6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. 7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Génesis 22:6-8
Ayer
quedamos en la historia de Abraham subiendo al monte Moriah. Los
siervos y el asno habían quedado atrás, abajo. Solo siguieron
avanzando Abraham e Isaac. Abraham llevaba el cuchillo y el fuego.
Isaac llevaba la leña para prender el fuego del holocausto.
Tres
elementos necesarios para el holocausto:
cuchillo,
fuego y leña. El cuchillo era la herramienta que daría muerte a la
criatura que sería entregada. Ella no solo quitaría la vida, sino
que derramaría la sangre que se esparciría sobre la ofrenda antes
de prenderla fuego.
El fuego. Es notable que la menciona antes de
subir al monte.
No
dice que arriba frotó madera o piedra con piedra para prender fuego.
Lo más probable es que haya traído el fuego de su casa. Si, tres
días manteniendo el fuego encendido, día y noche. Ahora esa llama
iba subiendo el monte. Ambos, el cuchillo y el fuego uno en cada mano
de Abraham, ambos para usar por el mismo para consumar el sacrificio.
El tercer elemento era la leña. La leña la llevaba el mismo Isaac.
Hasta ahí había sido el asno quien la llevaba, pero ahora era el
mismo Isaac que iba subiendo con la leña sobre sí.
Fue
en ese instante dónde Isaac se animó a preguntarle a su padre:
Padre mío. Tenemos el fuego y la leña, pero ¿Dónde está el
cordero?. ¿Escuchaste como se dirigió Isaac a su padre?
Si,
padre mío. Qué hermosa era la relación entre padre e hijo que
motivaba al hijo a llamar a su padre de esa manera tan amorosa. ¿Cómo
poder responder a esa pregunta tan cargada de intriga pero también
de cariño y respeto? Me imagino a Abraham tratando contener las
ganas de abrazar fuertemente a su hijo y nuevamente intentar
responder sin revelar el pedido de Dios pero sin hacer uso de alguna
mentira, como tantas veces nosotros hacemos.
¿Qué
hubieses respondido? ¿Cuál hubiese sido nuestra reacción? Pero la
Biblia nos enseña que cuando tomamos la decisión de obedecer a Dios
el nos ayuda a pensar y llena nuestra vida de sabiduría. Así fue
como Abraham respondió: Dios se proveerá de un cordero para el
holocausto, hijo mío.
¿Notaste
como respondió? Su hijo lo llamó padre mío y el respondió hijo
mío. ¡Qué relación de unión que había entre ambos!
Pero…
¿Qué edad tenía Isaac en ese momento? ¿No se daba cuenta que no
había un cordero en aquel lugar? Muchos piensan que era un joven
muchacho de unos 12 o 14 años. Pero creo que era mucho mayor. El
hecho de llevar la leña para el sacrificio luego de caminar tres
días nos muestra gran fortaleza que se obtienen luego de un buen
tiempo de trabajo. Después veremos más evidencias que demuestran
que tal vez pudo haber tenido hasta unos 30 años de edad. Esto nos
demuestra que más allá de que no había un cordero a la vista,
confió en su padre por el amor y respecto que tenía por él y su fe
en Dios.
Cada
paso de esta historia nos sigue haciendo recordar la relación de
Dios Padre y Dios Hijo, Jesús. Cuando Jesús estuvo acá en la
tierra habló mucho de su relación con el Padre. Llegó a decir: los
dos somos uno; quién me ha visto a mí, ha visto al Padre; y además
Yo soy el camino la verdad y la vida y nadie viene al Padre sino es
por mí. Cuando estaba por ser traicionado por Judas y había empezado a cargar en su corazón toda la carga de los pecados de todos nosotros, oró, como cuenta Mateo 26:39:
"Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". Y lo hizo dos veces.
Estamos viendo las similitudes entre la historia de Abraham e Isaac, Con la de Jesús y su Padre Dios. Pero de aquí en más se empiezan a diferenciar en muchas cosas, y aquí tenemos la primera: cuando Isaac le preguntó a su padre, tuvo una respuesta, pero cuando Jesús le habló a su Padre, no hubo respuesta.
En un momento Jesús tuvo que pasar por el dolor
de la muerte para salvarnos y decir al Padre: Dios mío, ¿Por qué
me has desamparado?. Eso lo dijo cuando estaba en la cruz. En el
momento que dijo eso, la creación toda se conmovió pues estaba
presenciando que Su creador estaba entregando su vida. Fue por eso
que siendo el mediodía se oscureció como si fuera medianoche.
Un
pequeño detalle más: Isaac subió el monte llevando sobre sí la
leña que iba a provocar el fuego que tendría que consumir todo su
cuerpo, 1950 años después el Señor Jesús iba a subir ese mismo
monte llevando también madera, que sería la cruz donde iba a
consumir la salvación para cada uno de nosotros.
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¿Qué
piensas al escuchar que Dios desamparó a su amado Hijo para poder
ampararte a vos?
Oración:
Querido
Dios Padre. Deseo nuevamente darte muchas gracias por haber entregado
al Señor Jesús por mi. Ahora deseo entregar mi vida a ti como
agradecimiento de lo que hiciste a mi favor. En el nombre del Señor
Jesús, Amén.