Día 4 (118) - Gn 37:18-25
18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos conspiraron contra él para matarlo. 19 Se dijeron el uno al otro: —¡Ahí viene el soñador! 20 Ahora pues, venid, matémoslo y echémoslo en una cisterna, y diremos: “Alguna mala bestia lo devoró.” Veremos entonces qué será de sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos. Dijo: —No lo matemos. 22 Y añadió: —No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no le pongáis las manos encima. Quiso librarlo así de sus manos y hacerlo volver a su padre. 23 Sucedió, pues, que cuando llegó José junto a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica —la túnica de colores que llevaba puesta—, 24 lo agarraron y lo echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25 Luego se sentaron a comer… Génesis 37:18-25
Llegamos a un momento terrible en la vida de José. Si, seguramente estás pensando en “otra vez”. Muchas eran las vivencias pasadas por eso joven de solo 17 años. Ese día y esos momentos seguramente iban a quedar marcados a fuego en su mente. El pasaje de hoy comienza en que los hermanos lo vieron de lejos. No sabemos con exactitud cuanto tiempo había estado caminando José para poder haber llegado hasta Dotán, pero seguramente su paso no sería muy veloz en ese momento. La túnica de colores que traía, seguramente, fue el toque que no les dejó duda a los hermanos que el que venía allí era “el soñador”. Ese tiempo en que José estuvo a su vista y tardó en llegar hasta ellos, fue suficiente para que se pusieran de acuerdo en que hacer. Sin dudarlo ni pensarlo mucho, decidieron acabar con él, sí, acabar con él. El plan era tomarlo, matarlo como lo hacían con cualquier animal de su rebaño y echarlo adentro de una cisterna. Luego al volver a casa decir al padre que algún animal salvaje lo habría matado. ¿Qué puede haber en la cabeza de un grupo de seres humanos para poder pensar en hacer semejante cosa en solo unos minutos, con un ser humano el cual era su hermano? Muchas veces vemos en los medios de comunicación asesinatos aberrantes que no entendemos como puede ser que se hagan. Así eran los hermanos de José. Había crecido tanto el mal en ellos que pensaban que podían hacer lo que les antojaba. Que podían quedar impunes de todo lo que hacían de continuo, llegando a hacer de lo peor que una persona puede llegar a realizar.
Pero uno de ellos se animó a contradecirles, aunque sin mucha vehemencia. Creo que no sería fácil ponerse en contra de ellos. Ese fue Rubén, el primogénito, hijo de Lea. El dijo: no lo matemos, se incluyó en la no acción. Pero después les habló a sus hermanos sin incluirse. No derramen sangre. Echenlo en una cisterna. No pongan sus manos sobre él. Hemos visto que su intención era hacerlo volver a su casa, pero no se animó a hacerlo de una delante de ellos. ¿Por qué Rubén actuó diferente que sus hermanos? ¿Era mejor que ellos? Posiblemente tenía que ver con el lugar de primogénito. Cuando vimos el capítulo 35, (puede volver al día correspondiente para refrescar los acontecimientos) que tomó a la concubina de su padre una noche para él y su padre se había enterado. Eso estaba poniendo en riesgo el privilegio de la primogenitura, (de hecho en el 49:3-4 va a quedar establecido que la perdió por ese hecho). ¿El salvar al amado del padre le vendría bien para que él no tomara en cuenta el pecado con Bilha? Podría ser que para Rubén era una oportunidad que solo se le presentara una vez en la vida. Es muy posible que la mirada de Rubén no fue de compasión sino de conveniencia personal.
Volviendo al relato, todo eso pasó mientras José venía caminando a la vista de ellos. Lo veían venir hacia ellos y no hubo ni una pizca de compasión en sus corazones. ¡Qué terrible es la dureza del corazón del ser humano alejado de los principios de Dios! Cuando llegó José a ellos lo primero que hicieron fue quitarle la túnica. La túnica de colores aquella era el distintivo de preferencia de Jacob. Al sacarle la túnica estaban volcando todo lo que había en sus perdidos corazones: odio, rencor y celos. Era despojarlo de esa preferencia. Era decirle ya no eres preferido de nadie y nadie te puede salvar, defender ni proteger. Pero en ningún momento se dieron cuenta que Dios era el que tenía el control sobre ellos, pues José estaba en el medio del asunto. Todo indica que Rubén salió un rato de ese lugar y mientras los hermanos ¡se pusieron a comer! ¡No les había afectado en nada lo que habían hecho!
Por un lado estaban los 9 hermanos de José comiendo como si nada estaría pasando, como si fuera un día normal en el aburrimiento de cuidar un rebaño en el medio de la nada. No quiero ni imaginar en lo que conversaban.
Por el otro estaba Rubén, caminando por ahí cerca, pensando en cómo iba a hacer para poder sacar a José y mandarlo a casa. ¿Y la túnica? ¿Qué diría al padre si lo mandaba sin la túnica que el resto le había sacado? Si ahora estaban comiendo, quiere decir que José había tardado varias horas en llegar… ¿Podría volver aquel mismo día a su casa? ¿Lo agarraría la noche en el camino y su vida peligraría? Había muchas cosas que calcular para ver como lo hacía frente a los otros 9, que de bueno no tenían nada. ¿Valdría la pena arriesgarse con sus hermanos por José? Ese rato habrá sido una verdadera lucha interna. Pero creo que lo que ganó en su pensamiento fue lo que podría lograr en forma personal.
Pero por el otro lado tenemos a José. Cansado del camino. Arrojado en una cisterna seca. Eran pozos un bastante profundos, pues había que llegar hasta la napa de agua que estaba por esos lugares bastante baja, aunque aveces se la forraba con piedras por dentro para que retengan aguas de alguna lluvia, que en esos lugares eran escasas. Un joven de 17 años pensando que iba a pasar con él ahora. Él sabía perfectamente lo que sus hermanos eran capaces de hacer. ¿Se habrá arrepentido de haber obedecido a su padre? ¿Se habrá dicho: por qué no volví a casa cuando llegué a Siquem y no estaban? Seguramente muchas cosas pasaron por su mente. La Biblia no nos cuenta nada sobre eso, pero me imagino un joven lleno de dudas, temores e incertidumbre. Pero… ¿y los sueños? ¿Qué serán de ellos?
Muchas veces en la vida tenemos que pasar por momentos así. Son esas circunstancias cuando surge la pregunta: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué Dios permite esto en mi vida? Son momentos muy difíciles, y por eso nos es difícil entender que Dios está aun en control. Que él por alguna razón permite que sucedan esas cosas. En ése momento Dios está permitiendo porque hay cosas que debe hacer con José, pero también con Rubén, Judá y cada uno de los que estaban ahí.
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¿estás pasando una situación donde te sientes como José? Busca a Dios y espera en él, pues tiene un plan para tu vida.