Día 33 (59) - Gn 23
1 Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara. 2 Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla. 3 Y se levantó Abraham de delante de su muerta, y habló a los hijos de Het, diciendo: 4 Extranjero y forastero soy entre vosotros; dadme propiedad para sepultura entre vosotros, y sepultaré mi muerta de delante de mí. 5 Y respondieron los hijos de Het a Abraham, y le dijeron: 6 Oyenos, señor nuestro; eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te negará su sepulcro, ni te impedirá que entierres tu muerta. 7 Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het, 8 y habló con ellos, diciendo: Si tenéis voluntad de que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón hijo de Zohar, 9 para que me dé la cueva de Macpela, que tiene al extremo de su heredad; que por su justo precio me la dé, para posesión de sepultura en medio de vosotros. 10 Este Efrón estaba entre los hijos de Het; y respondió Efrón heteo a Abraham, en presencia de los hijos de Het, de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo: 11 No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en ella; en presencia de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta tu muerta. 12 Entonces Abraham se inclinó delante del pueblo de la tierra, 13 y respondió a Efrón en presencia del pueblo de la tierra, diciendo: Antes, si te place, te ruego que me oigas. Yo daré el precio de la heredad; tómalo de mí, y sepultaré en ella mi muerta. 14 Respondió Efrón a Abraham, diciéndole: 15 Señor mío, escúchame: la tierra vale cuatrocientos siclos de plata; ¿qué es esto entre tú y yo? Entierra, pues, tu muerta. 16 Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, en presencia de los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes. 17 Y quedó la heredad de Efrón que estaba en Macpela al oriente de Mamre, la heredad con la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que había en la heredad, y en todos sus contornos, 18 como propiedad de Abraham, en presencia de los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad. 19 Después de esto sepultó Abraham a Sara su mujer en la cueva de la heredad de Macpela al oriente de Mamre, que es Hebrón, en la tierra de Canaán. 20 Y quedó la heredad y la cueva que en ella había, de Abraham, como una posesión para sepultura, recibida de los hijos de Het. Génesis 23:3-20
Llegamos a un momento de mucho dolor en la vida de Abraham. Había quedado un poco atrás la dura prueba de entregar a Isaac, pero como ya vimos eso fue superado por la fe, y por haber obedecido fielmente a Dios. Pero es importante entender que más allá de la fe y la obediencia llegará el momento donde todos tenemos que enfrentar la realidad de la muerte. La muerte ha entrado en la humanidad el día en que Adán y Eva pecaron, y si bien la que se manifestó primero fue la muerte espiritual, el ser humano separado de Dios, con el tiempo se iba a concretar la muerte física, la separación del alma y espíritu del cuerpo. Como dice Romanos 6:23 "La paga del pecado es la muerte" El pecado solo trae muerte, separación y por eso, en nuestra humanidad, más allá de nuestra vida de fe, la muerte nos alcanzará un día. Y como dice Hebreos 9:27: "
Y de la manera está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio"
La gran diferencia se hace después de la muerte, pues ella no es la salida de la vida o el término de ella, sino la entrada a la eternidad. En Hebreos 11:11 dice "
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
" La vida eterna espera a los que pusieron su fe en Dios, pero la condena eterna espera a los que rechazaron su perdón.
El problema que se le presenta a Abraham, además del dolor de la pérdida, fue que él estaba en la tierra que Dios le mandó pero no tenía un lugar comprado a su nombre para poder dar sepultura a Sara. Entonces se acercó a los príncipes que habitaban en esa región y les pidió que le vendan algún campo de ese lugar. Ellos le dijeron: Tu eres un príncipe de Dios, te ofrecemos que sepultes a tu mujer en nuestras sepulturas. Abraham les volvió a pedir que lo que él quería era comprar un campo a un precio justo. Entonces le dijeron que le regalaban un campo. Pero Abraham se negó y pidió pagar un precio justo. Y así fue como compró Abraham por un precio justo el campo en que dio sepultura a Sara.
Ahora…. Nosotros nos podemos preguntar: ¿Por qué no aceptó Abraham el regalo? ¿Por orgullo? No. Fue por justicia y prudencia .
Por justicia porque ese lugar tenía un dueño y ese dueño trabajó por ese lugar y ese lugar tenía un precio justo. Eso nos enseña que no debemos tomar nada que no nos pertenece y si tenemos como comprarlo, lo compramos; y si no tenemos como comprarlo, no lo debemos tener. Eso lo tenemos que grabar para toda nuestra vida.
Por prudencia porque en el futuro podría tener problemas por esa posesión. Al comprarla y hacer todos los papeles necesarios el fue el dueño legal de esa tierra. Dios nos enseña que todo lo que tengamos lo tenemos que conseguir de forma legal y tenerlo en orden delante de la ley. Abraham estaba dispuesto a hacer todo a la manera de Dios.
La justicia y la prudencia nos mandan a ser honestos en nuestros tratos y no aprovecharnos de ninguna persona. Abraham pagó el precio justo y ambos cumplieron con su palabra en el trato. Además, Abraham sabía que un día Sara resucitaría a la vida eterna.
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¿De qué manera cumples tu palabra?
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¿Te comprometes delante de Dios a realizar siempre tratos justos?