Día 38 (152) - Gn 45:9-15

9 Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. 10 Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. 11 Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes. 12 He aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla. 13 Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá. 14 Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello. 15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él.

Ya he dicho que me apasiona esta historia. Cuando miramos la vida de las personas y como cada uno empieza a mirar atrás y ve como el tiempo fue pasando, muchos son los que se llenan de pesar, pues comprenden que han perdido el tiempo. Pero, José nos muestra que cuando una persona aprende a depender de Dios y trata, aun con esfuerzo, de hacer las cosas bien, Dios siempre prospera de alguna manera, o de muchas.

Por eso le va a decir unos siglos después a Josué que se esfuerce y sea valiente, pero que sobre todas las cosas medite sobre la Palabra de Dios. José no tenía el privilegio que pudo tener Josué, y muchos menos el que tenemos nosotros de tener toda la Palabra de Dios terminada y en nuestro idioma, y hasta en texto de fácil comprensión.

Es por eso que el pasaje bíblico de hoy comienza: “Daos prisa”. Aquellos que unas semanas antes, ante la imposibilidad de sembrar y cosechar, estaban sentados mirándose el uno al otro sin tomar ninguna determinación, ahora, ese hermano menor al que habían tratado cruelmente y ahora era el señor de Egipto les impulsa a darse prisa, a ponerse en marcha, a dejar atrás el pasado y proyectar un nuevo futuro, seguramente muy diferente al que habían imaginado.

Los envía a anunciar a la persona que en ese momento estaría abrumado por la falta de sus hijos, en especial de Benjamín, que no se imaginaba que estaba por recibir la mejor noticia que jamás pensó escuchar. Emociona grandemente pensar en el anciano que vivió los últimos 22 años de vida tratando de superar, según él creía, la muerte de su amado hijo José.

En este mismo estudio hemos sido críticos, en el buen término, sobre: “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos” Génesis 37:3. ¿puede un padre amar más a un hijo que a los demás? No es mi deseo proponer una discusión, si bien no hay nada malo en eso, pero, siendo fieles a las enseñanzas de la Palabra de Dios podemos detenernos en un ejemplo que creo que es bastante conocido. Varias veces podemos ver que Jesús no solo dijo, sino que también demostró lo mucho que amaba a cada uno de sus discípulos. Pero, entonces… ¿por qué se habla del discípulo amado? Eso fue en referencia a Juan. ¿Podemos entonces decir que Jesús amaba a todos pero tenía un amor especial por Juan? Humanamente no nos parece correcto, pero entonces hay un error de por medio, pues nunca Jesús cometería una incorrección. ¿Y entonces? Creo que podríamos decir que lo que había entre Jesús y Juan, era una relación que los demás no podían alcanzar, al menos hasta ese momento. Aunque Juan tenía posiblemente el peor carácter de los 12, si bien siempre Pedro se lleva los laureles, era el que usaba ese obstinamiento para estar cerca de Jesús y serle útil. ¿Quién fue el que le siguió todo el camino detrás de Jesús cuando llevaba la cruz? ¿Quién estuvo en la primera fila cuando Jesús fue crucificado? ¿Quién fue el primero en llegar al sepulcro de Jesús resucitado? ¿Quien era el que disfrutaba oír las enseñanzas del maestro bien a su lado? Entonces podemos decir que Juan fue el que pudo disfrutar de verdad el amor del Maestro y Salvador Jesús. Dios puede evidenciar con mayor claridad su amor a quienes de verdad deseen vivir muy cerca de él.

Por eso fue José el que pudo disfrutar del amor de su padre. Por eso el corazón de Jacob se inclinaba más hacia José que al resto, que solo habían traído dolor de cabeza, pero que al mismo tiempo sabía que era un poco la cosecha de sus malos actos a lo largo de muchos años de vida. Y… ¿si la mala conducta de sus hijos en parte fue la cosecha de sus malos actos, que cosechó de José? Podríamos decir que como José fue criado en el temor de Dios, de él tuvo el dolor de no tenerlo a su lado por 22 largos años.

Y por eso es que ahora las palabras que leímos dichas por José tienen un significado maravilloso. Jacob cosechó mucho males de todo lo malo que sembró. Todo lo malo que hicieron sus 10 hijos mayores aún estaba en sus conciencia, pero había llegado el momento de terminar con el dolor de no tener a José. Por eso José pudo afirmar que Dios preparó todas las cosas. Y selló sus palabras de una forma maravillosa. Abrazó y lloró con su hermano Benjamín. Trato de imaginar lo fuerte que habrá sido ese momento para ambos, y como Dios cambió las cosas de una manera tan impresionante en un instante. Creo que José amaba a sus hermanos, a pesar de ellos, pero tenía un amor especial por Benjamín.

Por eso después fue a cada uno de sus otros hermanos y besó a cada uno y lloró con cada uno. Eso habrá sido el mayor desahogo esperado por más de 20 años. Termina, el pasaje de hoy, contando que sus hermanos hablaron con José, después que el los abrazó y besó, pero no nos cuenta que dijeron. ¿Se habrán disculpado? ¿Se habrán excusado? No lo sabemos, pero con el correr de la historia podremos descubrir algunas cosas.

Al igual que las palabras de José, Dios hoy nos invita a darnos prisa a poder resolver dos cosas. La primera es ir a Él, si aun no lo hemos hecho. Ahora mismo desea sacarnos de la carga de nuestros pecados, de la historia triste de nuestra vida y llevarnos a una nueva tierra y experiencia espiritual. Y en segundo lugar a darnos prisa a poder solucionar cualquier conflicto que podamos tener en nuestra vida, buscando siempre en primer lugar Su guía, y poder con los tipos de palabras que vimos ayer alcanzar esa misión.

  • ¿Ya fuiste a Jesús por salvación?
  • ¿Tenes que resolver algún conflicto actual con alguien?
  • Si lo necesitas repasa los cinco tipos de palabras que usó José, que vimos ayer.

Oremos:

Querido Padre Dios, gracias porque me amas. Deseo poder disfrutar de ese amor especial que tu compartes con los que viven bien cerca de vos. Entiendo que para eso primero debo entregar mi vida a ti, y arreglar todo lo necesario para que nada interfiera en mi cercanía o comunión contigo. Por eso pongo en tus manos mi vida, y te pido que me ayudes a lograrlo, en el nombre del Señor Jesús, amén.