13 de junio
Un misterio llamado Jesús
¡Hola! En estos días estamos siguiendo las enseñanzas del Sermón del Monte, dadas por Jesús. Empezó demostrando que lo más importante para el ser humano es poder pasar la vida cerca de Dios, con Él en el corazón. Pero luego siguió con todo lo que tiene que ver con la convivencia, con las relaciones interpersonales, con vivir en paz con todos. Pero sabemos que no todos desean vivir en paz. Entonces ¿Qué hacen esas personas con los que desean vivir en paz? Los provocan. Tratan de que se cansen y reaccionen violentamente a la provocación y pasen también a ser culpables del mal que actualmente está en la sociedad.
Por eso Jesús dijo frases que posiblemente hayas escuchado. Una fue: “No resistan al que es malo, antes, si te hiere la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. ¡Qué frase tan fuerte! Primero es bueno aclarar que no quiso decir que si te pegan en la cara del lado derecho, vayas y le digas: Vení pegame del otro lado si te animás, como muchas veces vi en sendas peleas barriales. Jesús no dice eso. Tampoco dice que nos deben basurear, es decir, tratar como si fuéramos basura. Entonces, ¿qué quiere decir? Veamos una historia real.
Conocí a un niño, que a la edad de 9 años, su familia se mudo de la provincia de Buenos Aires a otra provincia del país. En la escuela lo trataban mal simplemente por ser “porteño” como le decían. El niño, en medio del maltrato, no reaccionaba a las provocaciones que le hacían. Muchas veces se acercaban y le daban un cachetazo rápido en la mejilla derecha o le mojaban la oreja. Para los varones, mojar la oreja derecha significaba retarlos a pelear. Si vos no lo aceptabas, te trataban de cobarde. Pero aún a pesar de todo eso, él no reaccionaba con violencia, no se enojaba, ni quería pelear. Eso hacía que los provocadores se enojaran aún más con el.
Un día un grupo de unos 8 o 10 chicos hicieron una ronda alrededor de él en el patio en un recreo. Las maestras miraban de lejos lo que sucedía, pero lamentablemente no intervinieron. El niño de ya 10 años de edad quedó en el medio. Uno se adelantó y le mojó la oreja. El niño bajó los brazos, para mostrar que no iba a pelear, pero no mostró miedo. El que le mojó la oreja, como vio que no lograba hacerlo enojar, fue y le pegó una cachetada, pero el niño le respondió: aunque me pegues yo no voy a pelear. Otro se adelantó y le preguntó porqué, de una manera violenta, y él, muy sereno, le respondió: porque aprendí que no quiero ensuciar mis manos pegándole a alguien. Todos los niños se miraban los unos a los otros. Las maestras observaban, y aunque nunca se dispusieron a intervenir, les llamó la atención lo sucedido. Ese niño vivió, como lo llamamos ahora, un terrible y violento Bullying. Pero si vos le preguntas hoy que sintió ese tiempo, te dirá que nunca fue tan feliz, porque nunca había sentido la mano de Jesús sobre su hombro como la sentía cuando los niños hacían la ronda a su alrededor. Después de unos años entendió que lo que le daba tranquilidad para no reaccionar era saber que el todopoderoso estaba con él y no iba a permitir que le sucediera nada que no pudiera soportar.
Posiblemente te preguntarás si inventé esta historia para el devocional de hoy. La respuesta es no. Fue real. ¿y como la conozco? Me pasó a mí. Creo que entendí lo que quiso decir Jesús. ¡Gracias Jesús!
Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque en una sociedad de tanta violencia, podemos poner nuestra confianza en vos y descansar. Gracias porque siempre estás a mi lado. Ayúdame siempre a ser manso y humilde de corazón, para poder disfrutar de tu mano sobre mi hombro. En el nombre del Señor Jesús, Amén.
¡BUEN FIN DE SEMANA!