23 de junio
Un misterio llamado Jesús
¡Hola! Empezamos una nueva semana de estudios, la última completa de junio, con un misterio llamado Jesús. La semana pasada terminamos de ver el sermón del monte, que fueron las enseñanzas de Jesús para todos sus alumnos.
Después el relato de la Biblia dice que Jesús luego del sermón se fue a Capernaum. Mateo cuenta que cuando iba entrando vino a él un centurión. ¿Sabés que era un centurión? Un centurión recibía ese nombre por tener a su cargo a 100 soldados romanos. Eran personas que tenían que formar, dirigir y dominar a ese gran grupo de soldados. Por eso tenían un carácter fuerte, valiente y dominante. Y no hay que olvidar que los judíos estaban bajo las órdenes de los romanos y eran muy maltratados por ellos.
Un centurión de esos fue a Jesús. Dice que al llegar a él, le rogó diciendo que tenía un criado postrado en su casa, que estaba paralítico y gravemente a punto de morir. Entonces Jesús le dijo que iría ahí mismo y lo sanaría. El centurión le respondió: Señor, no soy digno de que entres en mi techo, solamente di la palabra y mi siervo sanará. Yo tengo mi autoridad y tengo a los soldados bajo mi autoridad, y si le dijo: ve, va; y si le digo: ven, viene; y si le digo: haz esto, lo hace.
¡Ese centurión creía realmente que Jesús tenía el poder de hacer lo que quisiera con sus palabras! Primero se humilló, pues reconoció que su casa no era un lugar digno para que entre Jesús, y no se refería a que estaban las cosas desordenadas, sino que muchas cosas que ellos hacían no estaban de acuerdo a lo que Dios manda. Y después muestra que tenía una fe extraordinaria en que Jesús no era un simple hombre con fama, sino alguien con vínculo directo al Dios de Israel.
Jesús reconoció que la fe de ese hombre era ejemplar, y se lo dijo a todos los que presenciaban ese momento. Imaginate ver a un centurión, que siempre se los veía con voz imponente dando órdenes a sus soldados, ahora postrado de corazón ante Jesús, rogándole y poniendo en Jesús su fe.
Y Jesús le dijo a los judíos, que muchos de otras naciones irán a Dios y serán salvos. Es decir, que la salvación que ofrece Jesús es para todo aquel que cree, no importando a qué pueblo pertenece. Seguramente que los judios no querían que un romano fuera salvo, pero la mirada y amor de Jesús por las personas es otra.
Entonces Jesús miró al centurión y le dijo: Vé, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquel mismo momento.
Es un verdadero misterio cómo Jesús podía sanar a la distancia. Hemos visto todas las dolencias que ese criado tenía, pero todas ellas desaparecieron en un instante ante el mandato de Jesús. Pero como alumnos debemos estar atentos a que fue que hizo que Jesús pueda obrar con libertad sobre ese criado: fue la fe del centurión. Por eso cada día vemos la importancia de poner tu fe en Jesús. Al poner tu fe en él, él puede actuar con libertad en tu vida, pues aunque él todo lo puede hacer, siempre deja que nosotros decidamos si queremos o no que él actúe, por eso algunas veces cantamos que la fe mueve la mano de Dios. Comenzá esta semana de estudios, poniendo, como el centurión, tu fe en Jesús, y después podrás contar con su palabra que hace milagros en la vida de quien cree en él de corazón.
Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias por poder comenzar una nueva semana de estudios. Gracias porque podemos contar, desde que creímos en vos y en Jesús con tu palabra maravillosa que transforma vidas. Te dejamos en tus manos esta semana de estudios y te pedimos que ayudes a poder creer a nuestros compañeros, familiares y amigos para que ellos también puedan disfrutar de las maravillas que hace tu perdón y tus palabras sobre los que creen. En el nombre del Señor Jesús, Amén.
¡HASTA MAÑANA!