Día 15 (41) - Gn 17:5-15
5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 6 Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. 7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. 9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. 10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14 Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto. 15 Dijo también Dios a Abraham: A Sara i tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Génesis 17:5-15
Ayer hemos visto lo que Dios le dijo a Abram. Primero le hizo recordar que Él es Todopoderoso y luego lo alentó a ser perfecto. Luego Dios le confirmó que aunque Abram tenía… ¡99 años! ¿Y Saraí?... ¡90! Él iba a cumplir con su promesa: iban a tener un hijo y sería un ¡padre de multitudes!
Por eso Dios, como lo hizo con muchas otras personas, tuvo que hacer un cambio con ellos. Empezó por Abram. Le dijo que ya no se llamaría más Abram sino Abraham. Abram significa “padre enaltecido”. Dios le dijo que desde ese momento se llamará Abraham que significa “padre de una multitud”. Es importante resaltar que los nombres en la Biblia no se dan por gusto o simpatía de los padres sino por características de las personas.
Luego Dios habló de Saraí, y le dijo que su nombre será Sara. Sara significa princesa, es decir hija del Rey. Saraí tiene un significado similar, pero demostrando que no puede dar descendencia al rey o no tener ese privilegio.
¿Por qué Dios cambia los nombres de Abram y Saraí? Los nombres son parte de nuestra identidad que se dan a conocer a los demás. Es decir, todos, los que nos conocen, nos conocen por nuestros nombres o apariencia. Cuando Dios cambia nombres está queriendo expresar su deseo de realizar en la persona un cambio total.
¿Cuál es tu nombre? Pedro, Luis, Julieta, Ana, etc. Pero… ¿Sabías que todos nosotros teníamos el nombre de CONDENADOS antes de aceptar a Jesús como nuestro Salvador personal? Dios ha querido cambiar nuestro nombre en: PERDONADOS. Antes éramos solo CREACIÓN DE DIOS, ahora CREACIÓN E HIJOS DE DIOS. Antes ESCLAVOS, ahora ¡LIBRES!. Antes MUERTE ETERNA, ahora VIDA ETERNA. Dios quiere poner en todos nosotros un nombre nuevo. ¿Cuál es el tuyo? Hoy tu nombre puede cambiar, si aún no cambió. Deja que Jesús entre en tu corazón ahora mismo y cambie tu nombre. Jesús dice en Apocalipsis 3:12: “ Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
-
¿De qué lado está tu nombre?
CONDENADO PERDONADOS
CREACIÓN DE DIOS CREACIÓN E HIJO DE DIOS
ESCLAVO LIBRE
MUERTO ETERNO VIVO ETERNO
Pero en el pasaje bíblico hay un fragmento que no hace referencia a los nombres. Es la que hace alusión a la parte que debía cumplir Abram como evidencia del pacto, y no solo él, sino también todos los hijos, siervos que vivían en su casa y todos los descendientes a los cuales incluía el pacto. Eso que deberían hacer era la circuncisión. Como lo explica el mismo pasaje bíblico, la circuncisión consta en el corte de la piel del prepucio. En primer lugar vemos que tiene que ver con una parte del cuerpo humano que llamamos íntima. Está oculta a las demás personas. Ésto nos lleva a la primera reflexión. Lo que Dios desea es hacer un cambio desde lo profundo de nuestro ser. Cuando intentamos hacer un cambio en nuestra vida de afuera hacia adentro tendemos a fracasar, pero es diferente el resultado cuando es de adentro hacia afuera, y está asegurado el resultado positivo cuando dejamos que Él Señor Jesús haga ese cambio en nosotros. En segundo lugar estamos hablando de una parte muy sensible del cuerpo humano. Eso nos lleva a pensar en ser sensibles, atentos, dispuestos a la voz de Dios. Pero es importante que eso dejará una marca, algo que no se quitará, no se puede volver a implantar lo quitado. De la misma manera debemos estar dispuestos a que Dios pueda dejar su “marca” en nosotros, quitando aquello que es evidencia del pecado que había en nosotros y que Cristo quitó tomando Él las marcas del castigo que nosotros merecíamos. Es decir, las marcas que quedan en nosotros son del pecado que había en nosotros, pero las de Jesús son las que nosotros merecíamos eternamente y Él cargó en la cruz. En el cielo ya no tendremos marcas, pero Jesús seguirá llevando las marcas de la cruz.
La circuncisión va dando, con el correr de la escritura de la Palabra de Dios, el verdadero significado de la identificación no simplemente cultural, sino de ser un verdadero hijo de Dios. Ya en Deuteronomio 10:16 dice: “ Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.” La palabra “corazón” en hebreo que aparece ahí es la que en la cultura hebrea también hace referencia al pensamiento, voluntad, o razonamiento. La palabra “prepucio” en hebreo hace referencia a la carne que cubre la cabeza o glande del miembro sexual masculino, lo cual quita sensibilidad al miembro. Por tanto, espiritualmente el “prepucio” es la insensibilidad, la dureza, que el hombre tiene en su pensamiento que no le permite acercarse al Dios Eterno y esto se traduce en una vida llena de pecado.
En Colosenses 2 podemos leer: “11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;” Cuando una persona permite que Jesús corte el “prepucio” de su corazón, estará libre de toda dureza y podrá ser transformado para vida eterna. Cuando se quita el “prepucio” que es aquello que estorba o impide, la persona queda sensible para que la Palabra de Dios pueda ser escrita en su corazón.
Que hermoso es leer sobre lo que Dios desea hacer en nuestro corazón. Dice Hebreos 10: “ 15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: 16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones,Y en sus mentes las escribiré, 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.”
Oración:
Querido Dios, gracias porque has querido darme un nombre nuevo. Gracias porque para eso mandaste a Jesús a morir por mi. Gracias también por lo que haces y aun deseas hacer en mi corazón. Ayúdame a dedicar mi corazón a ti. En el nombre del Señor Jesús, Amén.