Día 48 (162) - Gn 48:8-22
8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son estos? 9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré. 10 Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó. 11 Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia. 12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra. 13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él. 14 Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito. 15 Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, 16 el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra. 17 Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque este es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza. 19 Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones. 20 Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés. 21 Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres. 22 Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.
Ayer vimos cómo empezó el capítulo 48 con el diálogo entre Israel y José. José fue a verlo al enterarse de su estado delicado de salud y llevó a sus dos hijos. La primera parte del diálogo se centró en que Israel adoptaba a sus nietos cómo hijos y les otorgaba el derecho de hijos. Eso los ponía al mismo nivel de los hijos y más tarde ocuparían la cabeza de tribus, si bien eso dejaba a José sin ese lugar. Pero las palabras de Israel remarcaron que todos los descendientes seguirían siendo de José, aunque se llamaran por el nombre de los dos hijos.
Luego, entran en escena los jóvenes hijos de José. En principio, como leímos recientemente, Israel pregunta quienes eran, pues estaba tan mal de la vista por su vejez que no los reconoció. Esto me hace acordar de Isaac. ¿Se habrá acordado Israel cuando su padre experimentó algo similar? ¿Habrá tenido algún pesar por haberse aprovechado de esa condición de su padre? Ahora estaba, como se dice comúnmente, del otro lado del mostrador, pues en aquel momento estaba mintiendo por obtener la bendición y ahora él era el responsable de darla.
Jacob le pide a José que los acerque pues quería bendecirlos. ¿Pero no era Rubén el primogénito? ¿No era Ruben el que debería recibir la bendición? En el próximo capítulo veremos el porqué Israel tomó la decisión, pero es interesante ver que la bendición no la recibía simplemente por ser el primogénito biológico, sino el que seguía por voluntad de Dios. Jacob había experimentado también eso, aunque de otra manera. Si bien Jacob se aprovechó de la necesidad de Esaú, Esaú había despreciado la primogenitura, y por eso Dios permitió que la recibiera Jacob. Ahora Dios había guiado el corazón de Israel para adoptar un primogénito y darle la bendición.
Y para que sigan habiendo coincidencias, que en realidad no lo son, sinó que Dios fue guiando todo, miremos lo que paso con los hermanos, hijos de José. Dice que José acercó a sus hijos e Israel los besó y los abrazó. Y puso a Efraín a la izquierda de Israel y a Manasés a la derecha. pero Israel cruzó las manos y puso la derecha sobre Efraín y la izquierda sobre Manasés. Y José al ver que había puesto la mano derecha sobre el menor se disgustó. No habíamos visto eso anteriormente en la vida de José. José no era perfecto, pero nunca se mencionó algo negativo en su conducta. Los mayores o padres siempre debemos tener cuidado al actuar por nuestros hijos, pues muchas veces el testimonio de siervos de Dios se ven empañados por querer poner a sus hijos en lugares que no les corresponde, según la voluntad de Dios.
El hecho es que José intentó cambiar las manos de su padre de lugar, y le dijo que se estaba equivocando poniendo las manos al revés, pero Israel no quiso cambiar, y le aclaró que sabía muy bien sobre quienes estaba poniendo sus manos. Si bien Israel no los podía distinguir, sin embargo estaba seguro al dar la bendición y pudo profetizar sobre ellos. Y aquí se repite algo que ya escuchamos anteriormente: le dice que el menor será más grande que el mayor. Ya pasó con Isaac e Ismael, con Jacob y Esaú, y podemos decir que estaba pasando también con José y Rubén.
Más allá de los sentidos humanos está la guía de Dios. Como ya dijimos, en el siguiente capítulo veremos cómo Dios puso en el anciano Israel lo que iba a suceder con su pueblo, y de la misma manera estaba dando la bendición especial a Efraín.
Israel pudo decir con total paz: yo voy a morir, pero Dios estará con vosotros y os hará volver a la tierra de vuestros padres. Israel pudo hablar, como dice el versículo 16: el Ángel, en mayúscula, que me liberta. Es la primera mención en la Biblia donde se utiliza como “salvar” o “salvador o libertador”. maravillosa verdad que no solo hace referencia que Dios un día libertará a su pueblo Israel, que en ese momento no era esclavo, sino que Dios, en esa descendencia, enviará al Salvador del mundo. ¡Hermosa verdad consumada en y por Jesús!
- ¿Qué es más importante para usted, sus sentidos o la guía de Dios?
- ¿Cómo hace para saber si lo que siente es por sus sentidos o es la guía de Dios?
Oremos:
Querido Padre Dios, gracias porque hoy puedo ver como tu has guiado la vida de Israel para que pudiera profetizar como tu obras para traer salvación al mundo. Gracias porque toda profecía se consumó en y por Jesús, y hoy puedo disfrutar de la salvación de mi alma y de tu guía maravillosa. Ayúdame a no confundirla con mis sentidos, o mejor, guía mis sentidos para que puedas afirmar en mi vida tu voluntad. En el nombre del Señor Jesús, Amén.