Día 13 (39) - Gn 16:6-16

6 Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia. 7 Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8 Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9 Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. 10 Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11 Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. 12 Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13 Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14 Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered. 15 Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. 16 Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael. Génesis 16:6-16

En el día de ayer la historia quedó en que Agar se había escapado de la casa de Abraham por el problema con Saraí. El camino para salir de la casa de Abram llevaba a la necesidad de pasar por el desierto. Tener que andar por el desierto ponía en riesgo la vida de su bebé y por supuesto la de ella misma.

En un momento de su huida un ángel se le acercó cuando estaba sentada junto a un pozo de agua en el desierto. El ángel le dijo: Agar, sierva de Saraí, ¿de dónde vienes y a dónde vas? Nuevamente me asombra la forma en que Dios obra. No debemos acostumbrarnos a la forma en que obra Dios, aunque lo haga reiteradamente, pues nos perderíamos la oportunidad de apreciar el sentido que Él le da a cada una de intervenciones en nuestras vidas. Se presenta nuevamente con una pregunta, dando a la persona la oportunidad de recapacitar, en tanto que diga la verdad, o endurecerse, en caso de no hacerse cargo de sus acciones. Además, es importante remarcar, que la llama por su nombre y también no solo por su posición social, sino que la ubica en el problema en si. Para Dios no somos uno más, Él nos identifica y conoce absolutamente todo sobre cada uno, por eso es Dios.  

Y ella le respondió: huyo de Saraí mi ama. Que buena la reacción de Agar. Lo primero que hace es reconocer que huye de su ama. Podría haber dicho: Uh, usted no sabe lo que me pasó. Usted no sabe lo que yo he sufrido por mi ama que me aflige constantemente. Todas esas cosas eran verdad, en cuanto a lo sucedido. Generalmente primero ponemos en los demás sus culpas para que parezcan menores las nuestras. Pero Agar no hizo así.  

Entonces el ángel le dijo que se vuelva a la casa de Abraham y respete las órdenes de su ama. Dios la iba a cuidar y pronto daría a luz un varón y lo llamaría Ismael (que significa Dios oye) pues Dios había oído su aflicción.

¡Qué hermosas lecciones encontramos aquí! En primer lugar ¡Dios oye nuestra aflicción! ¡Solo está esperando que le busquemos para poder actuar! En este caso Dios mismo dispuso de su enviado para llegar hasta la persona en necesidad. ¡Que atentos debemos estar cuando pasamos por necesidades! Y no cerrarnos en nuestro problema, pues podemos no llegar a reconocer al “enviado” por Dios. ¿Te diste cuenta que fue lo que le preguntó el ángel a Agar? Si, ¿de dónde vienes y a dónde vas? ¿No sabía el ángel eso? Sí, lo sabía, pero le preguntó para dar a Agar la oportunidad de contar la verdad de las cosas y permitir a Dios actuar. De muchas maneras Dios trata de acercarse a nosotros todos los días. Siempre lo va a hacer cuando leemos la Biblia, pero también puede usar otras formas. Puede hacerlo por medio de tus maestros o profesores, directivos, amigos, devocionales, familiares, personas de la iglesia, o, aunque no me gusta mucho éste modo se que puede ser por medio de un mensaje de WhatsApp u otros medios, etc. Lo importante, como hizo Agar, es darse cuenta cuando Dios habla y siempre decirle la verdad y respetar su consejo. En resumen la primera lección es: “Dios siempre escucha nuestra aflicción”.

La segunda lección tiene que ver con lo dijo el ángel a Agar que debía respetar a su ama. La Biblia nos enseña que debemos respetar a nuestras autoridades. En Romanos 13:1 podemos leer: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Eso quiere decir que Dios es el que permite las autoridades que tenemos. No quiere decir que esté de acuerdo con ellas, pero sí las permite. La Biblia dice que ellos darán cuenta a Dios de lo que hagan mientras están en autoridad, pero que nosotros debemos obedecer. ¿Quiénes son tus autoridades? El presidente, el gobernador, el intendente, los padres, los profesores, el director/a, las maestras, los preceptores, en el colectivo: el chofer, al cruzar la calle: el inspector de tránsito, etc. Son muuuuchos, ¿no?. Pero… ¿Cuál es la mayor autoridad?.... Dios. La palabra someter es muy rechazada hoy en día porque se la vincula a ser maltratados por alguien. Sin embargo esa palabra se puede vincular a sujeción. En tanto que someterse tiene que ver con reconocer a la autoridad por la autoridad que tiene, sujetarse tiene que ver con tener la mejor relación posible con quién se debe reconocer como autoridad. 

Agar aprendió las dos lecciones y entonces llamó al pozo de agua en que estaban: Pozo del Viviente-que-me-ve y regresó a la casa de Abraham y Saraí. Luego nació su bebé y le puso el nombre que el ángel le había dicho. ¿Cómo era?... ah, sí, Ismael. Obedecer al enviado de Dios permitió que no ponga en riesgo su vida ni la de su bebé. ¡Que importante es estar atento a la voz de Dios!


  • ¿Cuáles son las dos lecciones que podemos aprender hoy?


Oración:

Querido Dios, gracias porque siempre me ves. Gracias porque siempre sabes como me siento. Ayúdame a respetar a mis autoridades y sobre todas ellas, a ti. En el nombre del Señor Jesús, Amén