Día 16 (130) - Gn 41:15-36

15 Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. 16 Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón. 17 Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río; 18 y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado. 19 Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto. 20 Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas; 21 y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté. 22 Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas. 23 Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas; 24 y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete. 25 Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. 26 Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. 27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre. 28 Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. 29 He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. 30 Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. 31 Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima. 32 Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. 33 Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. 34 Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. 35 Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. 36 Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.

Ayer estuvimos viendo como José empezó a cosechar todas las cosas que había sembrado durante los últimos 13 años especialmente siendo un esclavo, preso y olvidado. Había llegado el momento en que Dios iba a permitir que empiece a cosechar el fruto de su laboriosa siembra. Dios no permite por que sí las cosas, sino que lo hace siempre, pero siempre con un propósito. Dios había estado preparando a José durante todos esos años, pero José se había dejado preparar. No siempre los que deben ser preparados, quieren ser preparados. O también pasa muchas veces que queremos ser preparados pero a nuestra manera y no a la de Dios. Pero no nos damos cuenta que si hacemos las cosas a nuestra manera cuando nos preparamos, también lo vamos a hacer cuando vengan los desafíos y van a ser más los desaciertos que los aciertos y podemos provocar mucho daño aunque sea sin intención. José iba a tener una tarea increíble e iba a necesitar estar muy dependiente de Dios, pues no había lugar a equivocaciones.

Pero volviendo a la historia, Faraón le contó el sueño que ayer ya vimos cuando lo estaba soñando. De la misma manera se lo cuenta a José, por eso aparece dos veces en el capítulo. Cuando termina le aclara que nadie en su reino lo ha podido interpretar. Una buena forma de meter presión. Es importante notar que Faraón está dando cierto pie para que José hable, pues nadie podía dirigirse al faraón sin su autorización. José entonces comienza a hablar y lo primero que quiere hacer es dejar dos cosas en claro: la primera es que los dos sueños son una sola cosa; y lo segundo es que Dios mismo ha mostrado al Faraón lo que va a pasar. Que claridad de mente tenía José. Fue al grano, como decimos comúnmente, sin hacer ningún tipo de adorno que muchas veces hacemos para impresionar a quien está escuchando, pues ¿Cuándo voy a tener otra oportunidad así?

Le dice luego que las 7 vacas gordas y las 7 espigas hermosas son 7 años. También las otras 7 vacas y espigas son 7 años de hambre. Vuelve a dejar en claro algo: Dios le está mostrando lo que va a hacer. Vienen siete años de abundancia y luego 7 años de gran hambre.  Los 7 años de hambre se devorarán a los siete de abundancia como si no hubiesen existido. José ya había dado la interpretación del sueño. Ahora Faraón debía decidir como seguir, pero en este caso no fue así, pues José continuó hablando y agregó algo más sobre el sueño. Dijo que como se repite dos veces la cosa está firme y ya comienzan los primeros 7 años. En ningún momento Faraón interrumpe la exposición de José que va más allá del sueño, que era para lo que se lo había llamado. Entonces le dice al Faraón literalmente: “Por tanto provéase… póngalo… ponga… quinte...” ¡¿Ese joven esclavo, preso, hebreo le está dando órdenes al faraón?! Si bien la Biblia no lo dice, me imagino ese pensamiento entre los sabios y consejeros de faraón, esperando que la mirada de él convierta en cenizas al osado y atrevido joven. Pero nada de eso pasó. Faraón seguía escuchando con atención. Procesando cada palabra que escuchaba con una precisión admirable y una seguridad como si lo hubiese pensado durante años lo que le dijo hace un par de minutos. 

Provéase de un hombre prudente y sabio”, “Póngalo sobre la tierra de Egipto”, “ponga gobernadores sobre el país” , “quinte toda la tierra durante los siete primeros años”, “junten toda la provisión”, “recojan el trigo bajo su mano”, “guárdenlo en depósitos para los años de hambre”, “así el país no perecerá”. Esos fueron los 8 consejos de José al Faraón. ¡José ¿podés pasar por la casa rosada un poco cada cuatro años?! Se necesita hombres (claramente pueden ser mujeres también) prudentes y sabios. Jesús dijo que el prudente es el que escucha sus palabras y las hace y el sabio Salomón dijo que el principio de la sabiduría es el temor reverente a Jehová. Entonces se necesitan personas que escuchen a Dios y actúen en consecuencia con temor reverente delante de Dios. Esas personas si son prudentes y sabias estarán reconocidas sobre el país, y debajo de él gobernadores. No dice las condiciones de los gobernadores. Quiere decir que si la cabeza es prudente y sabia va a poder dominar su cuerpo que está debajo. Y luego manos a la obra. La tierra va a dar sola, pero hay que ir por más. Quintar era abrir nuevos canales y aprovechar cuando cuatro veces al año el Nilo crece y deja sedimentos que fertiliza el suelo árido de Egipto. Saber guardar y administrar era la condición necesaria para hacer una buena tarea. Pero Faraón tenía que controlar, estar al tanto de todo, por eso le dice que debe estar debajo de su mano. Mientras tanto faraón escucha, me imagino asombrado de tanta elocuencia y espontaneidad.

¡Qué preparación tuvo José! Fueron 30 años duros, pero podía decir viendo la mirada consumidora de Faraón sin problema, sobre como debía ser ese hombre pues él lo era, prudente y sabio. Esa es una persona de Dios. Ese es el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros. José no fue un superhombre, sino una persona como cualquiera de nosotros que siempre se apoyó en Él, y buscó primeramente el reino de Dios y su justicia, y Él añadió todo el resto. ¡Cómo debemos examinar nuestras vidas de todo lo que estamos perdiendo por no apoyarnos en Dios como deberíamos.! 

  • ¿Qué cosas hacen que no te apoyes en la persona de Dios? ¿Qué piensas hacer con ellas?

Oración:

Querido Padre Dios, gracias te doy porque nuevamente me muestras que tienes un plan para mi. Necesito de tu ayuda para aprender a apoyarme en tí, como lo hizo José y así tu podrás añadir todo lo que necesito espiritualmente, físicamente y económicamente. Te doy las gracias en el nombre del Señor Jesús, Amén.