Día 10

¡Hola! Bienvenido a la serie “Os ha nacido”, día 10.

Ayer vimos el diálogo que hubo entre el ángel Gabriel y María, o al menos la primera parte de él.

Gabriel, luego de hablarle sobre lo que Dios había visto en ella, y de que Dios estaba con ella, procedió a entregar el mensaje por el cual había sido enviado por Dios.

En Lucas 1:31 podemos leer ese mensaje:  Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

¿Como se habrá sentido Gabriel de entregar semejante mensaje? El sabía exactamente quien era el que iba a venir al mundo, pues compartía con él en el cielo, y ahora tenía que comunicarle a María con palabras que ella y nosotros pudiésemos entender.

Comienza diciendo: ahora. La noticia no era para dentro de un tiempo, sino para ese momento. Se estaban cumpliendo muchas profecías en ese instante.

Luego dice: concebirás. Acá te podes llevar otra sorpresa si buscar el significado en internet. Muchos sitios la definen como el momento en el que anida un nuevo ser en el útero de su madre. Pero el significado original no solo hace alusión a ese momento, sino también al de la fecundación, pues da la idea de unión en primer lugar y luego de tomar, lo que sucede cuando el óvulo fecundado viaja hacia el útero y anida en una de sus paredes. Hay una discusión muy grande que se plantea cuando comienza la vida de ese nuevo ser, o cuando comienza a serlo. Creo que la Biblia nos plantea usando ese término del latín, y algunos otros pasajes, que comienza cuando Dios permite la unión entre los gametos masculino y femenino. Aunque, vale aclarar, no iba a haber gametos interviniendo en este caso.

Lo tercero es que tendría un varón, habla de un niño. Desde la antigüedad se nos dice que un niño nos será nacido como dijo el profeta Isaías en el capítulo 9, es decir, un niño nacerá por nosotros.

Y en cuarto lugar llega lo que define todo y separa definitivamente ese embarazo a cualquier otro: llamaras su nombre: Jesús.

A los Filipenses, Pablo les escribe en el capítulo 2:9, refiriéndose al nombre de nuestro Señor: Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Dios Hijo, como algo ya vimos, apareció muchas veces en el antiguo testamento, pero acá se le da un nombre. Un nombre maravilloso, porque refleja el plan de Dios que tenía desde antes de crear el mundo, aunque nos cueste un poco entender eso, como dice 1ra Pedro 1:20. Ese nombre “Jesús” que significa “Dios Salva”, dos palabras en presente. Y eso es lo que hace al instante en todo aquel que cree en él. Pero ese nombre es ampliado cuando se lo llama, como recién leímos en Filipenses: Jesucristo. Jesús=Dios Salva; Cristo=Ungido(Mesías) “El elegido o señalado por Dios”; entonces Jesucristo=“El elegido o señalado por Dios para salvar.” Es un nombre maravilloso, pues desde el primer momento, en boca de Gabriel, pudo resumir en pocas letras la misión que venía a cumplir en esta tierra: dar su vida en rescate de todo aquel que en el cree.

Realmente se podrían escribir días y días sobre el nombre de Jesús. Pero Mateo agregará luego también aquel que estaba en la profecía: Emmanuel, “Dios con nosotros”. Es maravilloso que Emmanuel primero estuvo entre nosotros, para luego estar en nosotros.

Aquellos que tenemos a Jesús en nuestra vida, hemos experimentado lo que es el poder, el amor y el perdón de Dios. Cada uno lo ha experimentado depende la carga que traía de pecado, no estoy diciendo que hay diferentes tipos de salvación, claro que no, la salvación es una sola: creer que Jesús entregó su vida por mi, pedirle perdón por mis pecados y aceptarlo como Salvados personal. Pero cada uno ha ido a Jesús con diferentes cargas, todas resumidas en una palabra: pecado.

Por eso, para terminar por hoy, quería vincular esto último con el nombre que Dios le dio a su Hijo Jesús. En Apocalipsis, al final de la carta a Pérgamo en el capitulo 2:17 dice: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Un nombre nuevo, que solo conoce el que lo recibe, y Dios que lo da, por supuesto. Ahí “nadie” se refiere a ninguna otra persona. Solo Dios y cada uno de nosotros conoce lo que Jesús hizo en nuestra vida al salvarnos, pero también lo que sigue haciendo, y como es la experiencia de nuestra alma, al lado del Maestro. Por eso creo, que como el Padre le dio un nombre nuevo al Hijo que tenía que ver con lo que el es, “Dios” y lo que debía hacer para el Padre, “salvar”, un día nuestro Padre Dios nos dará ese nombre nuevo, que será el reflejo de todo lo que Dios ha hecho por nosotros y lo que desea que hagamos para él, y ahí nos daremos cuenta que ya lo sabíamos, ya lo habíamos experimentado, pero “allá” lo entenderemos en plenitud. ¡¡Sea el nombre de nuestro Dios alabado!!



¿Oramos?

Querido Padre Dios,… gracias. Cada vez que puedo ver lo que tu eres, y entender un poquito más de ti, más me pregunto, ¿qué he hecho yo para merecer lo que hiciste por mi? ¿Qué he hecho para que me otorgues un nombre nuevo? Y no lo puedo explicar, y solo creer que fue por me amaste. Gracias por tan grande regalo y beneficio para mi. Gracias porque puedo disfrutar de tu amor, de tu perdón y de tu poder. Cumple, oh Dios, tu plan en mi vida, deseo que así lo hagas. En el nombre del Señor Jesús, Amén.