3  de julio

Un misterio llamado Jesús

¡Hola! Avanzamos en la semana de estudios con un misterio llamado Jesús. Ayer vimos sobre el joven que le pidió a Jesús que le diga a su hermano que comparta la herencia, y Jesús entonces habló sobre el peligro de poner nuestra vida en las riquezas y no pensar en  lo más importante que es nuestra vida, y por supuesto la eternidad. Y luego les habló a sus estudiantes sobre poner siempre a Dios en primer lugar y él les dará lo que necesiten, como lo hace con las aves y las flores, y remarcando que cada uno somos mucho más valiosos que ellos.

Luego Jesús estaba en una sinagoga enseñando y había allí una mujer que hacía 18 años estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar. Esa mujer no podía nunca mirar a la gente a la cara, y mucho menos mirar para arriba. Nunca miraba el cielo, nunca podía ver las nubes ni la copa de los árboles. Siempre miraba hacia el suelo y de los demás solo podía ver los pies y la parte de abajo de las piernas. Su espalda estaba totalmente doblada. Además de su posición, eso le causaba mucho dolor. Durante 18 años nadie había podido ayudar a esa mujer. No podemos olvidar que las personas pensaban que los que padecían alguna enfermedad de ese tipo era porque habían cometido algún pecado grave. No sabemos cómo llegó a padecer eso pero la Biblia menciona que tenía un espíritu de enfermedad.

Es un misterio esa frase, pero podemos decir en principio que algo hacía que ella padeciera ese encorvamiento, y el mal estaba ligado a eso.  

Muchas veces hay personas que se parecen a esa mujer. El mal empieza a invadir sus vidas. A veces es porque nos metemos a hacer cosas que no son buenas, que no están bien hacer. Otras veces es por algo que otros hacen en nuestra contra y eso nos marca, nos perjudica, nos hace daño. Lo primero que perdemos de vista es el cielo. A veces pensamos que Dios no existe, o que Dios nos está abandonado, o que nos está castigando por algo. Y sin darnos cuenta nos estamos encorvando, mirando solo para abajo, de apoco ni queremos ver a los demás, o no nos importa hacerlo, y solo fijamos nuestra vida en el piso, en el desgano, en el desánimo, y sin darnos cuenta cada vez estamos más encorvados. Tratamos de disimular pero todo tira nuestro ánimo para abajo. Y Así como nadie pudo ayudar a esa mujer, nos puede pasar que sintamos que nadie nos puede ayudar. 

Pero hay alguien que está observando tu vida. Por eso ahora mismo te está hablando. Posiblemente todas las cosas malas que pasan a nuestro alrededor solo nos hacen ver el polvo del piso. Pero aquel día Jesús llamó a la mujer. Al igual que te llama ahora mismo, no importa cual sea tu carga. La mujer, aunque no podía ver con claridad quién la llamaba, fue. Y solo bastó que Jesús le dijera que era libre y puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó, y empezó a alabar a Dios. Otra vez Jesús nos muestra que nos llama, como cada día. Espera que solo podamos reaccionar y aunque no lo podamos entender con claridad como aquella mujer, nos acerquemos a él para que pueda obrar con poder sobre nuestra vida. Ese día Jesús liberó a esa mujer y desea liberar tu vida. En primer lugar del pecado y de la condena por ellos, por eso ahora mismo vení a Jesús, pedile que te perdone y libere y él lo hará al instante.      

Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque Jesús cada día me llama a ir a él. Gracias por todos los que ya hemos ido y hemos sido liberados del pecado y de la muerte eterna. Te pedimos nuevamente por todos los que aún  están encorvados por sus cargas, y no pueden levantar su mirada hacia vos, para que crean y sean liberados. En el nombre del Señor Jesús, Amén. 

¡HASTA MAÑANA!