10 de abril

Un misterio llamado Jesús

¡Hola! Ayer vimos como se fueron agregando discípulos de Jesús: Andrés, Juan, Simón Pedro, Felipe y Natanael. Cada uno fue comprobando que Jesús no era un maestro como cualquier otro, sino que iba demostrando particularmente una personalidad muy misteriosa, pues conocía a cada cual como si hubiese vivido con ellos, pero era la primera vez que lo veía la mayoría de ellos.

En estos días vamos viendo como Jesús, luego de ser bautizado comenzó la tarea que su Padre del cielo le había encomendado.

A los 3 días hubo una boda en un lugar llamado Caná, y María la madre de Jesús fue invitada, junto con Jesús y sus discípulos. Las bodas en ese momento duraban muchos días, y ¡llegaban hasta una semana de festejos!. En un momento de todos esos días se quedaron sin vino. Era muy común tomar vino no solo en las fiestas, sino como bebida general, pues el agua no siempre era potable, y los pozos, salvo excepciones, se encontraban fuera de las ciudades.

María fue y se lo dijo a Jesús. ¿Qué tendría que ver Jesús? ¿qué podría él hacer? No tenemos ninguna evidencia de que él ya hubiese hecho algún milagro, pero aún así, sin exigirle nada, ella se lo comunicó a Jesús. Jesús se dio cuenta enseguida que quiso decir, y por eso le respondió: ¿Qué tienes conmigo? Y siguió diciendo algo muy misterioso: No ha llegado aún mi hora. ¿Qué le quiso decir a su madre? ¿Qué es eso de su hora? ¿La hora de qué?

María entonces les dijo a los que servían en las bodas que hicieran lo que Jesús le pidiera. Jesús entonces vio 6 contenedores de agua de unos 40 a 50 litros cada uno y los hizo llenar con agua. Esos contenedores se usaban para lavarse los pies. Seguramente a ninguno de nosotros se nos hubiese ocurrido usar esos tachos de piedra para poner algún líquido para tomar, ¿no? Pero Jesús siguió demostrando lo misterioso de sus decisiones. Los sirvientes obedientemente llenaron las 6 hasta el tope. Entonces Jesús les pidió a los sirvientes que saquen una muestra de esa agua y se la lleven al encargado de la boda, que era especialista es todas esas bebidas. Cuando el encargado la probó dijo: ¡Huacala! Seguro que eso pensaste, pero no. Él llamó al esposo de la boda y le dijo: Todos sirven el mejor vino primero y después que todos bebieron mucho sirven el vino de menor calidad, pero tu dejaste el mejor vino para ahora. Solo Jesús y los sirvientes sabían la verdad de lo sucedido, y posiblemente algunos de los discípulos que estaban con Jesús. Jesús hizo ese misterioso milagro, convirtiendo agua de esos 6 tachos para lavar los pies, en el mejor vino. El número 6 en la Biblia es el número del ser humano. Esa historia tan misteriosa, nos enseña que de la manera en que ese tacho que estaba sucio por la tierra de los pies, Jesús lo transformó al ser llenos de agua nueva, en el mejor vino. De la misma manera Jesús quiere llenar tu vida, aunque esté sucia, de la mejor agua, del agua de vida que solo él da, y hacerte una persona nueva y muy valiosa, pero para eso tenés que pedirle a él que te llene de su agua y llene tu vida de amor y perdón, y serás, como aquellas 6 tinajas, lleno de frutos que podrás disfrutar en tu vida y en la eternidad con Jesús.

Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque como Jesús transformó en esos tachos el agua en vino, sé que quiere transformar mi vida llena de cosas malas en una nueva vida. Te pido que ahora mismo lo hagas, perdonando mis pecados y llenándome con tu Espíritu, en el nombre del Señor Jesús, Amén.

¡HASTA MAÑANA!