Día 5 (16) - Gn 4:6-13

6 Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? 7 Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. 8 Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. 9 Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? 10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12 Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. 13 Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. Génesis 4:6-13

Ayer veíamos sobre las ofrendas que ambos hermanos trajeron a Dios. Si bien era importante lo que traían, más lo era para Dios la intención con la cual las traían. No sabemos de que forma Dios mostró su agrado y desagrado por ellas, pero lo cierto es que ambos muchachos pudieron saber lo que Dios pensaba (Si bien no se dice nada de Abel pero sí de Caín) La lectura de ayer terminó diciendo: “Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.”

La palabra ensañar se puede entender como: Irritar, enfurecer. Si bien existen personas de fácil irritación, sabemos, por lo visto ayer, que lo de Caín era un problema de su corazón. El mal estaba en él, sus pensamientos eran malos y su conducta reflejaba esa maldad. Así como la serpiente había sembrado la duda en Eva sobre que no pasa nada en desobedecer a Dios, así hizo con Caín, no pasa nada en hacer lo malo, “es tu forma de ser” “vos sos así”. Es asombroso ver como los mismos engaños usados desde el principio le siguen funcionando a Satanás. La mayoría de los seres humanos de occidente reconocen haber escuchado alguna vez la historia de Adán y Eva y de Caín y Abel.

El pasaje bíblico de hoy comienza con Dios haciendo una pregunta resaltando las dos características mencionadas anteriormente. Otra vez Dios pregunta no por ignorancia, sino para hacer reflexionar a la persona. (Pues Él todo lo sabe) En aquel paraje fuera del huerto de Edén, solo hay silencio. No hay una respuesta de parte de Caín. ¿Qué podría responder? ¿Que excusa usar? No se puede engañar al que TODO lo sabe.

Dios, luego, le mostró los dos caminos. Si bien ambos son resultado de una elección, lo que Dios quería mostrar que sí o sí él, Caín, tomaría una decisión. Primero le habló de tomar el buen camino. Lo invitó a hacer el bien, cosa de la cual Caín no estaba acostumbrado. Le dijo que si hacía el bien recibiría la aprobación. (Como Abel la había alcanzado) Pero… y ahí viene la advertencia: “Si no hicieres el bien...” No existen grises. O es bueno o es malo. Los seres humanos hemos ensuciado tanto nuestra mente y corazón que queremos disimular con grises, pues sabemos en el fondo de nuestro ser lo que está bien y lo que no. Intentamos convencernos de que no pasa nada, o de que son palabras vanas de las religiones. Querido/a lector, no se trata de religión, se trata de Dios. Desde el capítulo dos viene advirtiendo. Lo hizo con Adán y Eva, y ahora con Caín. Le dice que si no obra bien, el pecado está a la puerta. “Estás enojado”. “Si no pensás en hacer lo correcto vas a equivocarte”. “Vas a pecar”. “Acordate que el pecado tiene consecuencias”. Cuantas veces nuestros mayores nos decían contá hasta 10 antes de contestar. (Algunos necesitamos contar hasta 100, o más) Estamos viviendo una situación muy violenta socialmente, donde reaccionamos ante un enfado de la forma que nos plazca, sin medir la consecuencia. Dios sigue advirtiendo. No solo le dice que si obra mal el pecado está ahí, sino que también le remarca que tendrá en su corazón el deseo de pecar, de hacer el mal. Dios le está diciendo que no podrá decir: “fue sin querer”. El pecado es así. Una vez que elegimos obrar mal, pasamos a ser esclavos del pecado. Podemos leer en Juan 8:34 “ Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.”

Pero… no solo le dice que si obra mal el pecado está a la puerta, no solo que deseará hacer el mal, sino que también agrega: “ y tú te enseñorearás de él”. Eso significa estarás sujeto a él, estarás bajo la autoridad del pecado, y da la idea de pensar en ser mejor o mayor (Más piola, más hombre, me la banco, etc) por desafiar al bien haciendo el mal.

No hubo respuesta de parte de Caín. ¿O si la hubo?

Invitó a su hermano a ir al campo y ahí se levantó contra su hermano y lo mató. ¿Cómo supo como matarlo? La Biblia no dice que usó para matar a Abel, pero justamente el único que sabía como hacerlo era Abel, pues él había entregado un cordero en sacrificio a Dios. Caín escuchó a Dios, pero actuó llevado por el mal, ¡usando el método de Abel para matar al mismo Abel!

Dios vuelve a preguntar. Caín: ¿Dónde está tu hermano? Esta vez Caín respondió: “No sé” y agregó “¿Soy yo guarda de mi hermano?”. (Caín era el primogénito, en el contexto bíblico eso lo convertía en guarda de su hermano) Otra vez Dios da al ser humano la oportunidad de arrepentirse y éste se niega a aceptar. Es notable que primero da la oportunidad y luego debe impartir justicia. Ahí dice: ¿Qué has hecho? “La voz de la sangre de tu hermano clama a mi desde la tierra”. Caín habrá escuchado el relato de sus padres cuando Dios les dijo que si desobedecían morirían. ¿El pensó que hacía justicia a su manera? ¿Qué él podía manejar la muerte? Se había convertido en el primer asesino de la historia de la humanidad y lo había hecho contra su propia sangre, su hermano. El castigo vino de parte de Dios: la tierra no te dará su fuerza cuando siembres y serás errante y extranjero en la tierra. Recordemos que antes del diluvio todo el año se podía sembrar y cosechar y la tierra daba buen fruto. Pero Caín ahora era “maldito”. Había recibido esa maldición por sus actos. La maldición no es algo esotérico, sino que significa “mal decir”, “ que sus actos hablan mal de él”.

Abel fue “bendito” (bien decir) y Caín “maldito”

  • ¿Cómo está su vida actualmente? ¿Podría decir que sus actos son dignos de “bien decir” o “mal decir”?

Reflexione sobre su vida en particular y pídale a Dios su perdón y sea bendito en el amor del Señor Jesús.

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque a pesar de que yo era una persona “maldita” tú mandaste al Señor Jesús a morir por mis pecados y ahora puedo ser tu hijo “bendito”. Ayúdame a que los que me rodean puedan ver tu persona en mí. En el nombre de Jesús, Amén.



(Recomiendo escuchar la canción “Mira dime dónde” de Santiago Benavides.)