Día 18 (132) - Gn 41:40-42

40 Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41 Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42 Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; Génesis 41:40-42

En el último estudio hemos visto las tres características que José tenía y por eso fue reconocido por Faraón como la mejor persona para ocupar el puesto de gobernador general de Egipto. José había sido puesto sobre la casa de Potifar, luego sobre las tareas del cárcel y ahora estaba sobre la casa del hombre más poderoso de la tierra de ese momento y por su palabra se gobernará todo Egipto. Vienen a mi mente las palabras de Jesús cuando contaba la historia para enseñar sobre los talentos lo que le dijo el señor a sus siervos fieles en Mateo 25:  21 “Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” El servir en la casa de Potifar le pudo haber parecido que era una cosa grandísima, o estar a cargo de las cosas de la cárcel, pero ahora podía entender que aquello era poco comparado a lo que Dios quería hacer en y con su vida. José, un siervo fiel. Ahora José era el segundo en autoridad en todo Egipto.  Y Faraón para reconocerlo hizo algunas cosas. 

Primero dice que puso un anillo en la mano de José, que sacó de su propia mano. Esto muestra el reconocimiento del trabajo de esas manos, manos de esclavo durante 13 años en la escuela de entrenamiento riguroso en la academia de Dios. Ese anillo sería el que Faraón usaba para sellar las órdenes, leyes o edictos que emitía, que ahora José tendría esa labor. Durante todos esos años esas manos tuvieron la autoridad de hacer el bien, de saber que tocar y que no, y de ser guiadas por el Espíritu de Dios. Ahora esa autoridad estaba visible no solo en su hacer, sino también en ese metal precioso, símbolo de reconocimiento, no humano, sino divino.  

En segundo lugar lo hizo vestir de lino finísimo. Hacía 13 años que no vestía una ropa cómoda. Su ropaje de esclavo y luego de esclavo y preso, ahora cambiado en lino finísimo. El que nunca había tenido problema de servir a su amo, a su familia, a los otros esclavos y hasta los presos de la cárcel, ahora era servido, era vestido con los ropajes más preciosos. 

En tercer lugar puso un collar de oro en su cuello.  El sabio Salomón le dice a su hijo el hermoso consejo en Proverbios 3: “ 3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Atalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón;  4 Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres.”  Se refleja en la realidad de la vida de José. Misericordia es lo que había demostrado a todos los que Dios puso delante de él, y siempre usando la verdad. El decir atarlas al cuello es decir, a la vista de todos. Cuando alguien se acerca, una de las primeras cosas que se ven es el collar. Lo que quería decir es que cualquiera que se acerque, pueda ver ésto en vos. Y me asombra lo que es el resultado de la misericordia y la verdad: el hallar gracia y buena opinión ante Dios y los hombres, frase que se repite en la vida de José. Cualquiera que se acercaba a José, podía apreciar como era él, y podía tener buena opinión con solo mirar su conducta, trato y trabajo.

Tres cosas. Tres, como el número de Dios. Sin lugar a duda fue un reconocimiento de Dios ya que José dejó que Dios trabaje en su vida, aun en los tiempos más difíciles. Pero no puedo dejar de pensar en esos tres elementos. Porque al ver cada uno no puedo dejar de pensar lo que Dios ha hecho en mi vida desde que acepté al Señor Jesús como mi Salvador personal. 

Primero ha puesto en mis manos su anillo, su sello. Me ha sellado con su Espíritu Santo, como sello de salvación, pero también para que mis manos ya no participen del pecado, sino de la verdad y de obrar como Cristo obró cuando estuvo en esta tierra con un cuerpo como el mío. 

Pero también me ha quitado las ropas de esclavo, de esclavo del pecado y me va preparando para el mejor momento: cuando esté frente a él en la eternidad.  Me conmueve al leer en Apocalipsis 19:  8 “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.”  Leímos que José fue vestido con lino finísimo. Así ha hecho Dios con nuestras vidas cuando la sangre de Cristo hizo contacto con nuestros pecados, con la suciedad que había en nosotros. Pero, claro, tantas veces nos ensuciamos con nuestro mal obrar. Pero será maravilloso el día en que definitivamente tendremos lino fino, limpio (para nunca más ensuciarse) y resplandeciente. 

Y por último un collar de oro. Esto tiene que ver con el testimonio. No con solo lo que digamos que somos, sino lo que mostremos que somos. Fieles hijos de Dios, redimidos por la sangre de Cordero de Dios: el Señor Jesucristo. ¿Pueden ver todos en nosotros al Señor como lo veían en el collar de José?

  • Repasa las tres cosas que Dios nos ha dado y dale gracias a Dios por su amor.

Oremos juntos:

Querido Padre Dios, gracias por el Señor Jesús, por su obra en la cruz y por la salvación que disfruto por tu y su amor. Ayudame a que todos los días todos los que me rodean puedan apreciar en m í el collar de oro de tu amor. En el nombre del Señor Jesús. Amén.