Día 8 (34)  - Gn 14:17-24

17 Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo. 21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes. 22 Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, 23 que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; 24 excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte. Génesis 14:17-24

En los versículos de ayer vimos que cuatro reyes habían salido en guerra sobre otros cinco. Éstos cuatro fueron los vencedores y tomaron entre otras cosas a Lot y todo lo que él tenía: familia, siervos y bienes.

En el pasaje de hoy vemos que aparecen dos personas.

El primero es uno de los reyes que había sido derrotado, el rey de Sodoma. Hay que resaltar que éste rey, y los otros cuatro que estaban con él, habían servido a Quedorlaomer durante 12 años y en el año 13 se revelaron contra él. Un año después Quedorlaomer se juntó con los otros tres y derrotó al de Sodoma, al de Gomorra, al de Adma, al de Zeboim y al de Zoar. En resumen quien viene a Abram era el rey que había servido durante 12 años y se reveló y luego fue derrotado y escaparon hacia los montes. Éste rey aparece primero en el relato, pero no es el primero en hablar. El pasaje dice que salió a recibir a Abram. Pensemos en que Abram venía de rescatar a Lot de manos de los que lo habían derrotado a ellos. Es decir, Abram había logrado con sus 318 hombres lo que los otros cinco reyes no habían podido hacer.

El segundo en aparecer, pero el primero en hablar fue Melquisedec. Se lo presenta como rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo. Salem era lo que después se supone que se convertiría en Jerusalén. Pero aparece luego algo que en el contexto del antiguo testamento no era muy usual: que alguien sea rey y sacerdote. Eran dos lugares que no compartían a la misma persona. Hay algunos ejemplos de lo malo que fue cuando alguien quería ocupar ambos lugares. Pero curiosamente, se presentan ciertas cosas que parecen más del tiempo del nuevo testamento que del antiguo. En el NT se nos dice que nuestro Señor Jesucristo nos ha hecho reyes y sacerdotes. Dice en Apocalipsis 1: “5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”. Además continúa diciendo que lo primero que hizo fue sacar pan y vino. Dos símbolos muy caros a nuestra fe cristiana, pues fueron los que el mismo Señor Jesucristo dejó para que cada primer día de la semana pudiésemos hacer memoria de su sacrificio por cada uno de nosotros.

Pero… ¿Quién fue Melquisedec? En Hebreos 7:1 dice: “Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” No hay datos entonces de su descendencia como hombre, pero deja una figura maravillosa, como lo leemos en el versículo 3 al Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Es importante destacar que los reyes seguían una línea sanguínea lo cual los colocaba en autoridad no por ser aptos sino solo descendientes de. Melquisedec no tenía ascendencia que lo colocara en ese lugar, era siervo del Dios altísimo. Debemos también recordar que Jerusalén sería el lugar donde Dios haría construir su casa y allí su pueblo podría contemplar su presencia. También el lugar donde el Mesías entregaría su vida para salvar a todo aquel que cree.   Puede usted seguir investigando sobre Melquisedec ayudado por una concordancia que lo llevará en especial al libro de Hebreos, en el nuevo testamento, donde se plantea el orden de los sacerdotes que entraban al lugar santísimo cada año, es decir, como sumo sacerdote, y nos lleva a pensar en el Sumo Sacerdote, el que solo tuvo que entrar una vez y para siempre para presentarse Él mismo, y no con sangre de animales, o ajena, sino con su propia sangre, para perdón de nuestros pecados.

Pero volviendo al pasaje de Génesis, Melquisedec bendice a Abram en Dios y luego a Dios en Abram. Se deja bien en claro que no era cualquier Dios al que se hace alusión. Se habla del Dios Altísimo, el Creador del cielo y la tierra. El único verdaderamente Dios, que existe por sí mismo y no por la inventiva humana. Y remarca Melquisedec que Dios había dado la victoria a Abram poniendo a sus enemigos en su mano, es decir, Abram tuvo que hacer su tarea, pero Dios preparó todo para la victoria. Esto nos tiene que hacer reflexionar sobre nuestras propias vidas. Dios tiene planes maravillosos para nosotros, pero espera que nosotros hagamos lo que debemos hacer siguiendo sus indicaciones para poner a nuestros enemigos a nuestros pies.  ¡Que maravilloso es nuestro Dios! Abram en gratitud le da el diezmo de todo lo que tenía. (No olvidemos que Abraham era un hombre rico, ese diezmo representaba muchísimo)

Y por último habla el rey de Sodoma. Más adelante volveremos sobre Sodoma. Pero la propuesta de éste rey derrotado fue: dame las personas y toma para ti los bienes. Quería los 318 hombres, siervos de Abram. Pensaba que la victoria era gracias a ellos. Ellos solo habían sido herramientas de Dios, que solo funcionan en las manos de Dios. Abram rechaza de lleno el trato. Primero le hace ver que la victoria es por Jehová Dios Altísimo. No tenía que ver con creencias humanas sino con el accionar del poder del único y verdadero Dios. Y luego le dice que no tomará absolutamente nada del rey de Sodoma. Todo lo que tengo es dado por Dios, y nadie podrá decir “yo” enriquecí a Abram. 

Que buena lección recibimos hoy de la Palabra de Dios, cuya herramienta fue Abram. Estuvo dispuesto a recibir la bendición de Dios y dar una ofrenda de adoración a Dios muy importante. Pero no estuvo dispuesto a  hacer tratos con aquellos que solo buscaban su bien personal fuera de Dios. Qué Dios nos ayude a que el día de hoy podamos ser como Abram, recibamos la bendición de Dios y rechazamos todo trato de aquello que desea ocupar el lugar de Dios en nuestras vidas.

  • ¿Qué fue lo que Abram recibió y qué fue lo que no quiso recibir?

Oración:

Querido Padre Dios, gracias porque se que tienes bendiciones para mi vida. Gracias porque ya diste por mí la más grandiosa bendición: tu Hijo Amado, quién dio su vida por mi. Te pido que me ayudes a decir no a las cosas que vienen del enemigo de mi alma, Satanás, que desea seducirme con propuestas que al oído parecen buenas, pero que son para cortar mi relación contigo. Gracias porque puedo contar contigo a cada instante. En el nombre de Jesús, Amén.