7 Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso
sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. 8 Y él no quiso, y
dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa
conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que
tiene. 9 No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa
me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo,
pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? 10 Hablando
ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado
de ella, para estar con ella, Génesis 39:7-10
Ayer quedamos en el momento en que José estaba a cargo de todas las
cosas de Potifar. José se había ganado la confianza de su amo, y
éste había podido comprobar que Dios estaba con él. Dios estaba
bendiciendo la casa de Potifar y todas sus cosas. Vimos también que
José era una persona muy linda físicamente y también con la cual
era agradable estar.
Pero… (aparece el pero) la mujer de su amo puso
sus ojos sobre José. Qué triste ha sido para la humanidad desde el
momento en que su mirada ha ido más allá de lo que debe. ¿Te
acordás de los primeros días del año cuando veíamos lo que pasó
en el huerto de Edén? Aquella primera mujer que puso sus ojos en
aquel fruto prohibido y fue una presa fácil para Satanás. Ahora lo
iba a intentar nuevamente con José. Adán y Eva eran perfectos, pero
cayeron. José no era perfecto en comparación con la perfección
original del ser humano al ser creado, pero si era perfecto en el
sentido que se le da en la Biblia a ese término que tiene que ver
con la madurez espiritual. Dios le estaba dando un entrenamiento
intensivo, y entonces el enemigo de nuestras almas quiso frenar ese
entrenamiento hacia la alta competición. En la Biblia encontramos
que muchas veces le dio resultado a Satanás. Por ejemplo con Sansón,
que lo que no pudo lograr un ejército entero, lo logró la seducción
de una mujer. Quiero aclarar que acá no se trata de culpar a una
mujer y mucho menos a las mujeres en general, sino que plantear el
problema de las personas que hacen lo contrario a la voluntad de
Dios, sea mujer o sea hombre, y en este caso fue una mujer.
Ella empezó a mirar a José como un objeto, si
bien la estima sobre los esclavos eran comparado a la de un animal de
carga. Ella “puso sus ojos sobre José” y esos términos quieren
decir que fue atraída hacia él. Génesis 3 dice que Eva vio que
aquel fruto era: “bueno para comer, agradable a los ojos y
codiciable para alcanzar sabiduría”. Acá podemos ver que esa
mujer tuvo una experiencia similar pero en cambio de un fruto fue una
persona. Es bueno entender que el diablo usa las mismas estrategias
para conseguir sus propósitos destructivos. No vamos a especular,
como muchas veces veo en algunos comentarios por ahí, sobre como
estaba su matrimonio, como si eso le otorgara algún permiso para ser
infiel. Vuelvo otra vez a remarcar que en este caso es una mujer,
pero se aplica a ambos sexos.
En un momento ella se acercó a José y le dijo:
duerme conmigo. José sabía exactamente el horario en que se hacían
todas las cosas. Sabía cual era el horario en que Potifar se iba de
su casa a su trabajo y sabía el horario en que podría volver,
además era una orden de su ama y él, como esclavo, debía obedecer.
(Cuantas veces tratamos de justificar nuestras faltas con las
circunstancias) Tenía todas las chances de que nadie se enterara lo
que podía pasar, pero en el diálogo se nota que su respuesta no se
hizo esperar. No se tomó el tiempo para pensar, pues su pensamiento
podía ser seducido y traicionar sus principios. Por eso el apóstol
Pablo dice que una cosa desea hacer y otra cosa hago. El espíritu
tira hacia la voluntad de Dios pero la carne hacia el lado contrario.
Además el mismo apóstol recomienda huir de esas pasiones, ni
siquiera pensarlo.
José le dijo que no. Era algo que no estaba acostumbrado a decir, pues como esclavo era siempre un sí la respuesta esperada por sus amos. Pero no solo le dijo que no, sino que también, como se estaba negando a obedecer una orden, se dispuso a fundamentar su negativa. Le dijo que su señor, es decir, el esposo de esa mujer, había puesto todo en su mano, que todo podía tomar excepto a ella. Porque es su mujer. Y continuó diciendo que no estaba dispuesto a hacer un mal tan grande y fallar a su amo pero también a Dios. Que bueno que José pudo dimensionar el pecado que podía llegar a cometer si cedía a la tentación. Que seguridad pudo mostrar en su decisión. Es una hermosa convicción en la voluntad de Dios. Hacer algo por convicción es cuando lo hacemos al comprender en plenitud lo que significa y la incorporamos como parte de nosotros ese principio y no por simple obligación. Yo puedo frenar en la luz roja de un semáforo por obligación, pues temo que me metan una multa. O hacerlo por convicción; porque aunque no venga nadie en el otro sentido, ni hay un policia de tránsito ni una cámara, sé que debo respetar lo que dice la ley de tránsito, porque eso agrada a Dios. ¿Cuántas veces pasaste un semáforo en rojo?
Volviendo a la historia, dice que todos los días
ella hablaba a José. Es importante resaltar lo que dice el versículo
10. No solo habla de “dormir”, dice: para acostarse al lado de
ella y para estar con ella. Ahí vimos que usaba en esas palabras ya
no órdenes, pues eso no le había funcionado, sino en primer lugar
la seducción del cuerpo femenino y el placer que ella le podía
proporcionar. Era una seducción muy fuerte que cada día tenía que
soportar. Era una verdadero acoso sexual que sufría cada día, pero
no podía huir de allí. ¿A quién podía recurrir? ¿A su amo? Era
su esposa. ¿Le creería? ¿Perdería la confianza en él? Por la
forma en que fue acosado y la forma en que se mantuvo firme en su
negativa no queda duda que se fortalecía en Dios, pues estaba
cautivo bajo ese techo de tanta presión.
-
¿Hay alguna presión del enemigo sobre tu
vida? Ponla en las manos de Dios y pídele su ayuda con convicción.
Oración:
Querido Dios Padre, gracias porque en tí puedo
ser fuerte. Ayúdame a poder tener la convicción necesaria al
enfrentar las tentaciones que el enemigo pone muchas veces en mi
camino. Quiero serte fiel como José. En el nombre del Señor Jesús,
Amén.