Día 47 (161) - Gn 48:1-7
1 Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2 Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama, 3 y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, 4 y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua. 5 Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. 6 Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. 7 Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén.
Ayer terminamos el capítulo 47 donde Jacob le pidió a José que le jure que cuando muera no lo enterrará en Egipto, sino que los llevará a la tierra de Canaán, y así José lo hizo, cumpliendo de esa manera lo que Dios había prometido hacer. Al final se lo ve muy agotado a Jacob
El capítulo 48 comienza diciendo que le avisaron a José que Jacob estaba muy enfermo, entonces tomó a sus dos hijos y fue a verlo. Al llegar le avisaron a Jacob que José había llegado, y entonces dice el relato: Israel se esforzó para sentarse en la cama. El anciano Israel se estaba quedando sin fuerzas, pero se esforzó pues sabía que como la última vez que se vieron, había cosas importantes que hablar. Israel sabía que la promesa de Dios fue que José cerraría sus ojos, así que eso colocaba a José cerca de él al momento de morir.
Israel comenzó a hablar empezando por la experiencia vivida en Luz, cuando estaba huyendo de Esaú su hermano. Dijo que el Dios Omnipotente se le apareció, lo bendijo y le dijo que lo multiplicaría y daría a su descendencia esa tierra perpetuamente.
Luego siguió hablando y fue por los hijos de José. Dijo que Efraín y Manases, que nacieron en Egipto, míos son. Agregó que como Rubén y Simeón, así serán ellos. Puso a los hijos de José a la misma altura que a sus primeros dos hijos. Israel estaba haciendo una adopción de hijos a sus nietos. Sin lugar a duda llevado por el Dios Omnipotente que se le apareció en Luz, pero que también lo bendijo en Peniel, estaba estableciendo algo que iba a repercutir en el armado por tribu del pueblo de Israel, que se iba a extender en principio por unos 2000 años hasta Jesús, pero que se mantiene hasta los últimos capítulos de la Biblia.
Le dice a José que sus hijos serán los hijos directos de Israel, y que los descendientes de sus hijos, serán los hijos de José. En otras palabras, le está diciendo algo así: todos serán descendientes tuyos pero serán llamados por tus hijos. José tendría una doble parte en el pueblo de Israel, pero no habrá ninguna tribu que llevará su nombre.
Acá entramos en un tema muy importante. Uno podría pensar, humanamente hablando, que aquel que había tenido una vida tan difícil gracias a sus hermanos, que se había esforzado en hacer todo bien, que había administrado con un temor de Dios admirable, ahora no estaría entre los doce mencionados como cabeza de tribu para toda la posteridad. ¿No parece muy injusto? Posiblemente si nosotros hubiésemos estado en el lugar de José nos habría enojado eso, y mucho. ¿De qué valió todo el esfuerzo? ¿Para qué todo lo hecho a lo largo de toda una vida tan complicada? Pero José no pensó así. Él no sería cabeza de tribu, pero sus dos hijos sí, a diferencia de todo el resto. Es interesante ver como el sacrificio no se refleja en forma directa sobre su persona, sino que beneficia a sus hijos de una forma especial. Un gran ejemplo para todo padre.
A continuación Israel, siguiendo con su relato, va al momento en que venía de regreso a tierra de Canaán desde Padan-aram y pasó por un momento terrible para su vida. Uno puede llegar a pensar en que una persona con 147 años de edad, enferma y a punto de morir, empieza a recordar ciertos momentos de su vida, en especial los que han sido difíciles. Pero las menciones de Israel no eran los simples recuerdos de una persona con las condiciones mencionadas, sino que Dios le daba la suficiente lucidez para referirse a cosas importantes. En el capítulo 49 va a quedar muy claro el hecho que Dios deseaba dejar marcas muy fuertes en la constitución del pueblo de Israel, y para eso usó al mismo Israel, sin importar su edad ni su condición física.
En ese momento Israel trae a la memoria a su amada Raquel, por la que había trabajado 14 años. Y se refiere a ella diciendo: se me murió en Canaán y la sepulté en Belén. La frase muestra lo duro que fue y seguía siendo para él, pero se muestra el vínculo de los hijos de José con su abuela de alguna manera.
Todo esto está marcando que el primogénito físico no sería el primogénito de la bendición. Pero eso lo dejamos para mañana. En estos últimos días se nos está planteando cómo estamos llevando a cabo nuestra vida. No podemos cambiar el pasado con todo lo que nos podemos dar cuenta que no hemos hecho correctamente, pero Dios nos alienta a poder ver estos ejemplos de vida, un anciano de 147 años, un hijo de unos 57 años y dos nietos de unos 25-26 años que de diferentes formas plantean el pasado, el presente y el futuro de sus vidas y de toda su familia o descendencia.
- ¿Qué piensa de su pasado, presente y futuro?
- ¿Qué lugar ocupó y ocupa Dios en su vida?
- ¿Cuánto cree que influye en usted la Palabra de Dios y el plan de Dios?
Oremos:
Querido Padre Dios, gracias porque al ver la parte de la historia de hoy podemos plantearnos lo que hemos hecho, hacemos y haremos con nuestra vida. Necesitamos que nos ayudes a tener la lucidez de Israel al plantear nuestra relación contigo para poder descansar en tus planes y pedirte que nos ayudes a hacer las cosas según tu voluntad que es perfecta, y no perjudicarnos, ni perjudicar a nuestra familia de sangre y espiritual con malas decisiones. En el nombre del Señor Jesús, Amén.