12 de junio
Un misterio llamado Jesús
¡Hola! En esta semana hemos visto que podemos ser luz y sal de la tierra. Y ayer que es muy importante conocer y obedecer los mandamientos de Dios, no rebajar a nadie y cortar con todo lo que pueda contaminar nuestra mente y corazón.
Luego continuó enseñando hablando a los miles de alumnos de aquel momento y a los de hoy mismo, vos y yo. Les habló sobre jurar. ¿Por qué las personas tienen necesidad de jurar? Eso es porque muchas veces han dicho cosas y no cumplieron. Otras veces han mentido, entonces intentan que le crean jurando. Desde que somos chiquitos nos enseñan que nunca hay que mentir, que eso está muy mal. Seguramente, uno de tus padres al menos, se habrá enojado porque le mentiste en algo. Pero cuando vamos creciendo comprobamos que eso que nos dijeron que no se debía hacer, toda la gente lo hace, y parece que no pasa nada. Entonces ya no tomamos en serio y también fallamos mintiendo o no cumpliendo con nuestra palabra.
Pero Jesús enseñó que aunque estemos en medio de una sociedad que miente o que no cumple, debemos ser luz diciendo la verdad. Nuestra forma de hablar tiene que ser tal que no necesitemos jurar para que alguien crea en nuestra palabra. Jesús nos pide que seamos sinceros. Justamente en el ámbito de estudios, cada día se pone a prueba nuestra sinceridad. ¿Cuántas veces inventaste historias para excusarte de un trabajo práctico que no hiciste, o porque no trajiste tu carpeta, o lo que tenías que traer para tu grupo?
Y algo aún peor: cuando no sos sincero en un examen. Nuestra sinceridad muestra que persona somos y qué persona queremos ser. Y hay que aclarar una cosa. Muchos piensan que ser sincero es decir las cosas a los demás de lo que pensamos sin importar si los dañamos con nuestras palabras. Muchas veces, en nombre de la sinceridad, se rebajan a los demás. Ya vimos ayer lo malo que es rebajar a los demás, así que tenemos que quitar de nuestra forma de pensar esa forma de ser sinceros. La verdadera sinceridad se demuestra siendo verdaderos.
Si no estudiamos, cualquiera sea el motivo, no podemos simular que sabemos y nos copiamos de nuestros compañeros o de algún papel que tenemos oculto. Los profesores no jugamos a los detectives, queremos que vos aprendas, pero no solo el contenido de las materias, sino también a ser una persona íntegra, es decir, sincera. El origen de la palabra sincera, tiene que ver con la miel. Hacía referencia a cuando se la vendía pura, sin la cera del panal. Por eso la sinceridad nos hace pensar en ser genuinos, en no tener nuestra conducta con malos actos, a ser sin cera, sin mal, sin malas intenciones, sin mentiras, sin engaños. Jesús le dice a sus alumnos: Que vuestro sí, sea sí, y que vuestro no, sea no. Que lo que digamos sea real, sea lo que realmente es. La mentira es como una careta, en donde nos escondemos, y que va desfigurando tanto la imagen de nosotros mismos, de modo que pronto nadie nos reconocerá, ni nosotros a nosotros mismos. Jesús nos sigue dando todos estos consejos de maestro que ama a sus alumnos, pues desea el bien para cada vida. ¿Querés ser sincero/a?
Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque cada día buscas mi bien. Ahora deseo ser sincero con vos. Y lo primero que quiero hacer es pedirte perdón por todas las veces que no fui sincero contigo, ni con mis padres, ni con mis profes. Perdóname y ayúdame a cambiar, pues eso quiero para mi vida. Deseo ser verdadero y que todos puedan confiar en mi palabra y en mi. En el nombre del Señor Jesús, Amén.
¡HASTA MAÑANA!