Día 29 (143) - Gn 43:1-10
1 El hambre era grande en la tierra; 2 y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento. 3 Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. 4 Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento. 5 Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. 6 Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? 7 Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano? 8 Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. 9 Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre; 10 pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces.
En estos últimos días de estudio, nos encontramos en el segundo año de hambre sobre la tierra, profetizados en el sueño de faraón interpretado por José, luego de haber pasado los 7 años de abundancia.
Ayer vimos la negativa de Jacob de permitir ir a Benjamín a Egipto por miedo de perderlo para siempre, como, según él, pasó con José. El capítulo 43 nos muestra tres instancias en la historia. La primera tiene que ver con replantear los acontecimientos o tratar de razonar y buscar la salida al problema, mirando detenidamente las opciones que se disponen. Ayer también vimos la propuesta absurda de Rubén. Hoy aparece Judá en escena. No debemos omitir que él, Judá, es por quién pasa la línea genealógica que nos llevará a María y José, quienes tendrían el rol de padres humanos de Jesús. Además Judá es quién tiene ese nombre pues su madre Lea decidió alabar a Dios por su nacimiento a diferencia de sus 3 hermanos mayores con los cuales Lea trató de ganarse el amor de Jacob, y no lo logró. Por último, de Judá va a surgir el nombre de Judea, por ser la zona en que iba a ser ocupaba por la tribu de Judá en la división en dos del pueblo de Jacob, Israel; y que su traducción al griego es nada más y nada menos que Judas. Un nombre rico en historia indudablemente, que hasta ahora no había tenido una conducta muy apropiada, como el caso con Tamar, que ya hemos visto, pero pareciera que empieza a tratar de hacer las cosas de otra manera. Por eso habla con su padre Jacob, pero sin usar propuestas descabelladas como su hermano Rubén.
El tiempo había pasado y la comida se estaba terminando y Jacob intenta nuevamente que sus 9 hijos mayores vayan a Egipto en busca de ella. Podemos inferir que posiblemente en un tono cordial y paciente, si bien no lo podemos asegurar, Judá trató de convencerlo. Realmente no parecía haber otra salida que ir al único lugar en donde encontrar alimento, Egipto; pero, como Judá le volvió a recordar y remarcar a su padre, el señor de Egipto había dejado bien en claro que no se presenten allí sin traer a su hermano.
P ero surge en este capítulo algo llamativo en el relato. En el capítulo 42 se habla de Jacob, y en cambio en el 43 se habla de Israel. A lo largo de varios capítulos hemos visto a Jacob, el tramposo, el que suplanta y las veces donde sembró y cosechó mentiras y engaño; y aunque es triste pensarlo, seguía cosechando lo que sembró aún en su vejez y con los temas más profundos en su vida.
Pero ahora lo llama Israel, el que lucha con Dios, o con Dios lucha, es decir el que lucha contra Dios o lucha contra todo con Dios de su lado. Es decir, contra Dios o con Dios de su lado, el podía elegir. Y sin lugar a duda cada ser humano a diario elige si desea afrontar ese día luchando contra Dios o con Dios de su lado. Y justamente el diálogo es con Judá, con la importancia que tiene que ya hemos visto.
Israel usa su última arma, interpelando a sus hijos: ¿por qué le dijeron al señor de Egipto que tenían un hermano?. Se nota que Israel sabía que se le acababan las herramientas para poder mantener su argumento, que además ponía en peligro la continuidad de su familia. ¿Habrá pensado que si Dios había dado la promesa de que tendría un pueblo numeroso, Él de alguna manera iba a proveer el alimento, sin mandar a Benjamín? No lo sabemos, pero si sabemos que pronto se daría cuenta que no había otra alternativa, y que ese, que él quería, no sería el camino que Dios usaría.
Allí aparece en el relato la hermosa frase: “Y Judá dijo a su padre Israel”. Podría pasar desapercibidas esas palabras, pero tienen un significado maravilloso. No solo por los nombres que aparecen y el rango de autoridad de cada uno, sino que por primera vez en la historia uno de los hijos se hace cargo de sus actos y le dice: “Envía al joven conmigo”, haciéndose cargo personalmente, tomando la responsabilidad. Primero le muestra las ventajas de autorizarle el poder llevarlo: a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. Me parece que no era el orden conveniente, pero tenía razón en su planteo. Ese padre en medio de su dolor no necesitaba una propuesta descabellada o gritos, sino un hijo que con respeto lo ayudara a reflexionar y encontrar la salida que todos necesitaban.
Luego agregó: Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre. ¡Qué planteo tan diferente a lo sucedido 22 años antes! ¿Será que Judá estaba aprovechando la oportunidad de ser honrado? Estaba tratando de decir que él mismo era la garantía de que haría todo lo posible de traer a Benjamín de nuevo. No es menor lo que dice teniendo en cuenta las veces anteriores en que ellos estuvieron en medio al no volver José y Simeón.
Judá termina diciendo, que si no los hubiera detenido, ya habrían ido y vuelto dos veces. En esa frase encontramos no solo que le hace ver al padre la importancia de su decisión, sino que estaba seguro que todos podrían volver nuevamente, ya que no estaban pensando obrar a su manera sino de la forma correcta, a la forma de Dios.
Hoy vimos un conflicto no solo de diferentes opiniones, sino que podían tener muy malas consecuencias, que aunque Dios había prometido un futuro a esa familia, no se debían hacer las cosas de cualquier manera. Nosotros también somos desafiados muchas veces a como debemos proceder y nos encontramos frente a otros sin poder resolver las cosas como quisiéramos. Mañana veremos que decidió Israel, pero Judá uso el mejor método: el respeto y el diálogo, como nos manda la Palabra de Dios, siempre buscando la guía de Dios. Creo que perdieron mucho tiempo no por la terquedad de Israel, sino porque no buscaron la guía de Dios, pero lo que verdaderamente ayudó es que en Egipto había una persona buscando y esperando en Dios: José.
¿Como resuelves tus diferencias con los demás, en especial en temas difíciles e importantes?
¿Cómo intervienes en conflictos entre otros?