Día 31 (57) - Gn 22:13-18
13 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. 14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. 15 Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; 17 de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. 18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. Génesis 22:13-18
Éstos últimos días hemos estado viendo la prueba de fe de Abraham. Es importante destacar que Dios no necesita saber si tenemos fe o no, pues Él todo lo sabe. Pero sí nosotros y los que nos rodean necesitan saber como está nuestra fe en Dios. Ayer veíamos como Isaac pudo ver la inmensa fe de su padre. Pero Isaac también debía saber como estaba su fe en Dios.
Después que Isaac bajó del altar, su padre, Abraham, levantó la vista y vio un carnero trabado en una planta ahí cerca. Entonces Abraham lo fue a buscar y ofreció la ofrenda en sacrificio. Abraham le puso a ese lugar Jehová-Jireh, que significa Jehová proveerá. Y luego otra vez habló el ángel de Dios y le recordó nuevamente todas las promesas que se iban a cumplir en Isaac. Les dijo que su descendencia sería como las estrellas o como la arena que hay a la orilla del mar. También que serían benditas en su descendencia todas las naciones de la tierra.
Para poder entender mejor ésta última promesa, debemos revisar un poco más la historia que hemos visto. Para Isaac hubo un reemplazo para el sacrificio. ¿Quién puso a ese cordero ahí cerca? ¿Quién lo había dejado en ese lugar? Dios estaba mostrando que lo que hizo por Isaac, lo haría por todos nosotros. La promesa de que en su descendencia serían bendita todas las naciones, significaba que 53 generaciones después nacerían José y Maria, de dos líneas diferentes, pero descendientes de Abraham ambos. (La línea de descendencia se divide por dos hijos de David) Ellos iban a tener una tarea muy importante. María llevar al bebé Jesús en su vientre. José debería cuidar a ambos. El Salvador vendría al mundo, y sería entregado en nuestro lugar, en una cruz, recibiendo todo el castigo que merecíamos por nuestros pecados.
No hubo un reemplazo para Jesús, sino que él vino a entregar su vida por vos y por mi. Y además, ¿Cómo llamó Abraham a ese lugar? SI, Jehová proveerá. Es notable ver que el nombre está en futuro. No le puso Jehová ha provisto o Jehová provee. SI bien podemos tomar como referencia lo que Abraham le respondió a Isaac cuando subían, el nombre Abraham lo pone después de que Isaac bajó del altar y ya estaba en su lugar el cordero. Sin lugar a duda Dios movió a Abraham a poner ese nombre en futuro porque e n ese mismo monte, 1950 años después, Jesús entregaría su vida por cada uno de nosotros. Jesús sería el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, como lo anunció Juan el bautista. Es decir Dios ha provisto de un Salvador. El plan de Dios fue perfecto. La historia de Abraham e Isaac es una muestra de como Dios fue anunciando a lo largo del tiempo la Salvación que viene de él en el Señor Jesucristo.
Es tan perfecto el tiempo de Dios que él mismo sabía que en este día tu ibas a tener la oportunidad de leer éstas palabras y poder tomar la decisión de poder recibir al Señor Jesús en tu corazón si aun no lo has hecho. La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte, pero Jesús quiere reemplazarte para que tengas vida eterna. El ya murió por vos, solo está esperando que lo dejes entrar en tu corazón. Pídele ahora mismo que te perdone. Pídele ahora mismo que entre en tu vida como tu Salvador personal. Y si ya tienes a Jesús en tu corazón, decídete en servirle de todo corazón en agradecimiento por todo lo que Él ha hecho por ti.
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¿Aun no tienes al Señor Jesús en tu corazón? Éste es el momento dónde Él te está esperando.
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¿Ya tienes al Señor Jesús en tu corazón? En éste mismo instante entrega tu vida a Dios, para servirle de corazón cada día.