Día 18

¡Hola! Bienvenido a la serie “Os ha nacido”, día 18.

Ayer empezamos a ver las palabras que Lucas registra de María, que dijo cuando estaba en casa de Zacarías hablando con su pariente Elisabet.

Esa primera parte habló de su experiencia con Dios su Salvador.

En la segunda parte se va a centrar en Israel, el pueblo elegido por Dios unos 2000 años antes cuando llamó en Ur a Abraham, que de hecho María lo nombra.

Dice en Lucas 1: 50 Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. 54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.

La misericordia de Dios se ha manifestado en la infidelidad de Israel. Vez tras vez Dios tuvo que buscar a un pueblo elegido que constantemente le daba la espalda, haciendo las cosas a su manera y dejando de lado a Dios. En esos momentos sucumbían en dolor, esclavitud, necesidad, derrota y hasta graves conflictos internos, que hasta lo llevaron a partirse en dos y ser presa aún más fácil y ser llevados esclavos o esparcidos por sendos territorios, donde se contaminaron aun más con el paganismo de esas regiones.

Pero aún así se manifestó su misericordia por amor de Su nombre, pues él ya había dicho a Abraham que de su descendencia sería bendita todas las familias de la tierra, es decir, vendría el Salvador del mundo.

El brazo de Dios fue temido por las naciones. Cuando actuaba nadie podía enfrentar a su pueblo, pero cuando su pueblo le daba la espalda volvían a caer, y así un sin número de veces.

Pero cuando los poderosos creían tener toda la autoridad para hacer las cosas a su gusto, y maltratar al pueblo de Dios, Él les mostró quién realmente es Dios, como el caso de Nabucodosor y lo que él mismo cuenta en Daniel 4:37 “Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.”

Y fueron quitados de su trono poderosos como dice Daniel 5: 22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; 23 sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. 30 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos.

Pero en el mismo libro tenemos un humilde, aunque ocupó un lugar importante en Babilonia y pudo escribir en Daniel 6:28 Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa. Un hombre de unos 90 años de edad.

A lo largo de siglos no abandonó a su pueblo, aunque ellos lo rechazaban, o lo buscaban de labios, pero su corazón estaba lejos de él. La ley no se cumplía por amor al que la dio, sino como una disciplina religiosa, y fue contaminada con costumbres y exigencias discriminatorias a gente del mismo pueblo, regidas por hombres que se creían más dignos que otros al derecho de ser aceptados por Dios y recibir su bendición, porque su corazón estaba lejos de Dios.

Pero María en sus palabras resalta la fidelidad de Dios, pues dice que lo que habló a sus padres, refiriéndose a los patriarcas, profetas y al mismo Abram, ahora se concretaba el acto más maravilloso de misericordia al venir al mundo a salvar a su pueblo, pero también a todo aquel que cree, aunque no pertenezca al pueblo de Israel.

Su fidelidad es para siempre, y su misericordia va mucho más allá de lo que los seres humanos nos merecemos. De hecho se potencia esa misericordia al pensar que merecemos todo lo contrario de lo que Dios en su amor nos ofrece.

El relato histórico de la Biblia dice que se quedó luego tres meses más en la casa de Elisabet, posiblemente hasta el nacimiento de Juan, pero no lo podemos afirmar pues la Biblia no la menciona en ese acontecimiento. Me imagino todos los momentos que compartieron juntas esos tres meses, donde Dios las habrá alentado en todo, ante el desafío que ambas tenían en sus embarazos pero también en la responsabilidad de criar a esos niños tan importantes para el propósito divino de salvar a la humanidad.

Por eso, la reflexión final de hoy podría ser sobre la importancia de compartir nuestra vida con personas que aman de verdad a Dios, y poder recibir de nuestro Señor las palabras de aliento necesarias para vivir una vida que esté acorde a su voluntad, pero también el ánimo, en momentos de dificultad o prueba.


¿Oramos?

Querido Padre Dios, gracias porque tu fidelidad es para siempre. Gracias porque por Jesús hemos podido hacer nuestra esa fidelidad y podemos estar totalmente seguros y tranquilos en tus manos, porque tu amor va más allá de todo lo que podamos entender o imaginar. Ayúdame a entender que necesito rodearme de personas que aman tu nombre y desean seguirte y servirte de corazón, porque como dice el Salmo 133, ahí tu envías bendición y vida eterna. En el nombre del Señor Jesús, Amén.