Día 7 (76) - Gn 27:1-13
Aconteció
que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin
vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él
respondió: Heme aquí. 2 Y él dijo: He
aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. 3 Toma, pues,
ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza;
4 y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré,
para que yo te bendiga antes que muera. 5 Y Rebeca estaba
oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo
para buscar la caza que había de traer. 6 Entonces Rebeca habló
a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que
hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: 7 Tráeme caza y hazme
un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes
que yo muera. 8 Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo
que te mando. 9 Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos
buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu
padre, como a él le gusta; 10 y tú las llevarás a tu padre, y
comerá, para que él te bendiga antes de su muerte. 11 Y Jacob
dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso,
y yo lampiño. 12 Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por
burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. 13 Y
su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición;
solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos. Génesis 27:1-13
Los años fueron pasando e Isaac se fue envejeciendo. En un momento se quedó sin la vista. Y entonces llamó a su hijo Esaú y le dijo: ya estoy bastante viejo y no se cuando puedo morir, anda al campo, caza un animal y hazme un guiso cómo a mi me gusta y te daré la bendición antes que muera. Debemos recordar que Esaú había nacido primero, unos instantes antes que Jacob, por eso era el primogénito y le correspondía la primogenitura, pero él ya la había vendido, ya la había despreciado y cambiado por un plato de comida.
Del otro lado de la pared de tela de la tienda donde vivían, estaba Rebeca escuchando lo que Isaac le decía a Esaú. Entonces llamó a Jacob y le dijo: Oí que tu padre le pidió a Esaú que vaya a cazar y le haga un guiso como a él le gusta, y que luego le daría la bendición. Y siguió diciendo: ahora vas a obedecer lo que te mando. Andá a corral y tráeme de ahí dos buenos cabritos que yo voy a hacer la comida que le gusta a tu padre. Tú después le llevarás la comida y recibirás la bendición.
Jacob ya no era un niño, y había dejado atrás la adolescencia. Entendía muy bien la gravedad de lo que le estaba proponiendo su mamá. Lo único que llegó a decir es que su hermano era velloso y él lampiño. ¿Sabes que significa lampiño? Es una persona que tiene muy poco pelo en el cuerpo. Su temor era que su padre se diera cuenta y en vez de una bendición recibiera una maldición, pues era muy grave lo que iba a intentar hacer. Rebeca, se mamá, le insistió y le dijo que solo obedezca y que traiga lo que le pidió. Todo se dio muy rápidamente, y Jacob obedeció lo que su madre le dijo.
Algunos pueden pensar que Jacob hizo bien porque hay que obedecer a nuestros padres. Pero, si vamos a Efesios 6:1 allí dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres en todo, porque esto es justo”. Y luego dice: “Honra a tu padre y a tu madre para te vaya bien”.
Pensemos un poco en estos versículos. Primero dice que tenemos que obedecer a nuestro padres en todo. Ahí ya encontramos un problema. Jacob estaba obedeciendo a su mamá pero no a su papá. En segundo lugar dice que los tenemos que obedecer en el Señor. ¿Qué significa obedecer en el Señor? Jacob tendría que haberle dicho a su mamá: no mamá, no podemos hacer eso, a Dios no le agrada, además estamos engañando a papá y eso es muy feo. Eso es obedecer en el Señor, eso es justo.
Una vez había un niño que escuchó que alguien golpeaba a la puerta de su casa. Miró por la ventana y vio que era Don José, el vecino de la esquina. Entonces le dijo a su papá: papá, está Don José en la puerta. Su papá le respondió: no tengo ganas de atenderlo. Esperemos un rato en silencio y se va a ir pensando que no estamos. Don José siguió golpeando la puerta. En un momento el papá enojado le dijo a su hijo: andá a atenderlo y si pregunta por mí, decile que no estoy. Pero papá, respondió el niño, eso es mentira y vos me dijiste que está mal mentir. El padre más enojado aun pero sin levantar la voz para no ser oído afuera le dijo: ¡hacé lo que te digo! El niño lentamente se dirigió a la puerta y la abrió y saludo a Don José. Él luego de saludar al niño le preguntó: ¿Está tu papá? El niño pensó un instante y respondió: mi papá dice que no está. Una genialidad. No mintió y obedeció la orden de su papá.
Dios nos dice que debemos obedecer a ambos, y que debemos hacerlo en el Señor. Además dice que debemos honrarlos. ¿Qué es honrarlos? Lo podemos definir en cuatro puntos:
1 - Valorarlos. Honramos a nuestro padre y a nuestra madre cuando agradecemos todo lo que han hecho por nosotros, y demostramos que los valoramos teniendo en cuenta sus consejos.
2 - Aceptar su autoridad. Los jóvenes, en especial, honran a sus padres al respetar la autoridad que Dios les ha dado. Aunque muchas veces no estén de acuerdo.
3 - Tratarlos con respeto. Por lo general, el respeto se ve en lo que decimos y en cómo lo decimos.
4 - Cuidar de ellos. Al envejecer, puede que los padres necesiten nuestra ayuda.
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¿Puedes repetir las cuatro formas de honrar a tus padres?