Día 40 (154) - Gn 45:24-28

24 Y despidió a sus hermanos, y ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino. 25 Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre. 26 Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía. 27 Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. 28 Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera.

Ayer terminamos con el versículo que hoy comenzamos la lectura bíblica. Luego de todo el diálogo entre Faraón y José, que luego fue el de José y sus hermanos, José dio todo a sus hermanos para que los 11 volvieran con todas las buenas noticias al lugar donde esperaban mujeres, niños y principalmente un anciano cargado de días y de pesares enormes, que cargaba sobre sí la desesperanza y el temor de perder lo que más quería.

Pero su recomendación fue que no discutan por el camino. Con esas palabras no solo les dijo que sean buenos hermanos sin peleas, sino que también les dijo que de una vez dejen el pasado atrás, que acepten el perdón que él les ofreció y se quiten de encima ese peso tan difícil de soportar. José ya era libre hacía un buen tiempo atrás, pero ellos aún seguirán cargando con sus culpas. José les ofreció comenzar una nueva vida, pero eran ellos los que debían decidir si lo tomaban o no. Pasa igual con las personas hoy en día. Muchos no quieren aceptar el perdón de Jesús, y seguir con las cargas del pecado que hay en sus vidas. Pero hay otros que pueden haber ido a Jesús, pero no desean dejar su pasado atrás y vivir una nueva vida en Jesús, y dejar que él llene todo su ser por completo, y por eso no experimentan ni el gozo de ser salvos y mucho menos la santidad. 

No sabemos si escucharon el consejo de José, pero al menos la Biblia no comenta nada sobre eso. y entonces llegaron, luego de ese largo camino a Canaán, a donde estaba Jacob. No sabemos de que manera comenzaron a hablarle, pero el relato dice que lo primero fue: José vive aún. ¡Qué difícil habrá sido para ese anciano escuchar de las personas menos confiables para él, aunque eran sus hijos, esas palabras! y además cuando agregaron: Es el señor de toda la tierra de Egipto, las pocas esperanzas de que eso fuera realidad se esfumaron, y se afligió pues no les creía.

Entonces ellos le contaron todas las cosas que José había dicho, pero, si bien no lo afirma la Biblia, el punto y coma del relato, muestra que no les creyó. Pero pudo abrir su visión. La primera vista habrá sido mirar a sus hijos que llegaban, posiblemente ver si Benjamín estaba ahí y bajar la mirada al suelo al no creerles, y parecer que todo seguiría igual que antes. Pero al levantar la vista vio Jacob los carros de Egipto, que José mandó para llevarlo, y aparece en el relato una frase maravillosa: su espíritu revivió.

El anciano abatido, fatigado, y sin fuerzas, habrá sentido como que la sangre comenzó a circular otra vez, que sus adoloridos huesos comenzaban a fortalecerse y que cada uno de sus músculos le daban la firmeza que hacía tiempo no tenía, pero todo eso salía de su interior. Y entonces pudo expresar algo que ninguno de los hijos expresó aún: ¡BASTA! ¡Se terminó! Ya no me dejo más llevar por mis bajones, ni mis desánimos, ni por el dolor de lo vivido: José mi hijo vive. Voy a ir a verlo antes de morir. 

Una hermosa decisión, sin importar lo difícil y largo del camino, pues desde su espíritu salía la fortaleza para no enfocarse en su realidad, sino en el objetivo: poder ver a José, aunque sea lo último que haga.

Muchas  veces en la vida, Dios está esperando que también tomemos la decisión de decir basta. Los que somos hijos del DIOS TODOPODEROSO, vivimos derrotados y llenos de cargas que no ponemos en sus manos. Los que tenemos un plan maravilloso diseñado por el DISEÑADOR ETERNO, no nos animamos a dejar todo lo necesario para seguirle de corazón de una vez por todas.

Y hay un detalle que no debe pasarse por alto. Vuelva a leer los versículos y note cuando se refiere a él como Jacob y cuando como Israel. Esos dos nombres los podemos usar para ejemplificar la lucha entre el viejo y el nuevo hombre. Menciona que Jacob se afligió pues no creyó. Menciona que Jacob necesitó ver los carros, pero que Israel dijo: ¡Basta!. ¡La Biblia es maravillosa! El viejo hombre sigue en nosotros insistiendo con la falta de fe, con el necesito pruebas, pero el nuevo hombre puede decir determinadamente: Basta con todo eso. No puedo seguir dudando del poder y del amor de mi Dios. No puedo seguir dudando en vivir una vida santa, que agrade a mi Señor: Iré, pues no puedo dejar de hacer lo que debo hacer antes de que me vaya de este mundo.

Dos determinaciones muy opuestas, pero del interior de una misma persona, que puede ser que esté agobiada de las vivencias de una vida en este mundo, que si pone su vista en lo que le espera por siempre, puede lograr que Dios haga revivir su espíritu, de tal manera que todo su ser se llene del gozo de nuestro maravilloso Señor.

  • ¿Cómo está su vida hoy mismo? 
  • ¿Está más como Jacob o como Israel? 

Oremos:

Querido Padre Dios, cada día que puedo leer un poco más de tu Palabra me sigue sorprendiendo la cantidad de enseñanzas y desafíos que tienes para mí, aunque estoy seguro que me pierdo de muchas de ellas. Muchas veces sé que actúo como Jacob pero deseo ser como Israel, viviendo como un hombre nuevo. Revive mi espíritu con el tuyo, y llena mi vida del gozo de vivirla junto a ti y a tu manera. En el nombre del Señor Jesús, Amén.