24 de junio
Un misterio llamado Jesús
¡Hola! Ayer empezamos la semana viendo como la humildad y fe del centurión hizo que Jesús pudiese sanar a su criado que estaba a punto de morir. Es realmente un misterio toda la vida de Jesús, pues escuchando cada historia hasta nos acostumbramos a que pasen cosas sobrenaturales como si nada, como si fueran una película de ficción, pero que en realidad sucedió cada cosa de las que cuenta la Biblia, además de muchísimas más que no se contaron pues, como dice Juan 21, no alcanzaría el mundo para contener tantos libros escritos de cada experiencia misteriosa vivida con Jesús, pero que todas ellas se reconocerán en el cielo.
Luego de curar al criado del centurión y atender a muchísima gente, Jesús se fue a una ciudad llamada Naín, a una distancia de unos 40 kilómetros. Jesús se movilizaba con sus discípulos a pie, y ese recorrido le habrá llevado todo el día, por caminos bastantes desérticos y calurosos, y además mucha gente lo seguía.
Cuando estaban cerca de la ciudad de Naín, su caravana se cruzó con una que salía de la ciudad llevando a enterrar a un muerto. Era común que los cementerios se encontraran a las afueras de la ciudad.
A pesar del cansancio del camino y de todo el trabajo de escuchar y curar a tanta gente, Jesús se detuvo a ver a esa gente y vio a una mujer llorando amargamente. Me gusta mucho siempre, ver cómo Jesús se fijaba en la gente que sufría. Creo que es porque él sabía de antemano lo que iba a sufrir por nosotros, y por eso se identificaba con todos los que pasaban por un sufrimiento muy grande. La mayoría de la gente no quería acercarse a esas caravanas, y los que lo hacían era para enterarse quien había muerto, pero pocos eran los que se compadecían. Para que tengas una idea, se contrataba a gente para que llore en los velorios y entierros, que se llamaban plañideras, que eran lloradores profesionales.
Pero cuando Jesús vio a esa mujer, sabía que ella lloraba por el gran dolor que estaba pasando. Jesús sabía que esa mujer lo hacía pues había fallecido su único hijo, además de que ya también había muerto su esposo. Muchas veces vemos en la Biblia, que Jesús se compadecía profundamente con los familiares de las personas que fallecían. Él, junto con su Padre del cielo, habían creado a los seres humanos perfectos y eternos, pero al pecar la muerte entró en las personas.
Jesús entonces se acercó a la mujer y le dijo: no llores. ¿Cómo decirle a una madre que perdió a su único hijo que no llore? Jesús no se refería a emitir llanto, sino a su sufrimiento. Jesús no le dijo: sé fuerte y no llores, pues en momentos así necesitamos expresar nuestro dolor llorando, y hasta Jesús en ciertos momentos lo hizo, sino que le quiso decir que no sufra más. ¿Cómo podía la mujer dejar de sufrir?
Dice que Jesús se acercó al féretro, es decir al cajón que lo llevaban y se detuvieron todos en ese momento. Y Jesús nuevamente usó su voz tan misteriosa y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces, ante la sorpresa de todos los que iban en la caravana del difunto y la de Jesús, el joven se levantó y empezó a hablar. Y Jesús lo tomó y se lo dio a la madre. ¡Qué experiencia extraordinaria! ¡Un muerto escuchó la voz de Jesús y se levantó de la muerte! Ese día quedó bien claro quién era Jesús. Y hoy mismo quiere levantarte a vos también. No importa el momento difícil que puedes pasar en tu vida, Jesús tiene el poder para levantarte y darte vida, y vida eterna. ¿Creés en él? Jesús no solo dijo que quien cree en él tiene vida eterna, sino que también demostró que lo puede hacer.
Te invito a orar: Querido Padre Dios, gracias porque Jesús es vida. Que maravilloso es saber, aunque sea tan misterioso, que Jesús hace que muertos vuelvan a la vida, y lo hará con todos los que creemos en él. Gracias porque demostró que tiene el poder para darnos la vida, y vida eterna. Te seguimos pidiendo por todos nuestros compañeros de estudios, amigos y familiares que aún no creen y están muertos espiritualmente, para que puedan creer y también vivan para siempre. En el nombre del Señor Jesús, amén.
¡HASTA MAÑANA!