Día 37 (63) - Gn 24:28-48

28 Y la doncella corrió, e hizo saber en casa de su madre estas cosas. 29 Y Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, a la fuente. 30 Y cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: Así me habló aquel hombre, vino a él; y he aquí que estaba con los camellos junto a la fuente. 31 Y le dijo: Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? He preparado la casa, y el lugar para los camellos. 32 Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían. 33 Y le pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi mensaje. Y él le dijo: Habla. 34 Entonces dijo: Yo soy criado de Abraham. 35 Y Jehová ha bendecido mucho a mi amo, y él se ha engrandecido; y le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos. 36 Y Sara, mujer de mi amo, dio a luz en su vejez un hijo a mi señor, quien le ha dado a él todo cuanto tiene. 37 Y mi amo me hizo jurar, diciendo: No tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito; 38 sino que irás a la casa de mi padre y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo. 39 Y yo dije: Quizá la mujer no querrá seguirme. 40 Entonces él me respondió: Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino; y tomarás para mi hijo mujer de mi familia y de la casa de mi padre. 41 Entonces serás libre de mi juramento, cuando hayas llegado a mi familia; y si no te la dieren, serás libre de mi juramento. 42 Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: Jehová, Dios de mi señor Abraham, si tú prosperas ahora mi camino por el cual ando, 43 he aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual dijere: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro, 44 y ella me respondiere: Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; sea ésta la mujer que destinó Jehová para el hijo de mi señor. 45 Antes que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y le dije: Te ruego que me des de beber. 46 Y bajó prontamente su cántaro de encima de sí, y dijo: Bebe, y también a tus camellos daré de beber. Y bebí, y dio también de beber a mis camellos. 47 Entonces le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente en su nariz, y brazaletes en sus brazos; 48 y me incliné y adoré a Jehová, y bendije a Jehová Dios de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo. Génesis 24:28-48

Ayer dejamos al siervo de Abraham en tierra de la parentela de su amo y tomando su tiempo para adorar y agradecer a Dios por haberlo guiado hasta el lugar y a la persona indicada para ser la esposa del hijo de su amo. El siervo había demostrado una gran fe y Dios, por lo tanto, le respondió con absoluta claridad. Un detalle también importante es que mientras él aún estaba orando, ya Dios había empezado a contestar la misma, pues dice que antes de que acabase de hablar con Dios ya apareció en el lugar Rebeca. 

El siervo, al orar, le agradeció a Dios por guiarlo hasta la casa de los hermanos de su amo. Rebeca al escuchar esas palabras corrió hasta su casa y les contó de lo que había pasado y escuchado. Labán, hermano de Rebeca, al oírla hablar, salió rápidamente y fue al encuentro del siervo de Abraham. Lo invitó a ir a su casa y a dar comida y descanso para él, los que iban con él y los camellos. 

Cuando llegaron a la casa le pusieron comida en la mesa para que comieran, había sido un largo y cansador viaje,  pero el siervo les dijo que no iba a comer hasta que no le contara a qué había venido a ese lugar. Y Labán entonces, con un poco de curiosidad seguramente, le dijo: está bien, habla.

El siervo dijo: yo soy siervo de Abraham. Dios le ha bendecido muchísimo en todas las cosas. Sara, su mujer, ha tenido un hijo en su vejez, que es su heredero. Mi amo me dijo que venga a éste lugar a buscar una mujer para que sea esposa de ese hijo, Isaac. Además, también me dijo, el ángel de Dios irá contigo y te ayudará en todo. Y así fue. Cuando llegué hoy al pozo de agua, oré al Señor y le dije que la mujer que me diera agua a mí y a los camellos, que esa sea la elegida por Él. Y así fue – siguió contando – que no había terminado de orar, que llegó Rebeca e hizo todo lo que le había pedido a Dios como prueba.

¡Que bien había aprendido el siervo de su profesor! Había visto que la fe que su amo tenía, el también podía tener. Qué importante es entender que nosotros podemos ser como Abraham teniendo una fe genuina en nuestro Dios y contagiando a otros para que ellos también la tengan.  ¡Con que seguridad oró y con que claridad Dios respondió! Además, sabía muy bien cual era la prioridad. La comida y el descanso podían esperar, pero el mensaje entregado debía ser dado lo más pronto posible. En el relato que hace el siervo a la familia de Rebeca dice: antes de que termine de hablar en mi corazón… Sí, estaba orando a Dios con el corazón. Su corazón estaba enfocado en cumplir el mandato de su amo. Él sabía que cumplir le traería felicidad a su amo, al hijo de su amo, a la mujer que llevaría pero también a él mismo, pues se estaría cumpliendo la voluntad de Dios, que es perfecta.

  • ¿En que está enfocado hoy tu corazón?

Oración:

Querido Dios Padre, gracias porque así como el siervo podía confiar en ti, yo también lo puedo hacer. Ayúdame a enfocar mi corazón en ti. En el nombre del Señor Jesús, Amén.