Día 31
¡Hola! Bienvenido a la serie “Os ha nacido”, día 31.
Ayer enumeramos las personas que aparecieron antes, durante y después del nacimiento de Jesús. Cada uno fue usado por Dios de distintas maneras. Cada uno pudo voluntariamente aceptar el reto de servir a Dios de alguna forma, no para que se cumpla la promesa de Dios, sino para que puedan disfrutar de ser herramientas útiles para la Gloria de Él, mientras Dios cumplía si o si su promesa: mandar al mundo al Salvador.
La última persona que vimos, justamente ayer, fue Simeón, que tuvo el privilegio de tener en sus manos al Mesías, al Hijo de Dios, al Salvador del mundo. En ese momento se concretó, con creces, el anhelo más importante de su vida.
¿Cuál es tu anhelo o deseo más importante? ¿Tiene que ver Dios en algo en ese deseo? Continuamente, desde pequeños, vivimos deseando cosas. Vemos en los medios de comunicación o en otras personas, cosas que nos gustarían tener, aunque en su gran mayoría no modificarían en nada nuestra vida. O… mejor dicho, en su mayoría no modificarían en nada para bien nuestra vida, pues puede ser que con esas cosas perdamos mucho tiempo y no nos ocupemos de lo más importante, y más en estos tiempos donde los deseos se enfocan mucho en el uso de la tecnología. Y, por supuesto, no quiero ni pensar en los deseos que puedan surgir de nuestra carne, esa palabra que leemos en la Biblia y que hace alusión a nuestra naturaleza que se inclina constantemente hacia el pecado.
El hecho es que se cumplió su anhelo, el de Simeón, y su expresión era que solo le quedaba el deseo de partir a la presencia de Dios, al cielo.
Y sobre él, solo quisiera comentar algo muy importante que dijo en sus palabras. Vimos ayer que él Espíritu Santo estaba sobre él. En cuanto a eso podríamos decir que ya estaba llegando a su fin el tiempo en el que el Espíritu de Dios estaba CON las personas, pues después de que Jesús cumpliera su obra de Salvación muriendo en la cruz, resucitara, y ascendiera al cielo, el Espíritu Santo descendería, no para estar CON las personas, sino EN las personas que creen en Jesús como su Salvador personal.
Pero además de ese detalle, Simeón era guiado para profetizar por el Espíritu Santo. Y esas palabras fueron muy importantes, y en una parte dijo: Luz para revelación a los gentiles
Una sola vez se menciona a los gentiles en el Antiguo Testamento, en Isaías 9:1. Y la primera mención de ellos en el nuevo, es la de Simeón. Los gentiles son, en sentido amplio, los que no son judíos. Digo en sentido amplio pues hay pasajes que el término gentil hace alusión a cuestiones más específicas, como personas que no guardan la ley o que no creen en Dios.
Pero Simeón deja en claro que la Salvación no llegaba solo a Israel, sino también al resto de los seres humanos del mundo. Ese fue un tema que muchos judíos, y aun creyentes en Jesús, no querían aceptar, como fue el caso de Pedro en un momento, pero Dios le mostró que estaba equivocado y lo aceptó, y había discutido hasta con Pablo por eso. Pero Simeón ya lo había anticipado cuando Jesús tenía 40 días de edad. No olvidemos que el número 40 en la Biblia es el número de la prueba, en sus dos acepciones: cuando Dios manda una prueba para que nos podamos dar cuenta como estamos delante de él, o cuando Dios prueba, es decir, muestra con evidencias quien es él. Acá Dios estaba mostrando evidencias, por medio de la profecía dada a Simeón, que Jesús sería el Salvador del mundo, no solo de Israel.
Pero no quisiera terminar este día sin ver la otra persona que aparece en Lucas 2. Ella era Ana. Dice Lucas 2:36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Los datos que nos da Lucas de ella son que era profetisa, es decir que daba profecías. Luego que era hija de Fanuel. No hay mención de él en la Biblia. Algunos dicen que es el cuarto ángel mencionado en el libro de Enoc, pero ese libro no se encuentra dentro del canon bíblico aceptado. Lo que si podemos ver es que esa palabra griega, si la pasamos al hebreo es Penuel, o Peniel, que si lo recordamos se menciona cuando Jacob peleó toda la noche con Dios Hijo, y le puso así a ese lugar porque había visto “El rostro de Dios” o había visto “a Dios cara a cara”.
Ya hemos hablado sobre que no hay ni una sola palabra de más en la Biblia, por lo tanto debe querer comunicar algo ese nombre. Posiblemente tiene relación con el comienzo de la experiencia espiritual de Jacob, ya que después de esa pelea y de recibir la bendición de Dios Hijo pudo expresar: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Génesis 32:30. Ana era hija de Fanuel, es decir, que era descendiente del que vio a Dios cara a cara y fue librada su alma, eso lo confirma en que pertenecía a la tribu de Aser. No tenemos espacio ya, pero solo menciono que Aser significa “feliz” y fue el hijo número 8 de Jacob. Ya vimos que significa ese número en el día 19.
Ahora ella también estaba mirando a Dios cara a cara, pues vio al niño y hablaba a todos de que era él que venía a traer la redención que todos esperaban que llegaría a Jerusalén, y 33 años después estaría entrando a esa misma ciudad y sería recibido como “El que viene en el nombre del Señor” el Mesías, pero que en verdad la obra de redención la haría en la misma ciudad. Dice Efesios 1:7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia. Redimir es cuando alguien paga el precio para comprar la libertad de un esclavo.
Y por último, rápidamente, veamos los datos de edad que da Lucas. Dice que estuvo casada 7 años y viuda 84 años. El hecho que diga que estuvo casada desde su virginidad, hace referencia a que su esposo fue el primero y único que tuvo. En ese tiempo, se casaban alrededor de los 14 o 15 años de edad. Eso significa que Ana tenía alrededor de 14+7+84:¡105 años! Y a pesar de su edad tan avanzada, servía en el templo noche y día. Una mujer que a pesar de haber tenido unos 21 años cuando enviudó, decidió no volverse a casar y dedicar su vida a Dios. Cuantas personas encontramos en la Biblia que Dios ha querido dejarnos como ejemplo de vida y como dejaron que Dios las utilice para su gloria.
¿Oramos?
Querido Padre Dios, gracias porque podemos ver estos ejemplos de vida, de personas muy mayores de edad, pero que disfrutaban de las fuerzas que solo dan la vida espiritual sujeta a ti. Ayúdame a entender que debo dedicar mi vida a ti, y tu me darás todo lo demás que yo necesite, para ser de utilidad a que tu nombre sea alabado y glorificado. En el nombre del Señor Jesús, Amén.