7 de mayo
Un misterio llamado Jesús
¡Hola! Ayer estuvimos viendo dos lecciones muy hermosas. La primera fue como Simón llevó a Jesús a su casa y al llegar se encontraron con que la suegra de Simón estaba muy enferma, y Jesús solo tuvo que tomarla de la mano y levantarla para sanarla completamente en un instante. Es un verdadero misterio como Jesús hacía para que de él salga ese poder que sanaba instantáneamente a las personas. Entonces vimos lo importante de llevar a Jesús a nuestra casa y dejar que Jesús obre en nuestra familia de una forma misteriosa y maravillosa.
Luego, la segunda lección fue que Jesús se ocupaba de todas las personas que lo buscaban, ayudando a todos por igual, pero en su lista de prioridades estaba, sin descuidar a las personas, pasar tiempo de calidad con su Padre del Cielo, Dios Padre. Y se iba muy temprano, aun antes que amanezca, a orar y pasar ese tiempo con él, aunque se había acostado tarde por atender a tanta gente.
Esto nos hace pensar en que muchas veces nos tenemos que quedar preparando un trabajo práctico o estudiando para algún examen o lección, y después no tenemos muchas ganas de levantarnos a hacer las cosas. O después estamos de mala gana o sin prestar atención a las cosas que dicen nuestros profes.
Jesús tenía una receta maravillosa para compartir con sus alumnos: apenas se levantaba pasaba tiempo con Dios Padre. Eso hace que podamos empezar el día de otra manera, que podamos recordar que él está dispuesto a ir con nosotros a todos lados, y darnos las ganas y las fuerzas que él solo puede dar. La Biblia nos enseña en Romanos 8:32 que si Dios no se guardó a su Hijo Jesús, sino que lo entregó por nosotros, ¿Cómo no nos va a dar todas las cosas? Es una maravillosa forma de empezar cada día, como podemos hacer ahora mismo, reflexionando sobre el misterio llamado Jesús, pues sigue siendo un misterio: ¿por qué Dios quiso mandar a su Hijo a salvarnos?
Y la historia continúa contando que cuando los discípulos se despertaron empezaron a buscar a Jesús y no lo encontraban. Hasta que uno llegó a donde estaba orando, y le dijo que todos lo estaban buscando, Y Jesús le respondió que se preparen pues iban a compartir las noticias de Dios a todos los pueblos vecinos. Y Así lo hicieron. Y venía gente de todos lados y sanó a muchísima gente que tenía diferentes enfermedades, paralíticos, endemoniados y con problemas mentales. Y se extendió grandemente la fama de Jesús por mucho territorio. Pero Mateo, Marcos y Lucas, cuentan de un enfermo en especial. Dicen que yendo de camino se le apareció un leproso. Recuerda que la lepra era un enfermedad altamente contagiosa e incurable, que iba llenando todo el cuerpo de llagas en carne viva y de muy horrible olor. Por eso los leprosos debían vivir lejos de la ciudad y de las demás personas, porque además se los consideraban inmundos. Pero cuando ese leproso llegó a Jesús, él no lo echó, no, todo lo contrario, y el leproso, ante la mirada de asco de todos los que estaban allí, puesto de rodillas delante de Jesús, le dijo: Si quieres puedes limpiarme. Y Jesús extendió la mano y lo tocó. ¿Sabés lo que habrá sido para ese hombre sentir la mano de una persona? Vaya a saber cuando fue la última vez que pudo abrazar a alguien. Pero Jesús no solo lo tocó, ante la sorpresa de todos, sino que le respondió: Quiero, sé limpio. Y al instante el hombre se curó de toda la lepra. ¿Hay algo en tu vida que ahora quieres decirle a Jesús? Ahora mismo puedes decirle: Jesús, si quieres puedes…. (y decirle lo que necesitas de él para tu corazón)
Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque sé que Jesús cada día está esperándome para enseñarme cosas. Ahora quiero hacer como el leproso y pedirle que me limpie de mis pecados, pues quiero ser limpio, y creo que Jesús lo puede hacer. Te pido nuevamente por todas las personas que me rodean y aun no han sido limpios, para que crean y le pidan a Jesús por su limpieza. En el nombre del Señor Jesús, Amén.
¡HASTA MAÑANA!