Día 10 (124) - Gn 39:10-15
10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, 11 aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. 12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. 13 Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; 15 y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. Génesis 39:10-15
Seguimos hoy con la historia de José. Ayer pudimos ver como la esposa de Potifar lo acosaba todos los días y lo intentaba seducir, pero José tenía en claro que eso estaba mal delante de los principios de Dios en cuanto al uso de la sexualidad. Ella era una mujer casada y el un hombre soltero que no era su esposo. Para muchos puede parecer insignificante eso, pero para aquel que ha puesto su fe en Dios, sabe que eso está muy mal ante la mirada y mandato de Dios, creador de la sexualidad.
En el relato bíblico de hoy podemos ver que ante la insistencia de ella y negativa de él, ella decide avanzar sin su permiso. José entró a la casa, como lo hacia a diario, a hacer sus tareas. En ese momento no había nadie en la casa más que ellos dos. Ella lo toma y le quita la ropa a José, y le da la orden nuevamente: duerme conmigo. José se ve en ese cuadro tan complejo, sin su ropa, y entonces, como lo hacia a menudo, toma la decisión rápidamente. Sabía que no había tiempo para perder, pues cada segundo que pasaba la seducción podía diluir todos los principios de Dios que habían en su corazón. Entonces decidió salir rápidamente de ahí y huyó corriendo sin sus ropas.
La mujer se quedó en la casa con la ropa de José en sus manos. Entonces empezó a llamar a los demás sirvientes y empezó una actuación estelar como de las mejores películas. Ya aclaré ayer que ésto no es contra las mujeres, sino de aquellos que siendo mujer u hombre acosan a otras personas. Una de las cosas que hacen para disimular es actuar y se presentan como victimas, cuando en realidad son victimarios. Aquellos que se creen dueños de los demás y con poder de hacer lo que les plazca con ellos. Aquellos que piensan que por tener una autoridad política, religiosa o económica pueden disponer de sus semejantes a su gusto. Esa experiencia tuvo José, y lamentablemente muchas personas aun hoy en día padecen. El mal que hay en el corazón del ser humano los lleva a hacer uno de los peores ultrajes que existen. Y podemos ver también en la escena como actúa el mal. Aquella mujer estaba llevando a cabo un acoso sexual agravado por su autoridad sobre él, pero también una infidelidad sobre su esposo. Como vimos ayer, no vamos a entrar en la discusión sobre como estaba su matrimonio ni como era Potifar con ella, pero queda bien en claro que ella usa un recurso para que su esposo no diga nada: lo acusa de haber traído a "un hebreo" a su casa. Culpa a su esposo por lo que ella decía que había ocurrido, y además usa una forma despreciable al referirse al pueblo al que José pertenecía. ¿No te hace acordar a Adán y Eva en Edén, donde Adán le dice a Dios: la mujer que me diste me dio de comer?
Pero José, en la vereda totalmente opuesta, tenía su mirada puesta
en Dios, del cual venía los principios que profesaba y también la
fortaleza para poder tolerar y superar esos momentos de presión
insoportables, de los cuales parecía que no había escapatoria. Muchos años después Mateo escribe las palabras de Jesús en el capítulo 5:
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen (critiquen, censuren, desprecien o humillen a alguien con dureza, a menudo y de manera abusiva) y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos;
Ese mal en el corazón del ser humano sigue hasta el día de hoy. Las noticias constantemente reflejan esa cruda realidad y parece no haber salida a esa problemática. Pero José, nos sigue enseñando que el único refugio estable para el ser humano sigue siendo Dios. El mal se agranda cuando más el hombre se aleja de Dios, pero cuando más se acerca a Él, el mal se transforma en bien, consuelo y contención.
-
¿Está tu vida cerca o lejos de Dios?