Día 9 (123) - Gn 39:7-10

7 Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. 8 Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. 9 No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? 10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, Génesis 39:7-10

Ayer quedamos en el momento en que José estaba a cargo de todas las cosas de Potifar. José se había ganado la confianza de su amo, y éste había podido comprobar que Dios estaba con él. Dios estaba bendiciendo la casa de Potifar y todas sus cosas. Vimos también que José era una persona muy linda físicamente y también con la cual era agradable estar.

Pero… (aparece el pero) la mujer de su amo puso sus ojos sobre José. Qué triste ha sido para la humanidad desde el momento en que su mirada ha ido más allá de lo que debe. ¿Te acordás de los primeros días del año cuando veíamos lo que pasó en el huerto de Edén? Aquella primera mujer que puso sus ojos en aquel fruto prohibido y fue una presa fácil para Satanás. Ahora lo iba a intentar nuevamente con José. Adán y Eva eran perfectos, pero cayeron. José no era perfecto en comparación con la perfección original del ser humano al ser creado, pero si era perfecto en el sentido que se le da en la Biblia a ese término que tiene que ver con la madurez espiritual. Dios le estaba dando un entrenamiento intensivo, y entonces el enemigo de nuestras almas quiso frenar ese entrenamiento hacia la alta competición. En la Biblia encontramos que muchas veces le dio resultado a Satanás. Por ejemplo con Sansón, que lo que no pudo lograr un ejército entero, lo logró la seducción de una mujer. Quiero aclarar que acá no se trata de culpar a una mujer y mucho menos a las mujeres en general, sino que plantear el problema de las personas que hacen lo contrario a la voluntad de Dios, sea mujer o sea hombre, y en este caso fue una mujer.

Ella empezó a mirar a José como un objeto, si bien la estima sobre los esclavos eran comparado a la de un animal de carga. Ella “puso sus ojos sobre José” y esos términos quieren decir que fue atraída hacia él. Génesis 3 dice que Eva vio que aquel fruto era: “bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar sabiduría”. Acá podemos ver que esa mujer tuvo una experiencia similar pero en cambio de un fruto fue una persona. Es bueno entender que el diablo usa las mismas estrategias para conseguir sus propósitos destructivos. No vamos a especular, como muchas veces veo en algunos comentarios por ahí, sobre como estaba su matrimonio, como si eso le otorgara algún permiso para ser infiel. Vuelvo otra vez a remarcar que en este caso es una mujer, pero se aplica a ambos sexos.

En un momento ella se acercó a José y le dijo: duerme conmigo. José sabía exactamente el horario en que se hacían todas las cosas. Sabía cual era el horario en que Potifar se iba de su casa a su trabajo y sabía el horario en que podría volver, además era una orden de su ama y él, como esclavo, debía obedecer. (Cuantas veces tratamos de justificar nuestras faltas con las circunstancias) Tenía todas las chances de que nadie se enterara lo que podía pasar, pero en el diálogo se nota que su respuesta no se hizo esperar. No se tomó el tiempo para pensar, pues su pensamiento podía ser seducido y traicionar sus principios. Por eso el apóstol Pablo dice que una cosa desea hacer y otra cosa hago. El espíritu tira hacia la voluntad de Dios pero la carne hacia el lado contrario. Además el mismo apóstol recomienda huir de esas pasiones, ni siquiera pensarlo.

José le dijo que no. Era algo que no estaba acostumbrado a decir, pues como esclavo era siempre un sí la respuesta esperada por sus amos. Pero no solo le dijo que no, sino que también, como se estaba negando a obedecer una orden, se dispuso a fundamentar su negativa. Le dijo que su señor, es decir, el esposo de esa mujer, había puesto todo en su mano, que todo podía tomar excepto a ella. Porque es su mujer. Y continuó diciendo que no estaba dispuesto a hacer un mal tan grande y fallar a su amo pero también a Dios. Que bueno que José pudo dimensionar el pecado que podía llegar a cometer si cedía a la tentación. Que seguridad pudo mostrar en su decisión. Es una hermosa convicción en la voluntad de Dios. Hacer algo por convicción es cuando lo hacemos al comprender en plenitud lo que significa y la incorporamos como parte de nosotros ese principio y no por simple obligación. Yo puedo frenar en la luz roja de un semáforo por obligación, pues temo que me metan una multa. O hacerlo por convicción; porque aunque no venga nadie en el otro sentido, ni hay un policia de tránsito ni una cámara,  sé que debo respetar lo que dice la ley de tránsito, porque eso agrada a Dios. ¿Cuántas veces pasaste un semáforo en rojo?

Volviendo a la historia, dice que todos los días ella hablaba a José. Es importante resaltar lo que dice el versículo 10. No solo habla de “dormir”, dice: para acostarse al lado de ella y para estar con ella. Ahí vimos que usaba en esas palabras ya no órdenes, pues eso no le había funcionado, sino en primer lugar la seducción del cuerpo femenino y el placer que ella le podía proporcionar. Era una seducción muy fuerte que cada día tenía que soportar. Era una verdadero acoso sexual que sufría cada día, pero no podía huir de allí. ¿A quién podía recurrir? ¿A su amo? Era su esposa. ¿Le creería? ¿Perdería la confianza en él? Por la forma en que fue acosado y la forma en que se mantuvo firme en su negativa no queda duda que se fortalecía en Dios, pues estaba cautivo bajo ese techo de tanta presión.

  • ¿Hay alguna presión del enemigo sobre tu vida? Ponla en las manos de Dios y pídele su ayuda con convicción.

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque en tí puedo ser fuerte. Ayúdame a poder tener la convicción necesaria al enfrentar las tentaciones que el enemigo pone muchas veces en mi camino. Quiero serte fiel como José. En el nombre del Señor Jesús, Amén.