Día 36 (150) - Gn 45:1-4

45 No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. 2 Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. 3 Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. 4 Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron.

¡Qué escena increíble! Podemos tratar de imaginar, como lo han hecho todos los guionistas o directores de las diferentes películas que retractaron la historia de José. Pero es muy difícil poder representar una reacción y conducta de una persona que había sufrido tanto y ahora era el segundo en poder de la potencia más grande del mundo de ese momento, y tiene en sus manos a quienes tanto daño le habían hecho.

Cuantos sentimientos contenidos. 22 años de diferentes experiencias, donde seguramente muchas veces habrá soñado en ese momento que al fin llegó. Y que decir de los últimos meses donde sus hermanos aparecieron en Egipto, o cuando pudo ver por primera vez al que recordaba tan pequeño, hijo de su mamá Raquel.

Ya había comprobado lo que deseaba saber, y nada haría demorar el desenlace de su plan. Pero no quería que sea algo que participara mucha gente, sino que lo consideró algo muy familiar. Por eso hizo salir a todos del lugar donde estaba, y en esta oportunidad no se fue a desahogar a otro lugar, sino que lo hizo delante de sus hermanos, los cuales, me imagino, no entenderían que era lo que estaba sucediendo. Los que salieron, no importaba donde estaban, podían escuchar que el señor estaba llorando, literalmente, a los gritos; hasta el mismo Faraón lo escuchó. En ese instante estaban saliendo afuera 22 años de prueba profunda, de preparación para ejercitar un perdón como pocas veces se ve en la Biblia, sacando, por supuesto, al del Señor Jesús. Y cuando pudo expresar palabra, se dio a conocer.

Aquellos 11 hombres se quedaron pasmados, no podían ni hablar. Seguramente que jamás imaginaron que esa persona tan poderosa en autoridad era el hermano que habían vendido dos décadas atrás.

No habrá sido lo mismo para Benjamín que para el resto. No sabemos que edad tenía cuando José fue vendido, pero posiblemente era muy pequeño, y cuantas veces su padre le habrá contado de él, de como era y de como lo extrañaba, pensando que ya no estaba vivo.

Pero para el resto era diferente. Seguramente se quedaron paralizados porque no podían reaccionar ante todas las cosas que aun estaban golpeando en sus mentes. La imagen del joven José suplicando por no ser vendido, el engaño que prepararon para su padre y cuantas otras cosas que no están en la Biblia, pero que habrán hecho para tratar de esconder el desastre que habían cometido. La conciencia, les estaría golpeando y ninguno sabía como responder a semejante noticia inesperada. Pero al mismo tiempo, pienso… a pesar de lo que sus mentes recordaban, ¿no les dio un poco de tranquilidad el saber que estaba vivo? ¿No les dio un poco de alegría el saber que a pesar de lo que le habían hecho, el había prosperado de una forma increíble?

Hago una pausa en el relato.

Durante todos esos años ellos habrán pensando que haciendo lo que quisieran y entre el grupo numeroso que eran, podían hacer lo que les vendría en gana, y hasta eran los “poderosos” dentro de su ámbito. Pero al estar ante el señor de Egipto se habrán dado cuenta que no eran nada, nada más que un grupo de hombres buscando la compasión de un poderoso. Pero del otro lado había un joven que durante muchos años había estado solo, pareciendo que era nada, esclavo, acusado injustamente, ¿perdiendo los mejores años de su vida? Pero que Dios hizo prosperar hasta lo sumo. La diferencia, claramente, estaba en el lugar que ocupaba Dios en la vida de cada uno. Donde Dios era todo, él llenó todo y prosperó hasta lo sumo, pero donde primó el egoísmo y Dios quedó afuera, solo había miseria.

Volvamos a al historia.

Como ninguno reaccionaba, José les dijo que se acercaran. Me gusta mucho como actuó José. El se podría haber acercado a ellos, pero no lo hizo. Les dio la posibilidad de que ellos se acerquen a él. ¿Había disposición en ellos de acercarse a quien tanto daño habían hecho? ¿Estaban dispuestos a dar el paso hacia adelante para acercarse? Esto me hace acordar al paso que Dios nos pide para acercarnos y aceptarlo como Salvador personal. Él ya hizo todo por nosotros, y se acercó a nosotros. Él nos llama a cada uno por nuestro nombre y desea que pueda haber en cada uno la reacción de aceptar su invitación e ir a él, y él hará la obra en cada uno en particular. Nosotros también hemos perjudicado gravemente al Señor Jesús, pues él ha tenido que sufrir por nuestras culpas y malas decisiones.

  • ¿Crees que eres una persona próspera? ¿Por qué? ¿Qué ha hecho Dios en eso?
  • En una escala del 1 al 10 dónde 1 es lo más lejos posible y 10 es lo más cerca, ¿Qué número pondrías a tu cercanía con Jesús? ¿Por qué ese número? ¿Qué piensas que tendrías que hacer para mejorarlo?

Oremos:

Querido Padre Dios, gracias porque podemos seguir mirando la historia maravillosa de la vida de José. Al mirar esta parte no podemos dejar de recordar todo lo que tú y el Señor Jesús tuvieron que hacer para perdonar todos mis pecados. Gracias porque finalmente solo tuve que arrepentirme y dar el paso de aceptar tu perdón y salvación. Creo que solo cuando esté delante de ti en el cielo, podré comprender lo maravilloso que ha sido tu amor y misericordia por mi. En el nombre del Señor Jesús, Amén.