Día 50 (164) - Gn 49:8-12
8 Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano en la cerviz de tus enemigos; Los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, Así como león viejo: ¿quién lo despertará? 10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos. 11 Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto. 12 Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche.
Ayer empezamos a ver las palabras de Israel a cada uno de sus hijos. Vimos que los juntó y les empezó a decir cosas que representan una verdadera profecía para cada uno. Empezó con palabras duras para Rubén, pues su momento de principal caída fue el tomar a la mujer de su padre.
Luego siguió con Simeón y Leví. Las palabras para ellos fueron aún más fuertes pues habían hecho cosas terribles, pero en el tiempo de Moisés, reaccionarán los descendientes de Leví y serán los responsables del servicio del templo.
Hoy empieza con Judá. Ayer vimos que los tres anteriores fueron concebidos con el deseo de que Lea, la madre de los cuatro, sea aceptada por Jacob, pero no lo logró. Entonces al tener a Judá, le puso ese nombre que significa “alabado sea el Señor”, pues dijo que por ese hijo alabaría a Dios, sin importar lo que pensara de ella Jacob.
Las cosas que cada uno ha hecho impactó grandemente en lo que vendría sobre su descendencia. ¿Qué había hecho Judá? En principio podemos recordar, entre otras cosas, que fue quién convenció a sus hermanos, en ausencia de Rubén, de que vendieran a José como esclavo. Pero también fue el que se ofreció quedar como esclavo en Egipto para que Benjamín volviera con su Padre. Un cambio notable en sus decisiones.
Y al comenzar las palabras de Israel dirigidas a Judá son muy buenas, muy diferentes a las de los tres anteriores. Comienza diciendo que sus hermanos lo alabarán. Su nombre recuerda que Dios debe ser alabado. Y ese Dios que su madre alabó en su nacimiento, ahora le dice que sus hermanos lo alabarán y agrega que también se postrarán delante de él. Es muy parecido al sueño que había tenido José, y se había cumplido varias veces, pero es importante destacar que Judá fue el que se postró delante de José y le rogó el perdón de Benjamín haciéndose cargo él de la pena a pagar. En Mateo 23:12 leemos: Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Para los tres primeros se aplicó la primera parte del versículo, y para Judá la segunda. Y hay varios pasajes más que refuerzan ese premio de Dios a los que son humildes de corazón.
Pero en principio Dios le comunicó a Judá, por medio de Israel, algo que se concretaría al salir líderes y reyes de su tribu en el futuro. Judá será un conductor del pueblo de Israel, y líder en batallas. Podemos pensar en el reino de Judá, los judios, y en Judea. Todos términos que vienen de Judá, además de ser la persona por donde pasa la línea genealógica que viene de Adám, y llegará hasta el Señor Jesús. Se lo compara a Judá con el león, y en el futuro justamente la bandera de la tribu tendrá un león. Primero se lo llama cachorro de león, y después como león viejo. El cachorro es el que se come la presa, y luego el león viejo que nadie se atreve a molestar.
Continúa diciendo que su reino permanecerá, no será quitado, hasta que venga Siloh. Siloh fue el lugar donde cuando se conquistó la tierra prometida, se levantó el Tabernáculo. Pero al mirar el significado de Siloh y ver que significa: “el que trae la paz”, podemos afirmar que se refiere a cuando Jesús venga a reinar en la tierra, cosa que ocurrirá en el milenio. Luego menciona cosas que podemos tomar como la abundancia que habrá en su reinado milenial y la salud en todo sentido. Pero es interesante que utiliza cosas muy importantes vinculadas con la primera venida del Mesías, que el mismo Israel no recibió o no quiso creer. El pollino y el hijo de su asna, nos hacen recordar a cuando se dio a conocer el Mesías en la entrada triunfal a Jerusalén, y las uvas y el vino fue el símbolo que representa la sangre que el Salvador derramó para limpiar los pecados de todo el que cree en él.
Desde la antigüedad Dios mostró como mandaría la salvación al mundo, teniendo un plan perfecto que se consumaría en su debido tiempo, por la obra de nuestro Señor Jesús.
Judá ocupó un lugar importante en la línea genealógica que desemboca en Jesús, y hoy hemos visto que no se mencionó de él lo que había hecho negativamente en su vida, y no fue porque se ocultó sus errores, sino porque aprendió a humillar su corazón, a pesar de que durante tantos años había llevado una vida tan rebelde en contra los consejos de Dios. Justamente Dios puede obrar con poder en los corazones dispuestos a humillarse y reconocer sus pecados delante de él, y comprometerse a seguir sus enseñanzas.
- ¿Cómo cree usted que es su forma de ser, es humilde o no?
- ¿Le cuesta reconocer sus errores delante de Dios o tiene un corazón dócil a su Palabra?
- ¿Cree que Dios bendice a los que se humillan? Busque versículos en la Biblia que lo afirman y finalmente compárelos con su vida.
Oremos:
Querido Padre Dios, gracias porque buscas corazones que se humillan para poder usarlos con poder. Gracias porque tenemos el mejor y mayor ejemplo de humildad, que fue el del Señor Jesús, que fue demostrado al venir a este mundo y potenciado al entregar su vida por mi en la cruz. Ayúdame a ser humilde de corazón. En el nombre del Señor Jesús, Amén.