Día 2 (28) - Gn 12:1-9
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. 4 Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. 5 Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. 6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. 7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. 8 Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová. 9 Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev. Génesis 12:1-9
Abram era un hombre muy rico. Tenía muchísimo ganado, muchos siervos y muchas tierras. Estaba casado con Sarai y no tenían hijos. Un día Dios le habló y le pidió que deje su tierra y su parentela y se vaya a un lugar que después Él le iba a indicar. Entonces Abran dijo: ¡Uh! ¡No puede ser! Yo estoy tranquilo acá. Además no tengo ganas.
La historia no fue así. Dios sí le pidió que dejara su tierra y su parentela, y Abram obedeció. En ese tiempo no había camiones, ni trenes, ni colectivos, ni autos y mucho menos aviones. Lo único que había era unas carretas o carros y andar a pie. El camino que tenía que recorrer era por el desierto. A eso hay que sumarle que llevaba todo el ganado y todos los sirvientes; y aunque fue hace mucho tiempo también había ladrones en el camino. ¡Qué pedido difícil! Y sabes una cosa, Abram no sabía a donde iba. Pero a pesar de tantas cosas que tendría que enfrentar, Abram obedeció a Dios.
¿Qué hacemos nosotros con lo que Dios nos pide en la Biblia? ¿Obedecemos como Abram?. En Hebreos 11:8 dice: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” Eso quiere decir que Abram le creyó a Dios, y sabía que todo lo que pide Dios es para bien nuestro. ¿Le crees tú a Dios?
Pero además Abram salio sin saber a dónde iba.
Abram tenía dos cosas muy fuertes y hermosas:
1 – Fe. La Biblia nos enseña que Dios nos ha dado a todas personas fe. Muchos la ponen en personas, o en objetos, pero Abram la puso en el autor o creador de la fe: Dios.
2 - Las promesas de Dios. Apenas Dios lo llamó le dio muchas promesas. Le dijo que haría de él una nación grande. Su familia era él, su esposa y un sobrino. Ya tenía 75 años de edad y no tenía hijos… ¿Cómo iba a tener una nación grande? Todo era muy difícil de entender, pero Abram le creyó a Dios. También Dios le prometió que lo iba a bendecir y que además sería de bendición para otros. Abram al ser animado por Dios se tomó un momento para agradecer a Dios y construyó un altar para adorar el nombre de Dios.
Las dos cosas que tenía Abram, también las tenemos nosotros: la fe y las promesas de Dios. Cuando ponemos nuestra fe en Dios aprendemos a confiar en él y empezamos a entender lo que Él quiere decirnos para nuestro bien. Ahí nosotros debemos decidir, como Abram, obedecerle. La primera fe es para salvación, es decir, creer en Jesús como nuestro Salvador personal y luego para saber que debemos hacer y que no debemos hacer. Cuando elegimos lo correcto nuestra vida va a disfrutar de hermosas bendiciones de Dios y podremos ser de bendición a los que nos rodean.
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¿Cuáles son las dos cosas que tenía Abram y nosotros también?
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Piensa en alguna promesa que Dios ha prometido para ti.