12 de mayo

Un misterio llamado Jesús

¡Hola! Comencemos una nueva semana de estudios con un misterio llamado Jesús. La semana pasada quedamos cuando Jesús llamó a Leví, el publicano, el recaudador de impuestos, a seguirlo, y al instante dejó todo lo recaudado y su ganancia y le siguió. Luego le hizo un banquete en su casa, donde muchos de los publicanos pudieron ver y escuchar a Jesús personalmente.

La historia continúa contando que Jesús fue nuevamente a Jerusalén a otra fiesta judía, aunque no especifica cual de las 7 que tenían todos los años era esa. Pero al ir a Jerusalén se dirigió a un lugar donde casi nadie iba. Un lugar muy rechazado por la gran mayoría. Siempre Jesús ha sido un misterio en la forma en que se manejaba al ir a lugares donde muy pocos o nadie quiere ir, pero que ahí haya gente con muchas necesidades que casi nadie atiende. Ese lugar era el estanque de Betesda. Betesda es una palabra hebrea que significa: Casa de misericordia. Pero… ¿por qué la gente no le gustaba ir ahí? La razón era que había muchísimos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Algunas pocas personas, tenían compasión de ellos y le llevaban algo de comer o les ayudaban a asearse al menos un poco, pero el lugar estaba contaminado de las diferentes enfermedades y dolencias, y de la falta de higiene de las personas, muchas de ellas que no se podían mover.

Todos ellos estaban allí pues había una creencia que de muy de vez en cuanto, un ángel bajaba y movía el agua del estanque, y quién se metiera primero sería sanado. Todos aquellos enfermos estaban siempre esperando que eso suceda. Eso era una creencia, pero ningún ángel de Dios venía a hacer eso. Muy posiblemente, alguna persona en algún momento haya dicho que se curó, pero en realidad no sucedía dicha creencia, pero esa era la que motivaba a las personas a tener una esperanza.

Hoy también pasan cosas como esas. Muchas veces nos animamos con falsas creencias, y creamos falsas expectativas. En el mundo del estudio también suceden esas cosas. Pasamos tiempo pensando en como podemos zafar de tal o cual tarea o estudio y creemos que somos unos vivos bárbaros, pero no nos damos cuenta que no estudiamos para aprobar, sino para aprender. Podemos obtener un número de calificación que nos indique que aprobamos, pero no queda nada en nuestro aprendizaje, que es lo más importante.

Toda aquella gente pasaban años y años esperando que el agua se moviera, como nosotros muchas veces desperdiciamos tanto tiempo no prestando atención, no estudiando y dedicarlo solo al entretenimiento, que no deja nada más que pérdida de tiempo y no estamos creciendo en conocimiento, en pensamiento ni en entendimiento.

Por eso Jesús fue aquel día a Betesda, para hacer entender a la gente que no tenía que tener su esperanza en un engaño, sino en Dios. De la misma manera, Jesús, ahora mismo, quiere decirte que al comenzar esta semana de estudios, no te engañes pensando que no pasa nada si no cumplo, no pasa nada si no estudio, después voy a tener otra oportunidad, no. Jesús nos invita a confiar en él, que es la verdadera esperanza para el ser humano, y contar con él para empezar la semana poniendo todo nuestro empeño en atender, completar, estudiar y hacer todo lo necesario para que no esperemos solo zafar o aprobar, sino aprender, pues lo necesitamos para que Dios pueda cumplir su plan en nuestras vidas y usar las capacidades que puso en cada uno.

Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque podemos empezar una nueva semana y al comenzar ayúdanos a entender que podemos tener la verdadera esperanza al poner nuestra vida en tus manos. Ayúdanos a ser responsables en nuestro estudio y que podamos prosperar en las capacidades que vos nos regalaste desde que nos formaste en el vientre de nuestra madre. En el nombre del Señor Jesús, Amén.

¡HASTA MAÑANA!