24 de abril

Un misterio llamado Jesús

¡Hola! Seguimos viendo un misterio llamado Jesús en Samaria, y también seguimos junto al pozo de agua. Justamente, el recurso natural que esa mujer había venido a buscar, como lo hacía todos los días, fue el que Jesús usó como ejemplo para que pusiese entender que quería ayudarla en todo, pues es el único que puede ofrecer el agua de vida.

El diálogo de ayer entre ambos, hizo que ella empiece a pensar que aquel hombre con apariencia de judío con quien hablaba, no era alguien común, no era como cualquier otra persona.

El diálogo continuó y Jesús le habló sobre Dios y que busca él de las personas. Entonces llegó el momento en la conversación en que ella le dijo: Sé que ha de venir el Mesías, y cuando venga nos dirá todas las cosas. Ella, como vimos ayer, ya había escuchado como Jesús sabía todo sobre ella, y se lo había dicho, y la respuesta de Jesús vino enseguida. Fue esa respuesta que uno puede esperar toda la vida, pero parece que nunca llega. De niña habría escuchado de que vendría el Mesías, ese ser tan misterioso enviado por Dios que los vendría a libertar. Y ahora ella era una de las primeras personas en escuchar directamente de Jesús esa respuesta: Yo soy esa persona, yo soy el Mesías, el que habla contigo. ¡Si! ¡No era un sueño! ¡Era todo realidad!

De la misma manera hoy Jesús quiere que sepas que todo lo que estamos viendo de su misteriosa persona, no fue un cuento, fue verdad, y muchísima gente pudo ser testigo de que Dios mismo vino a la tierra y lo demostró haciendo todas esas cosas tan misteriosas, pero a la vez ¡maravillosas!.

Aquella mujer dejó el cántaro con agua junto al pozo y salió corriendo hacia la ciudad, y empezó a decirles a todos, en voz alta: ¡vengan a ver a un hombre que me dijo todo de mi! ¿No será el Cristo? Y entonces mucha gente creyó ese día por las palabras de la mujer, pero muchos más por escuchar a Jesús.

Y le pidieron que se quedara en Samaria y lo hizo por dos días más.

¿Te diste cuenta por qué Jesús quería pasar por Samaria, aunque nadie lo hubiese querido? ¿Te das cuenta por qué Jesús quiere compartir con vos su historia todos los días, aunque muchas veces posiblemente no le prestes atención? Aquella mujer fue ese día como lo hacía todos los días, con toda esa carga del cántaro de agua sobre sus hombros, pero también las cargas que tenía en su corazón, y Jesús transformó todo. ¿Cómo lo hizo? Primero le habló. Como lo hace con vos ahora mismo. Luego le mostró a la mujer que conocía sus pecados y su necesidad y podía ayudarla. Cada día lo está haciendo también con vos. Y finalmente, todo cambió cuando ella lo reconoció como el enviado de Dios, y su vida cambió de ahí en más. Jesús conoce tus pecados y también tus necesidades. Él conoce el peso que puedes llevar en tu vida y quiere ayudarte. Ahora mismo quiere sacarte de esa realidad pesada en tu familia o tu lugar de estudios, limpiando tu alma y llenándola de su agua viva. La mujer samaritana eligió creer en Jesús y compartirlo con otros. ¿Qué vas a decidir vos?

Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque cada día deseas hablarme. Gracias porque muchos hemos decidido creerte y compartirlo con otros. Te pedimos hoy por tantas personas en nuestro estudio, amigos o familia que aún viven con el peso de sus cargas, para que puedan creer y disfruten de una nueva vida, llena de tu agua de vida. En el nombre del Señor Jesús, Amén.

¡HASTA MAÑANA!