Día 8

¡Hola! Bienvenido a la serie “Os ha nacido”, día 8.

Ayer vimos como el ángel Gabriel fue enviado a Nazaret, a la casa de una joven. Mencionamos que Lucas resalta dos cualidades de María. Dice que era desposada y virgen.

Ayer vimos la primera. Miremos un poco la segunda.

La palabra virgen para algunos es una antigüedad, para otros es una creencia que quita la libertad a los jóvenes, en especial, de hacer con su vida lo que deseen, otros dicen que es una simple imposición moral que limita al desarrollo de los adolescentes y jóvenes. Desde hace unos años, se escucha mucho la frase: es mi cuerpo, yo hago lo que quiero. Pero eso ya viene, de una forma muy manifiesta desde la década de 1960.

Alguno podría llegar a pensar que María experimentaba alguna de esas condiciones mencionadas, que vivía en una sociedad muy cerrada y por eso conservaba su virginidad.

Pero todos sabemos que se pueden llegar a imponer muchas cosas en la vida de las personas, pero aquellas que tienen que ver con la intimidad, solo son respetadas cuando existe la convicción de llevarlas a cabo y no por obligación moral o social.

Hay dos términos que son muy prácticos para entender esto. Esos términos son autonomía y heteronomía.

La heteronomía es cuando una persona lleva a cabo acciones moralmente válidas porque alguien se las impone y entonces trata de respetarlas, por respeto a esa persona o por miedo o por algún tipo de conveniencia, hasta puede llegar a ser por coacción. La coacción es la fuerza o violencia que se hace a alguien para obligarlo a que diga o ejecute algo.

Pero la autonomía es lo opuesto, aunque muchos tienen un pensamiento incorrecto. Autonomía es auto=uno mismo, y nomía=norma. Algunos piensan que es hacer sus propias reglas o normas de vida, sin importar lo que los demás digan, o lo que las leyes o normas generales indiquen, pero ese no es su verdadero significado cuando podemos ir a la palabra de Dios. No es hacer sus propias normas, sino hacer propias las normas. Parece un juego de palabras, pero no lo es.

María, o cualquiera de nosotros puede tratar de llevar una vida lo más ordenada posible, porque la Biblia lo dice, porque muchos observan, porque no quiero que nadie me regañe, y muchas otras explicaciones, pero, si bien algunas de ellas no están herradas, no son la base de las decisiones. Cuando puedo entender que las enseñanzas bíblicas son perfectas, porque vienen del Perfecto, y deseo de corazón cumplirlas por amor a mi Salvador Jesús y su Padre, y busco en Él la fuerza para que sean parte de mi vida diaria, entonces, por decisión y voluntad propia estoy actuando en forma autónoma, pues hago las cosas correctamente, no porque alguien me obligue a hacerlo, sino porque por convicción he decidido hacerlo y que sea mi forma de vida.

En Hebreos 11:1 nos explica esa convicción, diciendo que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Primero hemos aplicado la fe a creer en Jesús como nuestro Salvador personal, después la tenemos que aplicar para que seamos autónomos en la palabra de Dios, y conduzcamos nuestra vida en la justicia de Dios.

María comprendía el valor de la pureza sexual. La Biblia nos habla que Dios ha creado nuestro cuerpo como algo sagrado, algo apartado, algo santo, porque Dios lo ha creado para contener su imagen y semejanza que es el ser humano.

María se había comprometido a casarse, y sabía que debía guardar su cuerpo, no solo por su prometido, como se prometía en el desposorio, sino también por Dios. Y por su pureza no solo sexual, sino también espiritual, pudo escuchar las palabras de Gabriel: ¡Salve, muy favorecida! Nunca jamás una mujer tuvo el privilegio que tuvo María. Varias mujeres recibieron la visita de un ángel diciendo que iban a ser madres, pero ninguna que iba a ser la madre del Salvador del mundo, del Mesías, del Cristo. Muchas fueron favorecidas, pero ella fue muy favorecida.

María nos muestra la importancia de la pureza en la vida. Solo Jesús puede limpiar nuestra alma, perdonándonos los pecados y siendo nuestro Salvador, y después debemos hacer nuestras las enseñanzas de Jesús y vivir en santidad, como hizo María y también José, por eso fueron elegidos para servir a Dios.

Podemos entonces antes de terminar la lectura de hoy, pensar en como Dios utilizó a corazones dispuestos a vivir a la forma de él, y es el mismo que hoy, más de 2000 años después, sigue buscando personas que deseen ser puros en él y puedan ser de servicio al único y Todopoderoso Dios. Dios desea hacer grandes cosas en ellos, con ellos y por ellos.


¿Oramos?

Querido Padre Dios, gracias porque en ti el ser humano puede ser puro, gracias a la obra del Señor Jesús en la cruz. Gracias por el ejemplo de María y José, que sabían que su pureza sexual los llevaban a la pureza espiritual y tú los utilizarías para algo maravilloso: mandar a tu Hijo Jesús, el Salvador del mundo. Ayúdame a ser puro en ti, que pueda por convicción actuar en tu justicia y así tú podrás utilizarme para tu gloria y para bendición de los que me rodean y de mi mismo. En el nombre del Señor Jesús, Amén.