dejaron los dioses ajenos, se limpiaron y cambiaron sus ropas. Ya aprovecharon que Dios les preparó el camino poniendo terror a las ciudades de alrededor. Ahora todo estaba preparado para construir el altar y adorar a Dios.
Primero había que construir un altar. Un altar se hacía con las piedras que se iban encontrando por ahí en derredor, y la idea es hacer algo que se elevaba del suelo, que se separara de la tierra, que esté más cerca de cielo, aunque sea unos cuantos centímetros.
¿Sabes que es adorar a Dios? Adorar a Dios significa reconocer que Él es Dios y no hay otro como él. Reconocer que él es el Dios vivo y verdadero. Él Dios que no fue una creación de una mente humana, sino que Él creó al ser humano.
Israel y su familia fueron ante al altar y adoró a Dios. Dios de la misma manera nos pide que podamos despegar nuestro corazón de lo de la tierra y se acerque a lo del cielo. La Biblia nos dice que podemos disfrutar de un anticipo pequeñito del cielo cuando estamos en comunión con Dios y le estamos adorando. Como el humo del sacrificio ascendía, así puede hacerlo nuestra alabanza y adoración a Dios, y puede subir como un aroma grato hasta la misma presencia de Dios. Los holocaustos eran con el aroma de la muerte, del fuego consumiendo la carne ofrecida. Gracias a que el Señor Jesús se entregó por nosotros, ahora nuestro sacrificio es de alabanza a su nombre, y no tiene olor a muerte, sino a vida y vida eterna.
Dios se le apareció a Israel y habló diciendo que todas las promesas que le hizo a Abraham su abuelo y a Isaac su papá, también eran para él. Cuando ponemos a Dios en el primer lugar de nuestras vidas y le adoramos, podemos escuchar sus promesas y su voz con mayor claridad. Tal vez no de la forma en que Israel o Abraham lo escucharon, pero sí por medio de la Biblia, o yendo a algún templo, o, como hacemos mucho en éstos días, viendo cultos o enseñanzas por YouTube.
En éstos días, hazte un tiempo para pensar en Dios y con un corazón que se despeje por un rato del suelo y se eleve a la presencia de Dios, dale las gracias por la Obra del Señor Jesús, pero también por permitirte poder contar con él en los días donde pueda haber incertidumbre de algún tipo, por problemas interpersonales, salud o económicos que puedan venir.
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Eleva tu corazón hoy mismo a Dios, que tu vida sea un altar.